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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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La Sociedad civil en la defensa de los derechos humanos


Miércoles 13 de abril 2016 9:20 hrs.


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Ante las violaciones a los derechos humanos cometidas en dictadura, los  familiares de las víctimas no tardaron en organizarse, formando lazos solidarios y tejiendo redes de ayuda, movidos por la urgencia de no conocer el paradero de sus parientes o por la desolación de saberlos muertos.

En 1974 se forma la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, con la colaboración del Comité Pro paz, que les brindó un lugar de reunión. Fue en un inicio constituida por  mujeres, quienes impulsaron las primeras protestas y huelgas de hambre; mujeres que salieron a la calle con las fotografías de sus desaparecidos en el pecho, reclamando la devolución de sus cuerpos. Se manifestaron en variadas ocasiones y de diversas formas, por ejemplo, encadenándose a las rejas del ex Congreso Nacional, que por ese entonces era la sede del Ministerio de Justicia. Con el tiempo se fueron integrando hombres a las filas femeninas.

De manera semejante fueron levantándose y coordinándose otros grupos sociales, entre ellos la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP) y la Agrupación de Familiares de Presos Políticos. La AFEP fue conformada en 1976 por familiares directos de los asesinados; madres, hermanas, esposas e hijas,  todas mujeres en un principio. Unieron fuerzas en favor de su protección y en la lucha contra las violaciones constantes de la dictadura.

El papel ejercido por las mujeres es esencial; es de un arrojo y valentía admirables. En este contexto, organizaciones como la Agrupación de Mujeres Democráticas, la Coordinadora de mujeres de Puente Alto, el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH) y el Movimiento de Mujeres por la Vida desempeñaron una labor fundamental en la defensa de los derechos humanos. Florecen, bajo la luz de estas mujeres, una amplia gama de organizaciones que fueron primordiales en la reconstrucción del tejido social que la dictadura había destruido.

Estos familiares y activistas sociales han preservado la memoria de sus seres queridos. Denunciaron a viva voz los crímenes de la Dictadura, a riesgo de la propia vida. Ellos se alzaron ante la pérdida y la degradación. Sin jamás olvidar, hicieron de la muerte una valiosa enseñanza y una experiencia vital; nutriendo la memoria, insistiendo en que no hay paz sin verdad, justicia y reparación. Varios murieron sin saber dónde estaban sus desaparecidos; es difícil imaginar las dimensiones de una ausencia como aquella. Otros tuvieron algo de suerte: un zapato roído por lo años, unos pocos huesos, una que otra certeza. Ahora, han continuado su tarea en la promoción y defensa de los derechos humanos, interpelando a los poderes del Estado por el insuficiente alcance de la justicia. Ellos son los guardianes de los cuerpos perdidos de Chile: los custodios de nuestra memoria eternamente aparecida.