Diario y Radio Universidad Chile

Escritorio

El vacío inmenso que dejó Pedro Lemebel (y que no se llena con nada)

Un libro sobre su amistad con Gladys Marín, una obsesiva rigurosidad, una obra visual que desborda disidencia y política y un vacío insondable para el público y para quienes lo quisieron tanto. A dos años de la muerte del escritor, Radio Universidad de Chile conversó con uno de sus más íntimos amigos y con su editora.

Victoria Viñals

  Lunes 23 de enero 2017 9:47 hrs. 
Lemebel

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Cuando Pedro Lemebel murió de cáncer, el 23 de enero de 2015, se armó una fiesta. Pese a los intentos gubernamentales de llevar su cuerpo a la Estación Mapocho, pese a los intentos de hacer de su cuerpo muerto un ícono de las postrimerías de la transición.

Su familia instaló el velorio en la Iglesia Recoleta Franciscana, en el sector de Mapocho, donde Pedro iba a conversar, donde hacía las misas para conmemorar la muerte de su madre Violeta.

Ese día, esa noche y los días siguientes, la iglesia se llenó de gente cantando y bailando. Regalando flores y besos a quien, como dijo alguna vez Roberto Bolaño, no necesitaba escribir poesía para ser el mejor poeta de toda una generación. Y es que, aunque nunca escribió formalmente poesía, Lemebel escribió una novela y una prolífica colección que contempla cientos de crónicas.

Situado en los márgenes de la cultura oficial, y también al centro, el autor de Tengo miedo torero destacó por su profundo compromiso con los derechos humanos en dictadura y con la denuncia de las prácticas de la reforma en la postdictadura.

A dos años de su muerte, son varios los proyectos que se han realizado y que se realizarán en torno a su obra.

Mi amiga Gladys

Mi amiga Gladys fue lanzado en diciembre por Planeta. La obra póstuma incluye una serie de crónicas dedicadas a la líder comunista y amiga del escritor. La mayoría de ellas cuenta historias o situaciones que vivieron juntos, desde que se conocieron en Cancionero, el programa que Pedro conducía en Radio Tierra, hasta las campañas presidenciales y la muerte de Gladys en 2005.

“Cuando hicimos el Háblame de amores, había un capítulo en el que Pedro hablaba de muchas mujeres que habían sido importantes en su vida o alguna mujer con la que se cruzó en algún momento y que le dejó alguna huella. Ahí empezó a recopilar estos textos y se encontró con muchos sobre Gladys Marín, de distintas características. Nos dimos cuenta que este material por sí mismo daba para un libro”, explica Josefina Alemparte, directora editorial de Planeta.

Antes de su muerte, el mismo Lemebel recopiló los textos, hizo la selección y envió las fotografías que quería que estuvieran. Fue básicamente un libro que lo había creado o ideado el mismo autor.

GLADYS Y LEMEBEL

“Fui bien sobre seguro porque el libro estaba armado, era cosa de ordenarlo y corregirlo, armamos un pequeño equipo de trabajo con Sergio Parra, con quien revisamos los textos, vimos las versiones originales, etc. Fue fácil porque Pedro había dejado las directrices indicadas”, agrega.

Otro de los proyectos que quedaron pendientes es la novela aparentemente inconclusa sobre la vida de Patricio Egaña, titulada El éxtasis de delinquir. “Es una novela que Pedro estuvo escribiendo durante mucho tiempo y que la comentamos un montón de veces, pero él nunca me alcanzó a pasar el manuscrito final”, comenta Alemparte.

Después de la muerte de Lemebel, su hermano y único heredero adquirió los derechos de toda su obra. Lo que también implico que su familia se hiciera cargo de su patrimonio, que ha supuesto un enorme trabajo de sistematización. Si bien todos quienes conocieron al escritor concuerdan en que era sumamente ordenado, que mantenía sus papeles al día, sus carpetas organizadas, ha sido necesario revisar detenidamente sus documentos y evaluar el estado de avance de los trabajos que dejó inconclusos.

