Diario y Radio Universidad Chile

Escritorio

Sergio “Tito” Guzmán y su lucha por conservar el teatro de títeres

El artista, que fue distinguido como Tesoro Humano Vivo 2016, es crítico al relatar la realidad del teatro de muñecos en el país. "Es un sueño que exista una ley que nos apoye. El titiritero es un artista completísimo: es escultor, es pintor, es músico", comenta.

Abril Becerra

  Jueves 29 de diciembre 2016 17:48 hrs. 
sergio-guzman

Compartir en

Sergio “Tilo” Guzmán (81) creció en la provincia de Malleco y desde muy pequeño se interesó por los títeres. Cuando no tenía más de 10 años jugaba cerca de un riachuelo y formaba figuras con la greda que estaba al borde del arroyo.

A los siete años, sin embargo, un evento influyó su vida: la visita de una compañía de títeres uruguaya. Él junto a un amigo asistió a la primera función y de inmediato lo supo: quería dedicarse al teatro de muñecos.

Con los años, Sergio comenzó a participar en actividades culturales en los colegios hasta llegar a estudiar Teatro.

En los años 70 su pasión lo llevó a levantar, junto a su esposa Luisa Flores, El Castillo, un teatro móvil que hasta 2004 recorrió distintas playas del país.

teatro-castillo

Teatro El Castillo.

Durante la administración de la Unidad Popular, Sergio “Tito” Guzmán formó parte también de “Los Saltamontes”, agrupación que promovió el arte y la cultura en las zonas más desprotegidas del país.

Con la Dictadura el grupo artístico debió disolverse, por lo que el cultor comenzó a trabajar para el Canal 11 con el programa “Los Bochincheros”. Luego, formó parte de “Teleduc” de Canal 13.

El pasado miércoles, en tanto, su labor fue distinguida por el Consejo de la Cultura y las Artes (CNCA).

En una ceremonia en la que también participaron la tejendera y matriarca de la comunidad Colla, Basilia Escalante; la familia Marilicán y el colectivo Las Palomitas Blancas, Sergio Guzmán fue nombrado como Tesoro Humano Vivo.

“Siento un enorme orgullo por mi familia y por los titiriteros. Hay un grupo muy bueno con muchas ganas de salir adelante con todo lo difícil que es la profesión. Ellos son los más felices, porque los estoy representado. Soy el primer titiritero reconocido. Entonces por primera vez los títeres aparecen arriba como debió haber sido siempre, toda la vida. El titiritero es un artista completísimo: es escultor, es pintor, es músico. Todo lo complementa representándolo en un solo muñeco, pero atrás existe un tremendo artista”, dijo sobre el premio Sergio Guzmán.

Sergio "Tito" Guzmán con marionetas de papel maché.

Sergio “Tito” Guzmán con marionetas de papel maché.

¿Cómo comenzó a trabajar con los títeres?

Desde chico. Cuando aprendí a leer comencé a leer poesía y siempre en la escuela estaba actuando en los actos escolares, entonces estaba como preparándome para ser el titiritero que soy ahora. En el patio de una casa quinta que teníamos en la provincia de Malleco pasaba un riachuelo y sin saberlo la arena que había al lado era greda y ahí empecé a modelar cosas. Me estaba preparando para el futuro y siempre me atrajo el teatro, la actuación, la escena. A los 7 años había una compañía de títeres de Uruguay y tuve la oportunidad de ir a verla. Fui y vi la primera función de títeres y ahí quedé fascinado junto a otro amigo que después fue director de colegio, pero que también es titiritero.Después ya estudié teatro, pero siempre con la idea de montar mi teatro de muñecos.

¿Recuerda el primer títere que hizo?

¡Por supuesto! Lo primero que hice fue montar un cuento con Luisa, mi señora, que también fue la fundadora del teatro conmigo, y el primer cuento que hicimos se basó en un cuento de El Peneca. En ese entonces era el Cuento del Rey que no sabía sumar, cuento que todavía hago y que me lo piden en los colegios. Incluso, tengo el títere que hice entonces y que debe tener 58 años, pero siempre lo estamos reactivando. Ese es el primer personaje que hice. También, como todos los titiriteros de esa época, hice el cuento de Caperucita roja. Más tarde hicimos El castillo de los fantasmas, un cuento de aventura.

¿Cuántos títeres ha realizado?

Aproximadamente, entre 60 y 70. Eso es lo que hay entre la casa y mi taller ahora.

¿Existe alguno al que le tenga especialmente cariño? 

