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Crónica| Playa Ancha, el patrimonio y la gentrificación

Es el cerro que concentra un tercio de la población de Valparaíso, donde a través de una iniciativa ciudadana se busca recuperar el valor patrimonial e identitario. Una manera de luchar contra la gentrificación, un fenómeno mundial que amenaza con estilizar y aumentar el costo de vida en los barrios tradicionales.

Yasna Mussa

  Viernes 11 de noviembre 2016 12:17 hrs. 
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El pasado 23 de octubre, día de las elecciones municipales, Valparaíso llamó la atención nacional e internacional. Las portadas de la mañana siguiente destacaban a uno de los rostros del Movimiento Autonomista, el joven abogado Jorge Sharp, quien fuera de todo pronóstico conquistó el sillón edilicio con el 53% de los votos. Lo de Sharp era simbólico no sólo por el golpe que significó para el duopolio político, sino también porque se trataba de un candidato que surgió desde las bases, elegido en una asamblea ciudadana alternativa que se gestó en el Pacto La Matriz.

Valparaíso, postal ícono de Chile, con cerca de 250 mil habitantes según el censo de 2012, es una ciudad llena de contrastes. En 2003 su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, al mismo tiempo que ha debido enfrentar voraces incendios, grandes problemas con la basura y el orden; sucesivas administraciones marcadas por la corrupción y, sobre todo, una gran deuda municipal.

Pero esta tarde, como cada semana, un grupo de vecinos se reúne en una antigua y enorme casona construida por el arquitecto Esteban Harrington, cuya obra ha marcado el carácter de la identidad arquitectónica del puerto. En este cerro, el más grande de Valparaíso y ubicado al sur de la ciudad, se concentra gran parte de la historia fundamental y por lo mismo sus vecinos se dan cita para rescatar y potenciar su legado. Para eso han creado la Mesa Territorial de Desarrollo de Playa Ancha (MTD)., la cual consiste en “un convenio que firma la universidad de Playa Ancha con el ministerio de Educación para vincularse con el territorio de una manera distinta que va más allá de lo que conocemos normalmente como extensión universitaria”, explica Pedro Aguilar, uno playanchino que participa activamente en la iniciativa

“La Universidad de Playa Ancha, en una actitud absolutamente inédita, congrega a instituciones y organizaciones sociales de todo tipo: clubes deportivos, centros culturales, juntas de vecinos, asociación de comerciantes y, además, a personas particulares, playaanchinos que quieran participar en esta mesa”, enfatiza Aguilar.

En la MTD se dan cita más de 30 organizaciones que buscan potenciar este particular cerro que más bien tiene características de una isla: Desde todos sus rincones se ve el mar y resalta la fuerte identidad de, lo que llaman, la República Independiente de Playa Ancha.

Su rico pasado se ve reflejado en su arquitectura, en las marcas del tranvía, en los adoquines de la amplia avenida Gran Bretaña, en las boticas de antaño y en otros locales íconos donde el tiempo parece haberse detenido. Sus vecinos, celosos de la tradición y de la importancia del comercio local, quieren defender lo que consideran suyo.
“Uno empieza a darle valor patrimonial a hitos del territorio pero de pronto esto se puede convertir en inversiones extrañas, que pueden ser nacionales o internacionales que van llegando al sector, van cambiando el modelo y terminan haciendo que se pierda la identidad de lo que pretendemos proteger. Estamos luchando para que se protejan los verdaderos valores que nosotros hemos identificado, sin que se produzca esta gentrificación”, dice Pedro Aguilar

¿Qué es la gentrificación? Puede ser un concepto, una palabra de moda en Europa, pero sin duda un fenómeno que ocurre en todo el mundo. Viene del inglés, donde el término gentry se refería a una clase social que en su origen era británica y a la que pertenecían miembros de la nobleza baja y media, parte de la burguesía tradicional. Por eso se interpreta a este fenómeno como “un aburguesamiento” urbano en zonas que históricamente fueron más bien populares.

