Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Jacobo Arbenz, Joao Goulart, Salvador Allende


Viernes 13 de mayo 2016 10:51 hrs.


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Arbenz, Goulart y Allende fueron tres líderes reformistas latinoamericanos que corrieron la misma  suerte . Los tres, en efecto, estuvieron a la cabeza de movimientos populares de gran envergadura y fueron elegidos democráticamente por sufragio universal . Pero los tres fueron derrocados por una alianza de la derecha y de los militares locales y con la avenencia, cuando no fue con la ayuda directa, de los padrinos yanquis.

A mediados del siglo XX,  el guatemalteco  Arbenz,quien había sido por lo demás coronel del ejército, intentó una reforma agraria relativamente modesta y que afectaba ligeramente a  la norteamericana United Fruits Co. Tamaña audacia la pagó el coronel con la invasión de su país por oficiales golpistas de su propio ejército que habían organizado su intervención en los países vecinos, con el patrocinio desde luego de los magnates locales y de los halcones norteamericanos.

Diez años más tarde , en 1964 , una confabulación similar terminó con la experiencia reformista del brasileño Joao Goulart y con la instauración de un régimen militar que aplastó durante 20 años, en la sangre y la tortura, toda oposición. Sin embargo , Joao Goulart no tenía nada de un marxista y era una personalidad política nacional  que había sido ministro del Presidente reformista Getulio Vargas (suicidado en 1954 a causa también de las presiones de la derecha y de  los militares) y que había sido elegido como vicepresidente en 1954 y en 1960 . Goulart asumirá la Presidencia en 1961, después de la renuncia de  J.Quadros, pero será derrocado tres años más tarde por la amenaza que representaban sus posturas reformistas  para los intereses de  los pudientes y de los  EE UU, sobre todo  después del ejemplo cubano.

Casi diez años más tarde  fue el turno de nuestro país de vivir una tragedia similar que, a la diferencia de las precedentes, se terminó con la muerte del Presidente, una prueba más si era necesario del  canibalismo  de los golpistas nacionales.

Así  y considerando lo señalado precedentemente  cabría  hacerse la pregunta sobre la viabilidad de los auténticos proyectos reformistas en nuestro subcontinente, cuando a pesar del irreprochable intinerario democrático de sus líderes y del respeto, por éstos, de todas las reglas que les han sido impuestas por las instituciones, esos procesos se terminan en dramas como los reseñados.

Es verdad que en los últimos 20 años han habido las experiencias de Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde unos movimientos populares han ganado en las urnas. Pero ha habido también Honduras y Paraguay donde Presidentes progresistas han sido derrocados por golpes “blandos”. Por otra parte, en los casos de Bolivia y Ecuador se trata de países que no se encuentran en el eje de los intereses estratégicos del imperio y, por lo que es de Venezuela, bien sabemos que aquél no ha renunciado ha recuperarla.

De esta manera  la interrogante sobre la viabilidad de reformas radicales  en el marco de  instituciones creadas expresamente para defender los intereses de las minorías , sigue en pie , tanto más cuanto que allí donde los intereses vitales de los norteamericanos están en juego, como fueron en su momento los casos de Guatemala, Brasil y Chile, la aplicación de la doctrina Monroe – “América para los (norte)americanos” – se impone con la virulencia de siempre.

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