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La desconocida historia de los dibujos italianos que expone el MNBA

El Museo de Bellas Artes posee una colección de dibujos de los siglos XVI y XVII que por primera vez se exhibe en forma completa, luego de una larga investigación que permitió determinar cómo llegó a Chile. Otra parte del conjunto está en Varsovia y una tercera permanece perdida.

Rodrigo Alarcón

  Domingo 26 de junio 2016 9:49 hrs. 
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Una colección con más de un centenar de antiguos dibujos ocupa por estos días tres salas del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). No es la primera vez que se exponen, pero esconden una desconocida y centenaria historia de viajes, rastros perdidos e investigaciones para reconstruir su recorrido.

¿Cómo fue que esos dibujos llegaron desde el pequeño pueblo de Corconio, al norte de Italia, hasta Santiago de Chile?  Eso es lo que intenta responder la exposición Códice Bonola. Dibujos italianos de los siglos XVI y XVII, curada por Marianne Wacquez y Natalia Keller.

“Por el tipo de dibujo, de fines del Renacimiento y del Barroco, es bastante excepcional encontrar esta colección en Chile y saber además que forma parte del patrimonio de todos los chilenos”, dice la primera, jefa de Colecciones del MNBA.

La historia es larga y llena de vaivenes. En un viaje a Italia, el arquitecto chileno Manuel Aldunate y Avaria -el mismo del ex Congreso Nacional y el Palacio La Alhambra, que vivió entre 1815 y 1904- se trajo una colección de dibujos sin saber quiénes eran sus autores ni quién los había reunido. Recién en 1918, sus herederos hicieron un listado y determinaron que eran 65 páginas de un álbum, cuyos 131 dibujos fueron adquiridos por el Estado chileno -y entregados al museo- en 1955.

Los folios estuvieron guardados en los depósitos del museo hasta 1979, cuando se hizo un estudio tentativo y se armó una primera exposición, pero con atribuciones incorrectas. Más tarde, en 1986, fueron restaurados y conservados en condiciones adecuadas, pero solo en 2002 comenzó a conocerse su origen.

Ese año, el MNBA inició contactos que terminaron con la experta italiana María Teresa Caracciolo en Santiago, para llevar registros de los dibujos a Europa e intentar determinar cuál era su origen. Recién entonces, los expertos descubrieron que podía tratarse de otro fragmento de una colección de dibujos que se encontraba en el Museo Nacional de Varsovia, en Polonia, y que habían sido compilados por el pintor italiano Giorgio Bonola (1657-1700).

“Nosotros teníamos la portada con las iniciales del compilador, G.B., y la fecha de creación del álbum. La parte polaca sabía que G.B. era Giorgio Bonola, pero no tenían la fecha de la compilación. Finalmente, en un trabajo entre estas instituciones, se completa la historia”, explica Marianne Wacquez.

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Aun así, hay una parte del códice que permanece perdida: “No se sabe mucho por ahora. Tampoco se sabe con certeza por qué el álbum se separó por partes y cómo se compró. Las investigaciones sugieren que poco después de la muerte de Giorgio Bonola, su familia vendió las páginas del álbum en bloques de cinco o seis páginas”, aventura Natalia Keller.

Ambas investigadores curaron la actual exposición, que por primera vez presenta la colección completa, con las atribuciones correctas y con el contexto en el que fueron hechos los dibujos. Se trata de trabajos realizados con carboncillo, sanguina, tinta, acuarela y óleo, entre otros medios, por artistas contemporáneos y anteriores a Giorgio Bonola. Autores como Giorgio Vasari, Guido Reni, Andrea Sacchi, Luigi Pellegrino Scaramuccia, Carlo Maratti, Domenico Maria Canuti y el mismo Giorgio Bonola, que además hacía anotaciones a un costado de los dibujos.

“La intención principal de Giorgio Bonola era didáctica. Él era un pintor muy involucrado en fomentar la educación artística en su región. Estuvo muy involucrado en los trabajos de la Academia de Milán y siguiendo ese modelo, creó una Academia de San Lucas en Corconio. Justo ese mismo año terminó su códice, entonces se puede suponer que éste era parte de un programa más amplio para fomentar la educación artística en su lugar natal”, explica Natalia Keller.

“Lo importante es mostrar estas obras, que antes se mostraron como dibujos, como parte de un conjunto mayor, mostrar su intencionalidad. El montaje deja los bordes de los dibujos a la vista y la intención es mostrar que no son dibujos estéticamente lindos, sino que formaron parte de un corpus que tenía un formato y una intencionalidad. No son valiosos en sí mismos, sino como conjunto”, añade Marianne Wacquez.

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En los próximos días se editará un catálogo que incluirá textos de investigadoras chilenas y polacas y que contará la historia del códice, que por ahora permanece repartido entre Sudamérica y Europa.

La idea, algún día, es reunir ambas colecciones en una sola muestra, dicen las curadoras, aunque aún faltará una tercera pieza para completar el puzzle, una pieza que continúa perdida: “No se sabe bien su ubicación. Se conocen algunos dibujos relacionados, por ejemplo en Milán o en el Reino Unido, pero el trabajo de buscar el resto de la colección todavía queda por hacer”, concluye Natalia Keller.

Hasta agosto

Códice Bonola. Dibujos italianos de los siglos XVI y XVII permanecerá abierta hasta el próximo 21 de agosto y la entrada es gratuita. Más información en MNBA.

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