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Año XVI, 18 de abril de 2024


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Te bicité: un café, un taller, una oportunidad

En agosto pasado el café Tebicité abrió sus puertas al público. No es un café cualquiera, sino un proyecto pionero atendido por personas con discapacidad cognitiva. Ubicado en un amplio jardín, en la comuna de Ñuñoa, este café ofrece una oportunidad que apuesta por la inclusión y también incentiva el uso de la bicicleta. ¿Dónde se ubica? ¿Quiénes están detrás de esta idea? Fuimos hasta Tebicité para conocer su historia y a sus protagonistas.

Yasna Mussa

  Sábado 22 de octubre 2016 10:19 hrs. 
tbc

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¿Se imagina un café en el que mientras consume revisen y arreglen su bicicleta? ¿Y si ese mismo espacio está ubicado en un amplio jardín, rodeado de árboles y se percibe la calma?. Ese lugar existe, está en el corazón de Ñuñoa, para ser precisos en la calle Dr. Johow 411, y más allá de su atractivo es un espacio pensado para la inclusión, donde sus empleados son adultos con diferentes discapacidades cognitivas.

Detrás de este proyecto se encuentra Fundación Crescendo, creada en 2009 por la misionera estadounidense Shana Harrison, quien pensó en un espacio donde se realice un trabajo enfocado en adultos, algo diferente a lo que existe en la mayoría del país donde no hay un enfoque por edad y se suele infantilizar a las personas con discapacidad.

Por eso, el café Te bicité parte de la voluntad de los miembros de la fundación de preguntar a sus usuarios cosas tan básicas como necesarias: ¿qué quieren hacer? ¿Con qué sueñan?.

“Este café nace principalmente de la inquietud del equipo, pero lo más relevante es que nece de los sueños de las personas con quienes estábamos trabajando. Cuando nosotros partimos haciendo una nueva propuesta de trabajo con nuestros usuarios, lo primero fue preguntarles a ellos qué esperaban para sus vidas y muchas de las cosas que aparecieron eran trabajar”, dice Solange Vallejos directora ejecutiva de Fundación Crescendo.

El proceso

Fueron 8 meses de capacitación y otros tantos de marcha blanca, en donde a ensayo y error, pero con voluntad y dedicación, los usuarios de Fundación Crescendo avanzaron para concretar esos sueños y aprender cosas que jamás imaginaron.

“Para el equipo y para mí ha sido súper potente, porque yo creo que nadie se había dado el tiempo de preguntar y de creer que este otro tiene sueños, porque desde la infantilización o desde una visión que es más asistencial, uno piensa que ellos no pueden, no saben o no entienden, y no es así. Hasta la persona que tiene más discapacidad o tiene más necesidades de apoyo, entiende y tú logras hacer una conexión con ella”, afirma Vallejos.

En materia de políticas públicas el Estado chileno mantiene una deuda, pues según la ley de educación las personas que ingresan por discapacidad intelectual a escuelas especiales deben egresar a los 26 años de edad porque a partir de entonces el Estado deja de subvencionar. ¿Qué pasa después con ellos? ¿A dónde van? Fundación Crescendo es una de las pocas que acoge a los adultos que se encuentran en esta situación.

Ahora, además de tener un espacio donde vivir o asistir a talleres y actividades adecuadas para su edad, están aprendiendo a ser autónomos y a desarrollar otras facetas. Alan, Cecilia, Gonzalo y varios otros con discapacidad cognitivas como síndrome de down o autismo, esperan ansiosos en la entrada del café. Aguardan la llegada de los primeros clientes de la tarde con una amplia sonrisa y un poco de nerviosismo.

Cultura ciclista

Otro de los atractivos de este café es que posee un taller de bicicletas y ofrece una revisión gratuita a los clientes. Oscar Urrutia es el administrador y coordinador de Tebicité y ha sido testigo de la reacción de los primeros clientes.

“Ha sido un poco rupturista el tema, nos hemos encontrado con un montón de trabas. Ha significado para los chiquillos que vienen acá, que trabajan acá, que ejercen un rol laboral, un cambio sustancial en su conducta, en adquirir nuevas habilidades, etcétera. Para mi ha significado un cambio radical porque yo vengo de un mundo corporativo donde trabajé 20 años y ha sido totalmente distinto y enriquecedor para ambos. Pensaba que iba a ser yo el que iba aportar más acá, pero me han aportado más a mí que lo que yo he podido lograr”, reconoce emocionado Óscar Urrutia.

Esta tarde, Karen Escobar, una vecina que pasaba por el lugar, decidió pedir un presupuesto para arreglar su bicicleta y aprovechó de conocer la idea central del café. “En el fondo hay un sentido detrás de lo que están haciendo, además del servicio por el tema de las bicicletas, pero me parece fantástico. Creo que debieran hacerle más difusión porque me parece que un proyecto así debiese tener mayor cabida y que se pudiera replicar, porque me parece una muy buena iniciativa”, dice Escobar.

Para facilitar el trabajo de los usuarios de la fundación, Te bicité ha creado distintos sistemas prácticos y creativos. Uno de ellos es una carta en la que los clientes pueden marcar con una cruz el círculo que corresponde a su pedido y también indicar el color de su mesa. Un distintivo muy útil considerando que la mayoría de los usuarios no sabe leer ni escribir.

Gonzalo es uno de los usuarios del café y luego de capacitarse por varios meses, trabaja como asistente en la caja, aunque dice con orgullo que “si es necesario ayudar apoyo cuando no esté algún anfitrión”.

Cada vez que un nuevo cliente cruza la puerta de Te bicité los usuarios tienen la posibilidad de avanzar en su desarrollo, de experimentar lo que un ciudadano común vive cada vez que se siente realizado y autónomo. La directora de la fundación, Solange Vallejos, lo ha visto en situaciones que para cualquier podría ser un trámite común, pero para ellos quizás a los 40 o 50 años, es la primera vez lo viven.

“El día que le entregamos la liquidación de sueldo a una de las trabajadoras, tuvimos que explicarle también qué dice esa liquidación: ‘esto es lo que tú ganaste, esto es lo que se descuenta legalmente’. Una de ellas recibió como 60 mil pesos y nos pregunta: ¿cuántos billetes verdes son 60 mil pesos?, entonces Óscar, que es el coordinador, le dice: 60. Y ella respondió: ‘¿me estai leseando?, ¡Eso es mucho!’, respondió la usuaria”, relata divertida Solange Vallejos.

Cecilia Yañez, es otra de las usuarias de la Fundación Crescendo y se está desarrollando como una entusiasta cocinera. “Me siento más tranquila, relajada, me gusta lo que estoy haciendo, me da alegría porque comparto con mis compañeros”, dice Yañez y aprovecha la ocasión para promocionar las delicias que ofrece la carta que con tantas ganas cocina: panqueques, torta de zanahoria, cheesecake, té y café.

Te bicité, abre sus puertas de lunes a viernes entre las 17:00 y 21:00 horas y nos plantea un desafío: renunciar al ritmo frenético de la ciudad para aceptar los tiempos de Alan, Gonzalo o Cecilia, para comenzar a mirarnos como iguales aceptando nuestras diferencias.

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