Hay varios, pero es como si me digieran a qué hijo le tengo más cariño. No se puede dejar afuera a alguno, pero si me acuerdo del Cocodrilo Tilo. Hay una anécdota sobre eso. Una vez me llamaron para colaborar con un programa de Antonio Vodanovic y la productora era Maitén Montenegro. Querían un títere que actuara con Antonio y yo pregunté si querían un humano u otra cosa y ahí salió la idea de hacer un cocodrilo, pero en reunión de pauta no les gustó el muñeco que hice. Después ellos hicieron una réplica de Antonio, pero yo guardé el muñeco. Después de varios años apareció una oportunidad en la Municipalidad de Ñuñoa para presentar un cuento ecológico. Yo no lo tenía, pero como tengo la cualidad de crear en cualquier momento, dije que sí y miré el muñeco y como que el cocodrilo me hizo morisquetas diciendo: Estoy aquí. Y ahí nació la idea de hacer un cuento que me ha dado mucha satisfacción: La historia del Cocodrilo Tilo.En el museo de títeres de Valparaíso hay una réplica también de este muñeco y ese es uno de los cuentos más emblemáticos que tengo.

¿Quiénes eran Los Saltamontes? 

Muchos de ese grupo desaparecieron, tuvieron mala suerte. Yo me libré porque después seguí trabajando en otras cosas, pero era un grupo que estaba 10 días en cada ciudad. Yo hacía títeres y teatro. Había artistas, deportistas, de todo. Estaba Roberto Parra entre ellos. Era un grupo muy bueno, pero nos querían degollar porque estábamos tratando de desprestigiar el ataque hacia la Unidad Popular. Nosotros íbamos concientizando a la gente en las poblaciones: yo con mis títeres y los otros con su arte. Entonces, había gente que quería hacer desaparecer a Los Saltamontes. Incluso, hubo un momento que tuve que quemar las fotos con el Chicho. Una de las fotos más lindas que pude haber tenido.

¿Cómo fue su paso por Los Bochincheros?

Al segundo o tercer año de Los Bochincheros me llamaron para apoyar con títeres el programa. Hice algunas creaciones y otras que me insinuaron ellos. Se suponía que esto era por unos meses pero finalmente se transformaron en 6 años. Aquí también hay una anécdota porque un día Don Francisco sacó un programa infantil compitiendo con Los Bochincheros. Memo me dijo entonces: Mira, Don Francisco trajo de Argentina un muñeco extraordinario. Yo le respondí: Pero si eso es igual a Topo Gigio. ¿Y tú puedes hacer algo así?, me preguntó Memo. ¡Pero claro que si”, le comenté y así hice un leoncito que se llamó Loncho y que lo movíamos entre cuatro. Incluso para darle más importancia dijeron que este muñeco lo habíamos traído desde Italia. Así le hicimos la competencia a Don Francisco.

¿Cuántos titiriteros existen en Chile?

Hace un tiempo y con mucho esfuerzo se formó una gran asociación que es la Asamblea Nacional de Titiriteros. En el país debe haber unos 500 sin contar a los que no se han acercado o trabajan de forma anónima, pero yo calculo que serían unos 800 en Chile y ya estamos superando a Argentina. Ellos han tenido muy buenos cultores, tienen escuelas donde dan títulos para titiriteros. Ojalá algún día lleguemos a eso. Es un sueño.

¿Cómo es el encantar a los niños ahora que están expuestos a otros factores como la televisión y la tecnología?

Ahora los niños son unos pequeños genios, cualquier interpretación la captan inmediatamente. Antes teníamos mucho miedo de que con la televisión nosotros fuéramos a desaparecer y, por el contrario, ahora enganchan mucho más. Lo que sí ha cambiado es la edad en que demuestra interés. Antes era desde los 5 años, ahora hasta las guagüitas prestan atención.

¿Qué medidas debieran tomarse para que los titiriteros no se extingan?

Tengo varios sueños. Siempre pienso que sería bueno que existiese una ley que obligara a la educación a considerar a los títeres. Sería un sueño, tendríamos hartos titiriteros, los colegas que a veces no tienen tanta pega, pero ahí tendríamos trabajo como profesor porque todos son maestros. Es un sueño que exista una ley que apoye el teatro de muñecos. Tendríamos un respaldo para nuestro grupo porque algunos se ganan un Fondart, ganan algunos pesos durante un tiempo y después, ¿qué pasa?. Sería bueno tener eso. Algunas instancias de Gobierno más constante para titiriteros. Tengo hartas ideas, talleres, y el sueño más grande es llegar a realizar el Festival de Teatro Nacional Escolar.

Síguenos en