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Valparaíso: Entre el patrimonio y la emergencia

Abandono, políticas públicas que no se estructuran y menos se aplican, construcciones en base a las históricas y permanentes emergencias que enfrenta la ciudad. Esos son los factores que se conjugan a juicio del dirigente del Colegio de Arquitectos porteño Sótero Apablaza, que permiten que incendios como el de comienzo de este 2017 se repitan.

Raúl Martínez

  Sábado 7 de enero 2017 10:05 hrs. 
View of houses in flames during a fire in Valparaiso, 110 km west of Santiago, Chile, on April 12, 2014. Authorities decreed a red alert for the area after the fire consumed more than 100 houses.   AFP PHOTO / ALBERTO MIRANDA CHILE-FIRE

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Las imágenes del incendio de los primeros días de este 2017 en Valparaíso son prácticamente sacadas de un archivo de lo ocurrido en abril de 2014. Hace tan sólo tres años ocurrió lo que fue calificado como el “megaincendio” que dejó varios cerros devastados, casi mil hectáreas consumidas por las llamas y una serie de deudas para evitar lo sucedido.

Pero las soluciones nunca llegan a Valparaíso.

Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO, la ciudad nacida frente al Océano Pacífico y entremedio de los cerros, una y otra vez es testigo de catástrofes que afectan siempre a los mismos, los más pobres.

El arquitecto Sótero Apablaza, sostiene que existe abandono por parte de las autoridades hacia Valparaíso. Para eso recurre a su historia, la que cuenta además de los incendios, varios terremotos.

“Después del terremoto de 1906 se replanteó la ciudad hasta una cota más o menos 100 metros sobre el nivel del mar, lo que hoy día conocemos como el Camino de Cintura, la Avenida Alemania. Y de ahí para abajo está relativamente estructurada una ciudad, tanto en el plan como los cerros. Se hicieron construcciones, se hizo esta misma circunvalación del Camino de Cintura, la Avenida Alemania, y se hicieron las principales vías estructurales desde el plan hacia los cerros. Y se desarrollaron los ascensores que hoy día son monumentos nacionales”, comenta Apablaza.

Sin embargo, la expansión continuó encaramándose sobre los cerros. Al decir del hijo ilustre de Valparaíso –también arquitecto y docente de la Universidad de Valparaíso- Allan Browne, porque la ciudad ha sido construida por sus propios ciudadanos, lo que si bien constituye su peculiaridad, también significa un riesgo al no estar ordenado por ninguna autoridad.

Sótero Apablaza, quien es dirigente regional del Colegio de Arquitectos, sostiene que “hoy día la ciudad llega casi hasta los 400 metros sobre el nivel de mar. Y sobre ese Camino de Cintura hay otra ciudad, es la parte hipócrita de la ciudad, donde está la mayor cantidad de pobreza. Tanto en Valparaíso como en Viña del Mar, tenemos más de 10 mil familias en campamentos que están sobre ese nivel”. Es ahí donde han ocurrido los últimos dos incendios, el de 2014 y el del 2 de enero de este 2017.

Catástrofes sin soluciones

Sótero Apablaza recuerda que ya en 2008 un grupo de investigadores italianos inició una recopilación del trabajo de las universidades locales en Valparaíso para dar cuenta de los diferentes riesgos con los que convive esta ciudad: deslizamientos de laderas de los cerros, grandes incendios, terremotos y maremotos. Pero el esfuerzo quedó en nada. “Se tradujo en un CD que se entregó al gobernador de la época, al cuerpo de bomberos, al intendente, al alcalde… y parece que nunca lo miraron”, subraya el especialista. “Mar vasto – Manejo de Riesgos en Valparaíso”, se puede revisar en internet.

El puerto es arriba de la cota 100 una seguidilla de construcciones producto de la emergencia. Ejemplos hay varios. Uno es la población Puertas Negras que fue parte de las afectadas por el último incendio. Sótero Apablaza cuenta que esta población surgió a raíz del terremoto de 1965 donde se aplicó la denominada “Operación Sitio” por parte de las autoridades. El proyecto, en cambio, fue calificado como “Operación Tiza” por los pobladores, ya que con el tiempo la Corporación de la Vivienda les entregó los terrenos sólo marcados con tiza molida, igual que en las canchas de fútbol. “Esa misma gente, que se suponía que era transitoria, se siguió desarrollando y siguió construyendo, ampliando esos mismos sitios, no hubo mejoramiento de eso. Gran parte de esas poblaciones siguió siendo de madera muy deteriorada, destruida por las termitas y ahora fue en un dos por tres que cayeron unas chispas y se quemó todo eso”, dice el arquitecto.