“Hay que ver bien lo que hay y me imagino que de ahí podrán surgir otros libros, pero yo todavía no he tenido acceso a ese material”, apuntó Josefina Alemparte, descartando las versiones que han afirmado que el libro saldría este año por Planeta.

Arder

Otro de los proyectos es el que está realizando Sergio Parra, dueño de Librería Metales Pesados, y Pedro Montes, dueño de Galeria D21. Se trata de un catálogo que reúne la obra visual de Lemebel, consistente principalmente en fotografías de las performances que realizó junto a Francisco Casas en los años 80 y 90 como miembro del Colectivo Las Yeguas del Apocalipsis.

El libro, titulado “Arder”, está actualmente en etapa de impresión y podrá verse en librerías durante las primeras semanas de febrero. Además de su trabajo en performance, el catálogo incluye textos de Nelly Richards, Fernández Carvajal, Pato Fernández y Diego Zúñiga. “Pura gente que conocía la obra y que fue cercana a su espacio biográfico”, señala Sergio Parra.

LEMEBEL 2

Un año antes de fallecer, Pedro Lemebel trabajó junto a Sergio Parra y Pedro Montes en reunir toda la obra visual que él tenía guardada, que sólo había salido en algunas ocasiones en las portadas de sus libros. Juntaron el material y armaron una exposición que se llamó Arder, nombre que el mismo Pedro eligió. Se montó primero en D21, después en Metales Pesados Visual, y finalmente en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.

Como en el caso de Violeta Parra, donde su poesía, música y obra visual iban de la mano, constituyendo un relato común, la obra visual de Pedro Lemebel se explica, debe y entrelaza con su escritura.

“En el mundo popular donde se desenvuelve Violeta Parra, en sus canciones, en su obra visual, esta retratado el pueblo en toda su explotación y humillación. Violeta Parra recoge la huelga de los mineros en sus canciones, los grandes movimientos sociales, lo que está ocurriendo en Chile de los años 50 y 60. Lemebel también recoge, también viene de ese mundo popular, social. También de alguna forma es un testigo de lo que fueron los años 70 con la instalación de la Unidad Popular, con los movimientos sociales, políticos, la homosexualidad clandestina, los maginados, los campamentos, las poblaciones, el analfabetismo, las medias aguas, los conventillos, la música popular”, apunta Sergio Parra.

LAS DOS FRIDAS

Doble militancia y las medallas del pueblo

Más allá de las obras y los proyectos que se tienen respecto a su obra póstuma, Lemebel fue un autor que destacó estando vivo, a diferencia de autores como Roberto Bolaño, que se hizo mundialmente conocido sólo después de muerto.

Josefina Alemparte llegó a Planeta en 2010 y justo ese año sacaron una revisión de De perlas y cicatrices, el primer libro en que trabajó con Lemebel. De esta época y de los años posteriores como editora de su obra, recuerda que uno de los aspectos llamativos de Lemebel era su extrema minuciosidad. Era alguien que se ocupaba de todos los detalles referentes a sus libros. Trabajaba con cautela todo el material gráfico presente en ellos: las fotografías, los afiches, las portadas. Se preocupaba de los colores, de la impresión. Trabajar con él podía ser difícil, porque suponía un arduo trabajo, tiempos distintos de los que manejaban otros escritores.

Sergio Parra concuerda: “Pedro era muy preocupado en ese sentido, de que las cosas salieran bien, no dejaba que las cosas a la chacota. No era hippy en ese sentido. Era muy profesional con su obra tanto literaria como visual. Lo conocí durante muchos años y sé como trabajaba”.

