"Balmaceda, la guerra entre chilenos": la novela que aborda el último mes de vida del presidente

En 340 páginas, el escritor nacional Carlos Tromben (1966) ficciona las tensiones e intrigas al interior del palacio de La Moneda y los sucesos que ocasionaron la crisis política que desencadenó la guerra civil de 1891.

En 340 páginas, el escritor nacional Carlos Tromben (1966) ficciona las tensiones e intrigas al interior del palacio de La Moneda y los sucesos que ocasionaron la crisis política que desencadenó la guerra civil de 1891.

Cimentando el relato en una abundante base documental, Balmaceda, la guerra entre chilenos, del periodista y escritor Carlos Tromben (Valparaíso, 1966), en 340 páginas traza un bien logrado perfil del personaje, su entorno, su época y sus circunstancias, en una novela que recrea un complejo momento de nuestra historia. Es agosto de 1891 y en el país comienzan a soplar los vientos de un nuevo conflicto, pero esta vez no se trata de otra disputa con los países vecinos, sino el embrión de una terrible división entre chilenos.

Tromben proyecta al presidente José Manuel Balmaceda acorralado en La Moneda, impaciente por cualquier noticia que llegara de la costa. La Armada ya se había sublevado y el temor de la renuncia era una sombra permanente sobre él. Su popularidad estaba por el suelo, lo llamaban dictador, y el rechazo hacia su gestión aumentaba día a día. El mandatario apelaba a la cordura: “No me cabe la menor duda de que la razón se impondrá”, dice Balmaceda en uno de los imaginados diálogos de la novela, que se inmiscuye en los últimos días del presidente, quien “acaba de cumplir 51 años. Le quedaba un mes para terminar su mandato y, expirado el plazo, volvería a ser un ciudadano como cualquiera. Nunca, ni en sus peores pesadillas, pensó que este trámite terminaría en catástrofe nacional”, se lee en las primeras páginas de Balmaceda, la guerra entre chilenos.

Así, capítulo a capítulo, vamos conociendo los pormenores de la crisis que terminó en catástrofe. “Balmaceda había creído que sus treinta mil soldados regulares iban a ser capaces de sostener la línea durante un mes, el tiempo suficiente para que llegaran los cruceros desde Francia. Con estas naves de enorme poder bélico, los revolucionarios serían destruidos y el orden republicano restablecido. Destruida la primera ilusión, Balmaceda se entregó a la segunda: los militares sabrían qué hacer. Comenzó los preparativos de su viaje”. Relata Tromben, quien en una licencia literaria retoma a algunos personajes de su exitosa novela anterior, Huascar (2015): Melchor, Rosa, el poeta Eusebio Lillo, y los sitúa en esa nueva contingencia, un poco más viejos, desencantados del rumbo que ha tomado el país, sorteando la incertidumbre del desastre que se avizora y de características diferentes a la Guerra del Pacifico, en una suerte de secuela de su obra anterior, pero esta vez en el relato se ha arreado la bandera del la épica para izar la de la tragedia.

En sus páginas, Tromben se aventura a recrear la mentalidad de la época, los recelos políticos y sociales producidos por la riqueza del salitre, la vida cotidiana, los medios de comunicación y la poesía popular, forma de expresión de los pobres. Pero también el mapa político del conflicto: la convergencia de intereses comerciales extranjeros y los intereses políticos internos. El país era una inmensa bomba de tiempo que comenzaba la cuenta regresiva y nadie veía una salida posible. El carácter conciliador de Balmaceda exasperaba a sus adversarios y a sus aliados –formados políticamente en el sistema portaliano que requería a líderes fuertes y autoritarios– quienes ya habían comprendido que el presidente no se ajustaba a ese rígido molde, pues su personalidad era su mayor adversario político.

La novela recrea la violencia contenida en la sociedad de la época, enquistada en la relación entre hombres y mujeres y las contiendas políticas, en las relaciones sociales, la que encuentra un blanco perfecto en la figura del malogrado presidente. De esta forma, Balmaceda, la guerra entre chilenos, intenta comprender y explicar a uno de los personajes más mitificados de la historia de Chile. Para algunos, fue el estadista visionario que representó las transformaciones sociales y económicas de fines del siglo XIX y el impulsor de los cambios necesarios para lograr un mayor desarrollo industrial. Para otros fue el dictador, el tirano, que pasó por sobre la institucionalidad y desencadenó la Guerra Civil de 1891. Luego del fracaso de las fuerzas de gobierno en la batalla de Placilla, cerca de las dos de la madrugada Balmaceda abandonó caminando el Palacio de la Moneda para refugiarse en la Legación Argentina. Allí permaneció por veinte días, en los que redactó su Testamento Político y cartas a su familia, entre ellas una a su esposa Emilia Toro. El 19 de septiembre de 1891, al día siguiente de cumplir su mandato presidencial, José Manuel Balmaceda se suicidó con un tiro en la sien.

portadabalmaceda

Balmaceda
La guerra entre chilenos.
Carlos Tromben.
Ediciones B
340 páginas.





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