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Reserva Federal: dólar más fuerte afectará el consumo

Pareciera, pues, que la decisión de la FED, más que por la salud de la economía mundial, está marcada sobre todo por la victoria de Trump y las políticas que éste podría poner en marcha a contar de su asunción, pues se espera que el nuevo mandatario incremente el gasto público y rebaje impuestos, lo que llevará a una continua apreciación del dólar norteamericano respecto de otras monedas.

Roberto Meza

  Lunes 19 de diciembre 2016 14:16 hrs. 
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Tal como se preveía, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) aumentó las tasas de interés de instancia en 0,25 por ciento, lo que las situará entre el 0,5 por ciento y el 0,75 por ciento, un incremento que se produce justo un año después que las elevara por primera vez en una década, el 16 de diciembre de 2015.

Mediante la decisión, la FED ha dado señales en busca de incentivos que permitan hacer frente a la ya prolongada desaceleración provocada por la profunda crisis financiera iniciada en 2008, tras el reventón de las hipotecas subprime. Después de un año de intentar dichos incrementos, solo las recientes cifras de inflación y empleo parecen haber recomendado, por fin, dicho paso, el que durante los últimos 12 meses estuvo siempre rodeado de circunstancias en las que la FED terminaba frenando el incremento.

Asimismo, la FED ha anticipado tres nuevos aumentos de tasa durante el 2017, sosteniendo una tendencia gradual que estarían apuntando a un guarismo meta de 1,4 por ciento, lo que ha fortalecido la divisa, atrayendo dólares hacia papeles de Tesoro, aunque, en paralelo, también haciendo caer el rendimiento de las bolsas.

Así las cosas, las políticas monetarias del FED y el BCE van ahora en direcciones opuestas, por lo que las divisas han reaccionado precipitando una cada vez más cercana paridad euro-dólar.

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Hasta ahora, las turbulencias financieras de China reacomodando su economía hacia el consumo interno; la intempestiva salida del Reino Unido de la Unión Europea y todos sus vericuetos nacionales y efectos en el continente; la caída de la cotización del barril de petróleo y los esfuerzos de la OPEP por recuperar su precio; la porfiada crisis económica, reducción del comercio y su impacto en el auge del populismo, nacionalismo y aislacionismo en algunos países; más los resultados de las elecciones de EE.UU. y un cierto consenso global sobre los nocivos efectos de un dólar fuerte, habían retrasado la decisión del aumento de las tasas.

El Fondo Monetario (FMI), por su parte, había advertido a la FED que las perspectivas mundiales continúan a la baja, con riesgo real de una economía global con bajo crecimiento. De allí que, como era previsible, tras la determinación de la FED, el euro ha marcado mínimos de 13 años, lo que si bien mejora las perspectivas exportadoras de Europa, encarece la vida de los usuarios del euro. Aquello, empero, no ha evitado que Mario Draghi, presidente del BCE, haya insistido en que no habrá retirada de los estímulos monetarios, ampliando el programa de compra de activos durante al menos 9 meses más, provocando una caída adicional del euro.

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Es cierto que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de EEUU ha estado aumentando durante todo el año y la inflación se ha ido acercando a la meta de la FED (2 por ciento), lo que unido a los buenos datos de empleo (271 mil nuevos puestos en noviembre y tasa nacional del 5 por ciento) ha recomendado el alza de los tipos. Pero la actividad en EE.UU. no es precisamente consistente y un aumento del valor de sus exportaciones, dado un dólar fuerte y la menor actividad mundial, puede estancar la tendencia actual, mientras que países exportadores como Chile, también ven afectados sus envíos al cotizarse en dólares más caros, en un entorno de mercados relevantes, como Asia o Europa, con escaso crecimiento y menor poder de compra.

Pareciera, pues, que la decisión de la FED, más que por la salud de la economía mundial, está marcada sobre todo por la victoria de Trump y las políticas que éste podría poner en marcha a contar de su asunción, pues se espera que el nuevo mandatario incremente el gasto público y rebaje impuestos, lo que llevará a una continua apreciación del dólar norteamericano respecto de otras monedas. En el hecho, el euro ha descendido alrededor del 2 por ciento y más de un 4,5 por ciento desde que Trump ganó las elecciones, aunque el mercado ya venía descontando el aumento de las tasas, fortaleciendo al dólar, fenómeno que también se observa en Chile, incidiendo en los precios de las importaciones y en el estándar de vida de los consumidores.

Y como se supone que, en función de lo que haga Trump, la FED cumplirá esta vez con sus anuncios de nuevas alzas en el año -lo que no consiguió en 2016-  el impacto de los estímulos fiscales se reflejará en mayores tasas a corto y largo plazo y un dólar aún más fuerte, al tiempo que las medidas del Central Europeo (BCE) tenderán a debilitar el euro frente al dólar, una situación parecida a la que podría vivir el peso chileno si es que el Central chileno baja sus tipos en 2017 para apalancar una mayor actividad interna y reduce el gap de tasas Chile-EEUU, afectando el atractivo de ahorro en dólares en el país. En tal caso, la divida podría escalar nuevamente a niveles cercanos a los 700 pesos, encareciendo la canasta de compras de los chilenos.

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