Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 23 de abril de 2024


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Una oligarquía destructora


Viernes 20 de mayo 2016 16:00 hrs.


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Señor director:

Si hay un rasgo que caracteriza a nuestra clase dominante es su tendencia a destruir todo lo que se puede parecer de lejos o de cerca a un proyecto nacional, o un proyecto-país según el modo de hablar ampuloso de algunos miembros de la actual dirigencia política.

Así, la oligarquía chilena, y en particular su componente latifundista y feudal de la época, se las arregló para deshacerse rápidamente de los patriotas que habían protagonizado la revolución de la Independencia y para poner fin a sus realizaciones. Después de haber empujado a O’Higgins a la dimisión, el trabajo de zapa contrarrevolucionario continuó hasta conocer su culminación en la Batalla de Lircay, después de la cual Estanqueros y Pelucones no tuvieron escrúpulos para deshacerse de los próceres sobrevivientes, enviando al exilio a quienes habían comenzado en 1810 la construcción de nuestra nación.

Una vez archivados los proyectos constitucionales progresistas elaborados en los años 1820 , la oligarquía triunfante engendró, en 1833, las instituciones conservadoras que presidieron el gris periodo de conservadurismo autoritario que se prolongó, con la excepción del intermedio balmacedista, una buena parte del siglo XIX y el primer cuarto del XX.

La acción destructora de la oligarquía se puso de nuevo en movimiento después de la guerra civil contra Balmaceda y el suicidio de éste. Así fue como el golpista capitán de fragata Jorge Montt Álvarez, una vez convertido en el nuevo Presidente, se apuró en rematar a los capitales extranjeros las salitreras que Balmaceda había querido defender como patrimonio nacional.

Por último, como bien lo sabemos, en 1973, y auxiliada por sus esbirros ,la oligarquía renovó sus prácticas destructoras poniendo a sangre y a fuego, cuando no se apropió de ellas, las realizaciones que durante cuatro decenios nuestro Estado había laboriosamente acumulado , en particular durante las administraciones progresistas del Frente Popular y luego de la Unidad Popular.

No se puede considerar pues a la oligarquía chilena como otra cosa que un cuerpo extranjero a nuestra nación y nuestra historia no avanzará sino pasando por encima de ese cuerpo que sigue siendo el obstáculo mayor para la construcción de nuestro futuro.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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