“Lo impactante es que desde hace un poco más de 15 años todos los gobiernos sudamericanos han colocado el extractivismo en el centro de sus estrategias de desarrollo”.
Así de enfático fue el integrante del Centro Latino Americano de Ecología Social, CLAES, Eduardo Gudynas, quien indicó que indiferente de la corriente política de sus presidentes, estos han dado luz verde a la sobreexplotación de los recursos naturales en áreas como la minería, el petróleo y la agricultura. “Repitiéndose en todo el cono sur las consecuencias ambientales, sociales, políticas y económicas”.
Indicó que bajo mandatos conservadores, el argumento es el crecimiento económico, sin embargo, bajo los gobiernos progresistas es distinto.
Gudynas aseveró que en este tipo de mandatos se invoca mayor presencia del Estado y legitima la explotación para atacar la pobreza imperante, pero al final “no todo el dinero captado va a los pobres, ni siquiera se transforma en un aporte fundamental para sostener a las economías nacionales”.
“Esa izquierda no ha logrado explorar otras estrategias de desarrollo, propia dependencia de un estilo de desarrollo convencional basado en exportar recursos naturales, porque necesitó la plata para mañana, no le dio tiempo, no tuvieron capacidad o no quisieron explorar otras opciones y además porque esa estrategia se dio en un contexto de altos precios de las materias primas que permitía altos ingresos al Estado”, detalló.
En conversación con Radio y Diario de la Universidad de Chile, el ex secretario ejecutivo del CLAES y autor de una decena de libros sobre el problema ecológico social, agregó que al final el propio Estado termina subsidiando actividades de explotación y a las propias empresas.
“Entonces, sea por la senda conservadora o la progresista, todos terminan dependientes de la globalización, porque es allí donde tienen que vender sus materias primas; se subordinan cada vez más a la búsqueda de inversores extranjeros”, recalcó.
El académico uruguayo, Eduardo Gudynas, indicó que una salida a esta situación repetida en toda América Latina es la profundización de la democracia.
“Para ellos la democracia es electoral, una vez que sea elegido como presidente puede hacer lo que quiera durante su gobierno y no tiene por qué estar consultando cada paso que da. Entonces es una democracia enflaquecida. Mientras que la izquierda de los 90 y a principios de los 2.000, era radicalizar la democracia, plebiscitos, consultas en lo nacional, en lo municipal, referéndum, etcétera, es decir, mecanismos continuos de vínculo con el electorado, con la ciudadanía, y eso se ha roto”, argumentó.
El integrante del Centro Latino Americano de Ecología Social, agregó que la clave está en poder cruzar desde la demanda local a una propuesta política nacional de alternativas al desarrollo convencional.
“El sentido es estar comprometidos con la justicia social, pero además sumándole un componente de justicia ecológica, un ingrediente ineludible para una renovación de la izquierda en el siglo 20”, finalizó.