Esta obsesiva prolijidad no era al azar. Tenía que ver con una suerte de compromiso con su público y con tomarse en serio como autor, aunque sin dramatizar. Este camino, sumado a un talento escritural desbordante, le valió lo que Josefina Alemparte define como una “doble militancia”:

“Fue un autor muy respetado en términos de la crítica, tanto nacional como internacional, pero también fue y continúa siendo un autor, más que muy vendido, muy leído”, señala.

Y las cifras lo respaldan. Sólo en Editorial Planeta el autor vendió durante su carrera 75 mil libros. Sólo de Tengo miedo torero se han impreso 12 ediciones. Eso sin contar los volúmenes piratas que se multiplicaban por los paños tendidos en las calles de prácticamente todas las ciudades de Chile.

Todos los años, Pedro Lemebel se presentaba en la Feria del Libro de Santiago. La editorial disponía de una mesa sólo para él, donde se sentaba a firmar libros y a tomarse fotografías con sus lectores. Siempre el lugar se llenaba y la gente le manifestaba, de diferentes formas, un cariño inmenso.

LEMEBEL 1

Pese a que nunca recibió el Premio Nacional de Literatura, Lemebel recibió el aplauso de la crítica siendo destacado con varias becas internacionales y el Premio José Donoso otorgado por la Universidad de Talca. Su obra ha sido objeto de numerosos estudios, ensayos, análisis  y papers. Un vistazo rápido en Google Scholar arroja más de mil 500 resultados con su nombre.

Sobre este afán no sólo de leer, sino que también de estudiar su obra, Sergio Parra señala: “Lemebel recoge todo ese mundo de fines de los 70 y 80, todo este mundo de pobreza extrema, de desigualdad social, producto de la sociedad chilena en ese momento, de la oligarquía. Es un testigo, como todos los poetas populares, es en el fondo, como debiese ser un poeta, que recorre  y hace la crónica social de su época”.

“A los artistas populares, no los eligen las instituciones, los elige el pueblo. Y eso es lo que ha pasado con la obra de Lemebel, tanto narrativa como visual. Los propios lectores, la propia gente lo ha hecho un icono dentro de la literatura, porque no ha sido el Estado el que lo ha tomado como figura, sino que ha sido el mismo pueblo”, explica Parra.

Josefina Alemparte dice que Lemebel fue ampliamente reconocido. Que nadie podría criticar su talento, o su escritura.

“Yo creo que en los espacios de validación, en los que eran importantes para él, si lo reconocieron totalmente. Eso tiene que ver con sus lectores, como con la enorme lectoría que tiene, el cariño inmenso que la gente le tiene y eso yo creo que es algo bastante especial. Ahora, no creo que exista ninguna duda, no creo que exista ningún escritor o académico que no reconozca el valor que tiene Pedro dentro de la literatura chilena, el aporte que hizo, lo valiente que fue o todo lo que rompió. Yo creo que no hay ninguna duda de eso”.

Después de ti

Sergio Parra cuenta que desde que Pedro murió han sido tiempos duros. Que todos los días está presente en su vida cotidiana. Que por su trabajo como dueño de la librería Metales Pesados, todos los días  le toca vender un libro de Pedro, un volumen de Adiós Mariquita linda.

“Dejó un gran vacío que va a quedar para siempre. Fue un gran amigo, un gran compañero de callejear, de conversar, de cenar, de sentarnos aquí en la librería a conversar todas las tardes. Es un vacio que no se llena con nada, sobre todo en estos tiempos que vive el país, me hubiera gustado saber su opinión de muchas cosas. Ya no está y hay que trabajar para que su obra se difunda lo más posible. Ayudar a la familia a que esto se haga con responsabilidad, como corresponde”, señala.

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Cuando Pedro Lemebel murió de cáncer, el 23 de enero de 2015, se armó una fiesta. Ese día, esa noche, y los días siguientes, la iglesia se llenó de gente cantando y bailando. Y aunque los discursos y los oportunismos inevitables, estuvo rodeado de amigos que lo ayudaron a irse.

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