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El ejemplo de Haydée Oberreuter


Miércoles 18 de mayo 2016 9:23 hrs.


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Hoy recordamos una historia extraordinaria; una historia de dolor y resiliencia, que nos anima a seguir reivindicando verdad y justicia. El 2004, año en que se publicó el Informe Valech, el cual reveló la práctica sistemática de la tortura como método de persecución e intimidación política durante la dictadura, la revista Plan B sacó un número en el que se dieron a conocer los actos vejatorios a mujeres embarazadas por agentes del Estado. El titular decía: “Perdí mi guagua por las torturas de la Armada”. Este era el testimonio de Haydée Oberreuter,  ex prisionera política detenida en el cuartel Silva Palma de Valparaíso en noviembre de 1975.

Las limitaciones dadas por los acuerdos políticos de aquel momento devinieron en que el informe Valech omitiera los nombres de los victimarios y que declarara secreto por cincuenta años el testimonio de las víctimas. Haydée, motivada por el imperativo de mostrar lo que el informe ocultaba, accedió a hacer público su caso. Poco después, Plan B bajó sus cortinas. Sin embargo, el último hálito de esta revista trascendió, a causa de lo acaecido con este reportaje: el abogado Vicente Bárzana compró un ejemplar de ese número y decidió preparar un escrito demandando la acción de la justicia ante este caso estremecedor. Contra todo pronóstico, la Corte de Apelaciones acogió su denuncia  y designó una jueza para investigar.

“Bárzana presentaba sus escritos cumpliendo todas las formalidades legales y con bien sustentados argumentos sobre las convenciones internacionales y la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, y era un distinguido integrante de la Asociación Americana de Juristas, con sede en Valparaíso. Pero hubiera sido difícil en el Chile seducido por la tecnología y la importancia de las apariencias, que alguien tomara en cuenta sus presentaciones escritas a máquina -y no en computador- con innumerables correcciones a mano, porque su máquina omite algunas letras y otras las pone por encima o por debajo de la línea en que deben ir, y con su firma sobre un membrete de letras victorianas”.

De a poco, este caso fue avanzando. Luego de que el tribunal del Puerto se declarase incompetente y de que la causa pasara por varias manos, terminó en Santiago, a cargo del magistrado Alejandro Solís. Poco antes de retirarse, Solís pudo identificar a los agentes de la Armada que torturaron en el cuartel Silva Palma, y dictó los procesamientos de Manuel Atilio Leiva Valdivieso, Juan de Dios Reyes Basaur, Juan Orlando Jorquera Terrazas y Valentín Evaristo Riquelme Villalobos, como autores del delito de torturas en contra de Haydée.

El nuevo magistrado a cargo de la causa cerró el sumario y dictó acusaciones en contra de los procesados. Después de 12 años de investigación, ésta ha sido vista por la Segunda Sala de la Corte Suprema y está con fallo en acuerdo a la espera de su publicación.

La actualidad de estos acontecimientos no es solo jurídica. La dictadura es un tema presente porque aún vivimos sus impetuosos golpes; los ejemplos son numerosos. Resulta hoy pertinente recordar la situación de los ex presos políticos en huelga, cuyo propósito es poner fin a los cincuenta años de silencio impuestos por la Comisión Valech y brindar, de una vez por todas,  reparación integral a las víctimas de prisión política y tortura, de acuerdo a las normativas internacionales suscritas por el Estado de Chile. La dictadura es parte del presente no solo en este sentido, sino, y en especial, porque hacer memoria siempre lo es.

Recordar aquellos hechos que han marcado nuestra historia social, por dolorosos y trágicos que sean, puede ser una fuente de aprendizaje, puede ser una acción que tenga efectos fructíferos en el futuro. Para que “nunca más” no sea solo una frase repetida, tenemos que volver a pasar por el corazón de Chile, y actuar conforme a lo que la experiencia nos puede enseñar.