Sacerdotes abordan los desafíos de Santiago Silva en la Conferencia Episcopal

El llamado es poner la atención en la gente y reconstruir el vínculo con la ciudadanía, con los más necesitados.

El llamado es poner la atención en la gente y reconstruir el vínculo con la ciudadanía, con los más necesitados.

Diálogo, responsabilidad y misericordia: por un Chile más justo, esa fue la conclusión de la Asamblea Plenaria 112 de la Conferencia Episcopal. La declaración emitida desde Punta de Tralca confirma la dirección que quiere tomar la Iglesia Católica por los próximos tres años, tiempo que será liderada por el sacerdote jesuita Santiago Silva, el obispo castrense que presidirá la Conferencia Episcopal, hasta ahora comandada por el Cardenal Ezzati.

Los desafíos son muchos y Silva lo sabe. En sus primeras declaraciones, el prelado comprometió sus trabajos para la venida del Papa Francisco; además destacó el rol de diálogo que tendrá con otras religiones: “Con las otras iglesias hay diálogos, pero tal vez deberían ser más intensos, eso no ha ocurrido por problemas de ellos y nuestros también. Lo ideal es acercar posiciones”. Declaración que iría en línea con lo planteado por el Sumo Pontífice quien les reconoció haberles devuelto Dios al pueblo.

En definiciones más políticas, los obispos mostraron su preocupación por la alta abstención electoral, por el desinterés por los más pobres y por el avance del proyecto que despenaliza el aborto en tres causales.

El biblista

“Entre los posibles elegidos, me parece un buen nombre”. Para Álvaro Ramis, Doctor en Ética y Democracia y especialista en teología contextual, su perfil de formación lo hacen más cercano a la gente.

“No podemos esperar de un obispo un giro muy espectacular de lo que es la Conferencia Episcopal, tampoco podemos creer que vaya a haber una discontinuidad muy grande. Sin embargo, frente a todos los posibles candidatos, me parece un hombre sensato, que cuida las palabras. Los obispos que estudiaron biblia suelen tener una posición más abierta. Santiago Silva es biblista y eso, por vocación académica, lo hace una persona más abierta a discusiones interdisciplinares y sabe que hay que contar la legitimidad pública para poder actuar”.

Misma sensación tiene el Vicario de la Pastoral Social y de los Trabajadores, Andrés Moro. El sacerdote destacó la buena relación que el obispo Silva tiene con sus pares, pero también con las comunidades con las que ha trabajado. “Siempre una persona más joven ayuda a imponer una mirada más nueva”, dijo marcando una diferencia con lo que fue la conducción de Ricardo Ezzati.

El Vicario apuesta a que lo del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal va a ser una continuidad de lo hecho en el sexenio anterior, pero impregnado por su juventud y su dedicación a la enseñanza de la palabra de Dios.

Acusaciones en su contra

Desde 2011 circulan declaraciones de ex seminaristas que lo acusan de encubrir delitos de abuso sexual. Uno de los relatos más conocidos es el de Sebastián del Río, quien llegó incluso a Roma con la denuncia en donde explicitó que en 2004 Silva fue puesto al tanto de su acusación por acoso en contra del ex rector del Seminario San Rafael, Mauro Ojeda y que la situación fue desestimada por el ahora líder de la Conferencia Episcopal.

A esta situación se suma la de M. Soto y Mauricio Pulgar, otros dos ex seminaristas que compartieron con Santiago Silva en en los tiempos en que se desempeñaba como formador en el Pontificio Seminario Mayor San Rafael de la diócesis de Valparaíso, entre 1980 y 2002, y como obispo auxiliar de Valparaíso, entre 2002 y 2015. Al igual que en la denuncia anterior, los jóvenes aseguran que no se investigó la situación.

Para el capellán del Hogar de Cristo, Pablo Walker “es posible que muchos de los obispos que hayan ejercido en alguna diócesis donde hayan habido procesos canónicos o situaciones de abuso que hayan sido investigados o no, sean escrutados por la opinión pública al respecto. Nos pasa también a los religiosos con algún grado de responsabilidad de gobierno. Lo que me parece más importante de todo es lograr que un arzobispo sea reconocido por su comunidad, independiente que pueda haber voces que encaren su pertinencia de su nombramiento dado que, durante el periodo que él era pastor de determinada diócesis, hubo situaciones que se considera que no fueron suficientemente investigadas”.

Álvaro Ramis, en tanto, dijo desconocer las acusaciones, pero “en caso que éstas sean verídicas, no sería adecuado su nombramiento”.

El llamado del Papa Francisco

La figura del Sumo Pontífice ha calado hondo en diversas latitudes. Sus gestos y discursos recogen a los olvidados y condenan, cada vez con más firmeza, a los poderosos y privilegiados. Por eso, el desafío de la Iglesia local es acercarse a su llamado.

En ese sentido, a juicio de Ramis, la figura de Ezzati sentó un mal precedente: “Él fue bastante negativo. Profundizó la crisis de la imagen de la iglesia al ser bastante activo en campañas orientadas a limitar los alcances que la ciudadanía demanda, principalmente, en el caso de la Reforma Educacional donde ha estado del lado contrario de la ciudadanía, siendo partidario del status quo y, también, los mal llamados temas valóricos. En ese campo, más allá él tenga derecho a dar su opinión, no ha respetado la autonomía moral de las personas”.

En tanto, el Capellán del Hogar de Cristo llama a sacar al Dios del dinero desde la Iglesia y volver a poner el centro a los más necesitados, a quienes se les viola sistemáticamente sus derechos humanos como los pensionados o los niños del Sename. “Hay que hacer un ayuno de palabras y ser mucho más exigentes en las obras”, esa es la única forma de reconstruir el vínculo con la ciudadanía.

El sacerdote Andrés Moro pidió profundizar la comunicación con “los hombres y mujeres. Sintonizar con los problemas de hoy y poder ser voz si los sin voz. La Iglesia Católica debe seguir preocupada de los desafíos actuales: migrantes, adultos mayores, niños vulnerados”.

En la otra vereda, Mariano Puga, reconocido por su lucha en contra de la Dictadura cívico militar, aseguró que mientras siga rigiendo la iglesia de los obispos nombrados por Juan Pablo Segundo, nada va a cambiar: “las semillas del Papa Francisco se verán en otros tiempos. Hoy seguimos regidos por la Iglesia del ayer”.





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