Al valorar su herencia patrimonial, los precios aumentan y los vecinos de toda la vida viven las consecuencias. Con ello llegan los cafés, los hoteles boutiques, los restaurantes y una serie de atractivos externos que interrumpen el ambiente local y de bajo perfil. Es lo que ha pasado en sitios como el cerro Concepción o el cerro Alegre. Es lo que no quieren que suceda en Playa Ancha.
Combatir la gentrificación es una de las principales cruzadas de los vecinos y vecinas que se reunen esta tarde de primavera en la casona diseñada por Harrington y en ese camino se han propuesto recuperar el histórico Teatro Odeón. Se trata de un espacio que cerró sus puertas en 1974 y cuya fachada marcada por el abandono está lejos de reflejar lo que significó para varias generaciones de playanchinos.

“Va acompañado un poco no sólo con lo significa no sólo la reconstrucción histórica de lo que fue ese espacio o de lo que sucedió con él en el futuro, de por qué de repente se acabó lo que representaba ese lugar. Es importante de alguna manera porque no es gratuito que en un mismo espacio hayan convivido durante décadas una sala de cine y este teatro juntos. Entonces igual es llamativo, es algo poco usual. O sea, te creo en el plan de Valparaíso, pero ¿en un cerro?. Eso significa que había un increíble bagaje o necesidades culturales de una misma población”, dice Rodrigo Márquez Barrueto, playanchino que se ha dedicado a la gestión cultural, con estudios en cine y un currículum en el que figura la recuperación del famoso teatro Condell de Valparaíso.

Esta tarde, Márquez le explica a sus vecinos cuáles serán los pasos a seguir y los datos duros para anticipar la jugada. Para eso, la MTD tiene como objetivo comprar y recuperar el teatro, pero no sin antes conocer bien el terreno que están pisando y las demandas de sus coterráneos.
“El plan por sobre todas las cosas tiene que ver para qué vamos a comprar el teatro. Para eso nos basamos en hartas cosas, por ejemplo, más allá de mejorar la calidad de vida de la gente, mediante la integración de la cultura de su comunidad como parte también de lo que significa revitalizar un barrio mediante el mismo teatro o experiencias similares como, por ejemplo, el barrio de Gracia en Barcelona, cosas así, en las cuales el posicionamiento de un espacio cultural permite la reactivación económica y social”, explica Márquez.

Dos vecinas se suman tarde a la reunión local. Vienen de otro espacio de participación, en el plan de Valparaíso y comentan las novedades. Están reuniendo firmas para declarar como zona típica las torpederas de Playa Ancha. Dicen que deben plantear la pregunta: ¿Cuál es la playa que soñamos?

Acorde a sus sueños, han ido conociéndose e intercambiando en espacios como www.plazawaddington.cl, una plataforma digital creada para potenciar la vida de barrio y recuperar el relato oral de sus habitantes. Al igual que con el Pacto La Matriz y la gestación del proyecto municipal, Pedro Aguilar cree que este tipo de espacios y la elección de Jorge Sharp, confirman la importancia de reforzar la participación ciudadana horizontal.

“Yo creo que vamos a tener una lluvia de consultas ciudadanas y a mí me parece muy bien. Es una manera de administrar, de empujar esta ciudad, de empujar Valparaíso con una visión de futuro que, lamentablemente, yo por lo menos estaba echando de menos desde hace mucho tiempo. Nosotros conocemos la realidad de Valparaíso, conocemos de las administraciones que se fueron quedando atrás en administrar lo poco que teníamos, los pocos recursos que podemos manejar como ciudad, sin tener una visión de futuro o sin aclarar para dónde vamos o qué quiere la ciudadanía”, dice Aguilar.

Entre jubilados, dueñas de casa, profesionales jóvenes y mayores, estudiantes y voluntarios, los playanchinos se organizan. Revisan documentos y postulan a diferentes iniciativas que les aseguren proteger lo que consideran su espacio, el que protegen como a un tesoro. Una herencia intangible.

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