La purga tras el golpe de Estado fallido en Turquía continúa. Unos 42 periodistas están en la mira de la justicia turca, entre quienes se encuentra Nazli Ilicak, figura destacada de la profesión, que fue despedida del diario progubernamental Sabah en 2013 por haber criticado a ministros implicados en un escándalo de corrupción.
Estas órdenes no son una sorpresa ya que los periodistas no afiliados al régimen han sido el blanco de severas críticas, de procesos judiciales y hasta de ataques. Este sábado, en una entrevista a France 24, el presidente Recep Tayyip Erdogan había declarado que los medios que apoyen el golpe de Estado – ya sea audiovisuales u otros- pagarán el precio.
Ya desde el 19 de julio, cuatro días después del fallido golpe, el regulador turco de medios audiovisuales le había cancelado la licencia a varias cadenas de televisión y de radio “sospechosas” de haber apoyado la rey del predicador Fethullah Gülen. Gran opositor a Erdogan exiliado en Estados Unidos desde 1999, se le acusa de ser el cerebro de la operación.
Aunque esperaban una fuerte ola de represión, los periodistas tienen mucho que temer. Desde que se decretó el estado de emergencia el jueves pasado por la primera vez en 15 años, la detención ha pasado de 4 a 30 días. Además, Amnistía internacional dice haber reunido “pruebas creíbles” basadas en testimonios de detenidos que denuncian torturas y violaciones.