Señor Director:
En Chile sí hay plata para resolver los problemas de salud y educación, el problema radica en la distribución de la enorme riqueza que esta en manos de unos pocos que se adueñaron del país, transformados hoy en iconos de la desigualdad. Son los creadores y promotores de un sistema económico, especulador y abusivo, que agobia la vida de millones de personas, elites empresariales tan extremadamente ricas que como decía Adam Smith, “ni la avaricia puede imaginar”.
Adam Smith se refería como “mercaderes” a quienes regresaban de las colonias, enriquecidos tras haber explotado inhumanamente a los indígenas sustituidos después por esclavos. Una analogía que aplicada en Chile, a nuestra realidad hoy, identifica a esos indígenas con el pueblo, con la mayoría trabajadora, jóvenes, hombres y mujeres sin futuro, y a los mercaderes, como todos aquellos quienes se enriquecieron con la dictadura cívico militar y otros, que en el camino pos dictadura, se han adueñado de los recursos naturales y servicios del Estado.
Esta realidad, opacada por los medios de comunicación en manos de estos mismos mercaderes, nos tiene a los chilenos y chilenas enfrentados a una contradicción vital, estamos aprisionados entre un sistema económico _ político que permite el incremento sin precedentes de la riqueza y la opulencia, negándonos libertades elementales. Por eso es que las platas existen y de sobra para resolver todas nuestras dificultades de vida, educación, salud, previsión, pero están en las manos de quienes controlan la economía y subordinan al Estado a sus intereses y que como se ha demostrado, compran a políticos para mantener todo a su favor.
Durante las últimas décadas en el país, todos los chilenos esperaban con ilusión que una vez iniciados los gobiernos de la Concertación, las cosas cambiaran y que se eliminaran de manera gradual todos los enclaves heredados de la dictadura, un sistema económico y social construido a balazos y a costa de miles de victimas. Pero la esperada energía transformadora se diluyó en el tiempo, y los gobiernos fueron adquiriendo tantos compromisos con los mercaderes de Adam Smith, que a estas alturas esa centro izquierda, creada para liderar el proceso de transición a la democracia, es la que hoy nos llama defender la inversión privada y la banca y se resiste a cambiar las AFP “por el bienestar de los trabajadores y de todos los chilenos”.
Estos se transformaron en los principales defensores del mal llamado “éxito económico” del modelo chileno, que esta sustentado en parte con el engendro creado en dictadura, el sistema previsional que nos obliga a los 10 millones de chilenos y chilenas a entregar 500 mil millones de pesos, todos los meses, a las administradoras de pensiones, AFP, las cuales destinan solo 200 mil millones a pagar pensiones, el resto, 300 millones son para alimentar el sistema económico y financiero.
Según información de la Superintendencia de Pensiones (SP) el valor de los Fondos de Pensiones alcanzó en el año 2014 $ 100.479.815 millones ( US$ 160 mil millones e dólares). Cifra que se desglosa en inversión nacional e inversión extranjera, a través de diferentes instrumentos como acciones, depósitos a plazo, fondos mutuos, entre otros.
El 8 10% de estos 160 mil millones de dólares, es invertido por las AFP en empresas cuyos propietarios son los mercaderes dueños de las mayores fortunas en nuestro país, entre otras, Enersis US$ 2.037,88 millones Porcentaje que tienen las AFP en la propiedad: 12,69% Porcentaje respecto al total de los fondos de pensiones: 1,23% Grupo controlador: En Endesa US$ 1.902,67 millones. En Cencosud, de Paulmann US$ 1.162,86 millones. En LAN. Familia Cueto, US$ 1.105,65 millones. En Colbún del grupo Matte, US$ 814,89 millones. Copec US$ 734,51 millones. Falabella de la familia Solari US$ 571 millones. Banco Santander Chile. de España, US$ 506,95 millones.
Así funciona el milagro chileno del modelo económico y así funciona el país, el Estado subsidiario, regidos por la Constitución, todo un entramado impuesto por la dictadura administrado en democracia. Quienes manejan la economía, hacen uso de nuestros fondos y utilizan al Estado para sus negocios, y como se ha demostrado en el ultimo tiempo, con su capacidad económica para hacer lobby, terminan comprando senadores y diputados para imponer una legislación en acuerdo a sus intereses.
Por todo esto, los chilenos y chilenas tenemos dudas de que la posibilidad de cambiar todo esto radique en el congreso, por esa vía lo que se haga será remendar lo existente para que todo siga igual. El cambio a la constitución, al sistema de previsión social, la reforma a la educación nada de eso se logrará por la vía de los cauces de una democracia representativa que fue corrompida.
Las condiciones actuales del país exigen la democracia directa, que se tome en cuenta al pueblo, las protestas ciudadanas exigen mecanismos distintos, el plebiscito, la asamblea constituyente, para reformar desde las bases sociales la actual constitución política y los sistemas heredados de la dictadura.
Es hora entonces de repensar Chile, el sistema neoliberal impuesto y amarrado a los enclaves heredados de la dictadura, no fue ni es solución para los problemas del país. Analizado esto desde un punto estrictamente económico, esos enclaves limitan el crecimiento económico, porque se fundamentan en reducir todas las regulaciones que son necesarias para limitar el agresivo movimiento de capitales, por otra parte los gobiernos inspirados en la receta neoliberal, con sus políticas de recortes y austeridad terminan aumentando la desigualdad, la que por sí misma debilita el crecimiento económico, por tanto, el tema central del chile de hoy, que es la redistribución de la riqueza y la desigualdad, eso no se resuelve con mas neoliberalismo y mas estado subsidiario.
Chile necesita valorar hoy soluciones distintas a las implementadas en los últimos cuarenta años, para resolver el tema de la redistribución de la riqueza y la desigualdad, lo que se aborda desde el estado solidario, el que tiene como misión redistribuir la riqueza, haciendo los ingresos de las personas más igualitarios. Pero para el Chile de hoy, la palabra “solidario” implica igualar la cancha, con un Estado con capacidad para ordenar la economía y cobrar impuestos proporcionalmente mayores a las mayores riquezas existentes en el país, para repartir esa plata en servicios o entre los ciudadanos y ciudadanas para su mejor bienestar.
Con estos objetivos claros y con la voluntad de llevarlos adelante, si cobra mayor fuerza el constituir un referente político nuevo, con una propuesta y una mirada alternativa del país que queremos, derechamente anti neoliberal.
Es el proyecto de país y un programa, el que orienta la construcción de un bloque político progresista, pare que empiece a orientar la refundación política desde la teoría y la práctica, con vocación para la transformación del poder y a favor del pueblo.
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