Otra población es Pueblo Hundido, cuyo nombre da cuenta del nivel en el que están, debajo de la cota del alcantarillado. Apablaza comenta que en ese caso “la gente no tiene alcantarillado y sigue tirando todo lo que produce del punto de vista de las fecas y los desechos a las quebradas. Y ahora se quemó todo”.

La situación se repite con otros terremotos y catástrofes que han afectado a Valparaíso. Habitantes de poblaciones como Juan Montedónico son parte de los damnificados que dejó el terremoto de 1971 y que fueron llevados de manera transitoria al lugar, pero que finalmente constituyeron ese espacio. Lo mismo con la población Joaquín Edwards Bello que resultó de la instalación de los damnificados del terremoto de 1985.

“Ese problema que a nivel nacional son cientos de miles de familias que les faltan viviendas, aquí están catastradas y llega a dar pena que a la gente la van a encuestar y la vuelven a encuestar y la vuelven a encuestar otra vez. En estos días he estado en los cerros y a la gente en medio del incendio la encuestan una y otra vez. Muchos de esos estudios ya están hechos, están en el Minvu, están en el Serviu… y ahí están…”, lamenta el dirigente del Colegio de Arquitectos.

Además, surge la interrogante sobre el destino de los US$ 514 millones entregados por el Estado luego del incendio de 2014 para resolver los problemas estructurales que tiene la ciudad. El tema ha sido motivo de debate en los medios locales de Valparaíso, aunque hasta ahora sin respuesta. Para Apablaza el problema pasa por el retraso institucional: “Creo que se está volviendo a la misma estructura que se viene dando desde el siglo XIX. Yo creo que aquí hay que patear la mesa y buscar un liderazgo distinto de tal manera que ese liderazgo obligue a cambiar y llevar adelante esos cambios” para terminar con las emergencias que cada cierto tiempo colocan a Valparaíso, la ciudad patrimonial, en las portadas de las noticias por algunos días.

Valparaíso, ciudad embanderada

Con insistencia, los medios de comunicación informaron desde un comienzo del incendio que la conjugación de las altas temperaturas, el material reseco en los cerros y el viento habían provocado el siniestro. El argumento fue repetido en 2014 y también ahora en 2017.

Sin embargo, Valparaíso es reconocido por ser moldeado por el viento. Playa Ancha en particular recibe fuertes ráfagas y significa también un desafío para el deporte en ese sector donde es local uno de los clubes de fútbol más importantes del país, Santiago Wanderers.

Sótero Apablaza recuerda que históricamente las mujeres que lavaban a mano en artesas seguían la dirección del viento para colgar la ropa y les ayudara a secar las prendas familiares.

Incluso, el viento de Valparaíso fue parte de la inspiración poética del Nobel Pablo Neruda, quien sostenía que la ciudad siempre lo esperaba embanderada.

Para el arquitecto, el viento “no necesariamente es la causa de los incendios. Hay otras causas, causas estructurales, inoperancia de las autoridades para afrontar el crecimiento de la ciudad, de ordenar la ciudad, ordenarla responsablemente”, pero subraya que el tema de fondo es el abandono consciente de Valparaíso.

“Hay lo que se llama “Nueva política de desarrollo urbano”, existe un Consejo Nacional para aplicar la “Nueva política de desarrollo urbano” donde están representados muchos sectores. Y esa política está ahí durmiendo. ¡Y hay un Consejo Nacional! Ese Consejo Nacional propuso algunas medidas durante y antes que se produjera el gran incendio del 2014. Nosotros como Colegio de Arquitectos, propusimos al intendente de la época –y está plenamente vigente ahora- que creáramos de esa misma política un Consejo Regional donde se pudiera ver integralmente todos estos temas y coordinar todas las instituciones, léase ministerios, gobernaciones, intendencia, gobierno local, tanto público como privado, para enfrentar estos problemas y plantearnos esa ciudad que queremos, que soñamos”, plantea Apablaza.

De todas formas, sostiene que a pesar de las pocas semanas que lleva en el cargo, el nuevo alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, ha esbozado una forma de gestión distinta a la que tuvieron la Nueva Mayoría y su predecesor, el UDI Jorge Castro.

“Está mostrando signos distintos, en los cuales tengo grandes esperanzas para estos cambios que estamos hablando en estos momentos, sobre todo en que ha planteado la dignidad del porteño, que hay que respetarla. Y a partir de esa dignidad entrar a reconstruir y a avanzar en la solución de estos problemas”, puntualiza Apablaza.

De todas formas, cuando aún no se terminan los focos de incendios en Valparaíso, surge nuevamente la incógnita: ¿cuándo será la última catástrofe que enfrente el puerto Patrimonio de la Humanidad?

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