En 1973 más de mil doscientos prisioneros políticos fueron trasladados a Chacabuco, antigua oficina salitrera que fue transformada en un campo de concentración luego del golpe de Estado.
Allí, en medio del desierto de Atacama, los reclusos enfrentaron la tortura, el alejamiento de sus familias y el estricto régimen de los militares. Sin embargo, en medio de su dolor, diseñaron todo un aparato cultural que con el tiempo se convirtió en su única forma de sobrevivencia.
Hoy, esa experiencia artística vivida al interior de la salitrera es retratada en el documental La resistencia de los metales de la historiadora Francisca Durán y el cineasta Roberto Riveros.
“Chacabuco es bastante particular, porque fue una salitrera que funcionó hasta el ’40. Entonces, los presos políticos llegaron a ocupar los antiguos vestigios de esta ciudadela y, de alguna manera, la configuración o el diseño urbano de Chacabuco les permitió mantener un tipo de sociabilidad distinto al de otros campos de concentración, porque ahí los presos estaban en casas de diez personas, podían visitarse entre vecinos y podían caminar libremente entre comillas”, comentó la investigadora Francisca Durán.
“Y también el hecho de que estuvieran tan aislados generó una especie de complicidad con las autoridades del campo. Es decir, ahí también se dio una relación con los carceleros”, añadió.
La película se basa en los testimonios de siete ex presos políticos de Chacabuco y aborda las múltiples actividades ligadas al teatro, la música y la poesía que se efectuaron en el lugar.
De esta manera, cuenta la historia de Mario Molina, autor del libro Teatro en Chacabuco y promotor de la dramaturgia al interior del recinto; Jorge Montealegre, poeta y periodista; Ernesto Parra, iniciador de los conjuntos musicales del campo de concentración; “El caliche”, artesano y comediante; Hugo Valenzuela, director de los espectáculos dominicales; Guillermo “Memo” Orrego y Juan Sáez, versátil dibujante y escenógrafo de las actividades artísticas desarrolladas en Chacabuco.
En esta línea, Francisca Durán indicó que la realización de estas expresiones se produjo porque “primero las autoridades le pidieron a los presos formar una instancia donde pudiesen organizarse”.
“Por ello, los prisioneros crearon el Consejo de Ancianos y, en ese sentido, comenzó a surgir de manera espontánea el interés de las personas que, por ejemplo, eran músicos y querían juntarse a ensayar”, explicó la historiadora.
Sin embargo, pese a este ambiente Francisca Durán sostuvo que en Chacabuco siempre estuvo presente la violencia.“Hubo mucho juego psicológico respecto de mantenerlos ahí, de que no supieran hasta cuando iba a durar esto. La lejanía del lugar también los hizo estar en una desesperación permanente en relación a sus familias. Entonces, hasta que no empezaron a llegar las primeras cartas de sus familiares, pensaron que la vida terminaba ahí y que la vida de sus familiares también estaba en peligro”, recalcó.
El pre estreno de La Resistencia de los Metales se realizará el jueves 1 de diciembre a las 19:00 horas en el edificio Les Halles (María Luisa Santander #443, Providencia). La entrada es gratis. Posteriormente, el documental volverá a ser presentado en abril de 2017 en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
En 1973 más de mil doscientos prisioneros políticos fueron trasladados a Chacabuco, antigua oficina salitrera que fue transformada en un campo de concentración luego del golpe de Estado.
Allí, en medio del desierto de Atacama, los reclusos enfrentaron la tortura, el alejamiento de sus familias y el estricto régimen de los militares. Sin embargo, en medio de su dolor, diseñaron todo un aparato cultural que con el tiempo se convirtió en su única forma de sobrevivencia.
Hoy, esa experiencia artística vivida al interior de la salitrera es retratada en el documental La resistencia de los metales de la historiadora Francisca Durán y el cineasta Roberto Riveros.
“Chacabuco es bastante particular, porque fue una salitrera que funcionó hasta el ’40. Entonces, los presos políticos llegaron a ocupar los antiguos vestigios de esta ciudadela y, de alguna manera, la configuración o el diseño urbano de Chacabuco les permitió mantener un tipo de sociabilidad distinto al de otros campos de concentración, porque ahí los presos estaban en casas de diez personas, podían visitarse entre vecinos y podían caminar libremente entre comillas”, comentó la investigadora Francisca Durán.
“Y también el hecho de que estuvieran tan aislados generó una especie de complicidad con las autoridades del campo. Es decir, ahí también se dio una relación con los carceleros”, añadió.
La película se basa en los testimonios de siete ex presos políticos de Chacabuco y aborda las múltiples actividades ligadas al teatro, la música y la poesía que se efectuaron en el lugar.
