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Comentario de cine:

“Un caballo llamado elefante”

"No es muy común que nos encontremos con una película chilena pensada para un público infantil, a pesar de que -está comprobado- son las que tienen mayores índices de taquilla en el cine".

Antonella Estévez

  Domingo 7 de agosto 2016 12:07 hrs. 
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Esta coproducción chilena – colombiana – mexicana está basada en un relato de Eduardo Parra y tiene como público objetivo a niños pre adolescentes. Es la historia de dos hermanos -Lalo y Roberto- que para cumplir el deseo de su abuelo recién fallecido y recuperar una reliquia familiar deben sumarse a un circo para liberar al caballo del título del filme. Las aventuras de los hermanos se van mezclando con una historieta que el abuelo le entregó a Roberto antes de morir y que va sirviendo de relato mítico que va guiando la narración.

No es muy común que nos encontremos con una película chilena pensada para un público infantil, a pesar de que -está comprobado- son las que tienen mayores índices de taquilla en el cine. “Un caballo llamado elefante” asume muy bien a quien le está hablando y arma una historia colorida y entretenida para los niños.

Hay varias cosas que resultan bien logradas en este filme. No es fácil hacer que una coproducción internacional se vea naturalmente integrada. Los beneficios económicos y de producción que permiten estas asociaciones, muchas veces atentan contra el sentido de unidad de un filme al que se le exige, por ejemplo, tener actores y actrices de los distintos países involucrados. En “Un caballo llamado elefante” este tema funciona perfectamente bajo la excelente excusa narrativa de un circo internacional. Otro de los puntos altos es el trabajo de animación con que se instala el relato de la historieta en la película. Las animaciones son atractivas y su propuesta visual es coherente con la época y el tono del filme, y está insertado eficientemente en la narración, dándole dinamismo a un relato que en momentos puede resultar un poco lento.

Quizá el problema que podría tener esta película es que da la impresión de que le tiene poca fe a su espectador. Hay muchas explicaciones de la trama y algunas reiteraciones que no son necesarias y que hacen que la narración se empantane por momentos. Desde hace varios años Pixar, Dreamworks y otros nos han acostumbrado a que el concepto de películas para todo espectador sea exactamente eso: cintas que puede disfrutar tanto el niño que sigue la historia básica y se entretiene con los colores y formas que le propone la película, mientras que el adulto que le acompaña recibe también una oferta que le permite participar desde el humor o las reflexiones a los que el filme invita. Con “Un caballo llamado elefante” probablemente los niños puedan entretenerse con las aventuras de este par de hermanos, pero para los adultos presentes en sala no hay mucho para trabajar, ya que hay varios pequeños detalles en las actuaciones y el guión que pueden resultar poco creíbles para un público un poco más exigente.

Se agradece el ejercicio de proponer una historia cercana y hecha en Latinoamérica, con su gente y sus paisajes, para acercar a los niños al cine en su idioma. La película cumple con su objetivo de generar el interés de los preadolescentes y de presentarles personajes con lo que pueden identificarse. En un momento en que el mayor desafío del cine chileno en particular, y del latinoamericano en general, es conectar con las audiencias “Un caballo llamado elefante” resulta un aporte.

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