De esta manera, cuenta la historia de Mario Molina, autor del libro Teatro en Chacabuco y promotor de la dramaturgia al interior del recinto; Jorge Montealegre, poeta y periodista; Ernesto Parra, iniciador de los conjuntos musicales del campo de concentración; “El caliche”, artesano y comediante; Hugo Valenzuela, director de los espectáculos dominicales; Guillermo “Memo” Orrego y Juan Sáez, versátil dibujante y escenógrafo de las actividades artísticas desarrolladas en Chacabuco.
En esta línea, Francisca Durán indicó que la realización de estas expresiones se produjo porque “primero las autoridades le pidieron a los presos formar una instancia donde pudiesen organizarse”.
“Por ello, los prisioneros crearon el Consejo de Ancianos y, en ese sentido, comenzó a surgir de manera espontánea el interés de las personas que, por ejemplo, eran músicos y querían juntarse a ensayar”, explicó la historiadora.
Sin embargo, pese a este ambiente Francisca Durán sostuvo que en Chacabuco siempre estuvo presente la violencia.“Hubo mucho juego psicológico respecto de mantenerlos ahí, de que no supieran hasta cuando iba a durar esto. La lejanía del lugar también los hizo estar en una desesperación permanente en relación a sus familias. Entonces, hasta que no empezaron a llegar las primeras cartas de sus familiares, pensaron que la vida terminaba ahí y que la vida de sus familiares también estaba en peligro”, recalcó.
El pre estreno de La Resistencia de los Metales se realizará el jueves 1 de diciembre a las 19:00 horas en el edificio Les Halles (María Luisa Santander #443, Providencia). La entrada es gratis. Posteriormente, el documental volverá a ser presentado en abril de 2017 en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
En 1973 más de mil doscientos prisioneros políticos fueron trasladados a Chacabuco, antigua oficina salitrera que fue transformada en un campo de concentración luego del golpe de Estado.
Allí, en medio del desierto de Atacama, los reclusos enfrentaron la tortura, el alejamiento de sus familias y el estricto régimen de los militares. Sin embargo, en medio de su dolor, diseñaron todo un aparato cultural que con el tiempo se convirtió en su única forma de sobrevivencia.
Hoy, esa experiencia artística vivida al interior de la salitrera es retratada en el documental La resistencia de los metales de la historiadora Francisca Durán y el cineasta Roberto Riveros.
“Chacabuco es bastante particular, porque fue una salitrera que funcionó hasta el ’40. Entonces, los presos políticos llegaron a ocupar los antiguos vestigios de esta ciudadela y, de alguna manera, la configuración o el diseño urbano de Chacabuco les permitió mantener un tipo de sociabilidad distinto al de otros campos de concentración, porque ahí los presos estaban en casas de diez personas, podían visitarse entre vecinos y podían caminar libremente entre comillas”, comentó la investigadora Francisca Durán.
“Y también el hecho de que estuvieran tan aislados generó una especie de complicidad con las autoridades del campo. Es decir, ahí también se dio una relación con los carceleros”, añadió.
La película se basa en los testimonios de siete ex presos políticos de Chacabuco y aborda las múltiples actividades ligadas al teatro, la música y la poesía que se efectuaron en el lugar.
De esta manera, cuenta la historia de Mario Molina, autor del libro Teatro en Chacabuco y promotor de la dramaturgia al interior del recinto; Jorge Montealegre, poeta y periodista; Ernesto Parra, iniciador de los conjuntos musicales del campo de concentración; “El caliche”, artesano y comediante; Hugo Valenzuela, director de los espectáculos dominicales; Guillermo “Memo” Orrego y Juan Sáez, versátil dibujante y escenógrafo de las actividades artísticas desarrolladas en Chacabuco.
En esta línea, Francisca Durán indicó que la realización de estas expresiones se produjo porque “primero las autoridades le pidieron a los presos formar una instancia donde pudiesen organizarse”.
“Por ello, los prisioneros crearon el Consejo de Ancianos y, en ese sentido, comenzó a surgir de manera espontánea el interés de las personas que, por ejemplo, eran músicos y querían juntarse a ensayar”, explicó la historiadora.
Sin embargo, pese a este ambiente Francisca Durán sostuvo que en Chacabuco siempre estuvo presente la violencia.“Hubo mucho juego psicológico respecto de mantenerlos ahí, de que no supieran hasta cuando iba a durar esto. La lejanía del lugar también los hizo estar en una desesperación permanente en relación a sus familias. Entonces, hasta que no empezaron a llegar las primeras cartas de sus familiares, pensaron que la vida terminaba ahí y que la vida de sus familiares también estaba en peligro”, recalcó.
El pre estreno de La Resistencia de los Metales se realizará el jueves 1 de diciembre a las 19:00 horas en el edificio Les Halles (María Luisa Santander #443, Providencia). La entrada es gratis. Posteriormente, el documental volverá a ser presentado en abril de 2017 en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
