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Marcelo Díaz: “Este gobierno ha pagado el precio de la deslealtad”

En conversación con el programa Gente al Día, el ex vocero de Gobierno declaró que se necesitaba una nueva forma de coalición, donde los partidos apoyaran de mejor forma sus compromisos. También comentó su apreciación sobre el conflicto entre la DC y el PC por la prohibición cubana a Mariana Aylwin, calificándola de absurda. A Sebastián Piñera lo emplazó a dar explicaciones por los casos que lo vinculan con conflictos de interés, primero en Perú, ahora con Dominga.

Diario Uchile

  Martes 28 de febrero 2017 10:49 hrs. 
Marcelo Díaz

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En el debut del programa “Gente al Día” de Radio Universidad de Chile, las periodistas Fresia Soltof y Alejandra Becerra conversaron con el ex ministro vocero de Gobierno, Marcelo Díaz.

El militante socialista se refirió al actual estado de su coalición, así como a su campaña por convertirse en senador por la región de Aysén.

En un ámbito más humano, Díaz explicó el momento actual por el que atraviesa: “Las campañas son difíciles, pero son cortas. En temas de intensidad, fue más difícil ser ministro. Fue un momento donde se necesita de comprensión y apoyo familiar”.

Así, hizo un recorrido por las últimas labores políticas que ha enfrentado, como su paso por la embajada de Chile y Argentina, y su arribo a La Moneda encargado del ministerio que comunica las decisiones políticas a la ciudadanía. “La diferencia entre estar en el Congreso y en el gobierno, es que en el Congreso uno piensa que todo es posible, que si las cosas no resultan es porque no existe la voluntad para hacerlo. Cuando uno está en el gobierno se da cuenta de los límites, de los debates que hay que procesar. Es más complejo”.

Marcelo Díaz abordó también su cambio de distrito político desde La Serena a Aysén. “Yo hice un compromiso público cuando asumí mi primer periodo como diputado. Dije que mientras existiera binominal, me parecía incorrecto estar más de dos periodos. Yo decidí no ir a un tercer periodo y me propusieron venir a Santiago centro, pero me pareció razonable que la Nueva Mayoría se abstuviera en ese minuto para que Giorgio Jackson se presentara en el sector”, variables electorales que servían para dar señales de inclusión en la Nueva Mayoría.

Después de su paso por Argentina, fue convocado por la presidenta para ser parte de su gabinete, ahí estuvo veinte meses antes de renunciar para iniciar una nueva aventura parlamentaria: “La razón por la que salí del Gobierno no fue fácil. Yo soy bacheletista, pese a que hoy hay incomprensión de muchos de los que ayer la apoyaban. Creo que el legado de este Gobierno va a prevalecer y va ir mejorando en la evaluación ciudadana”.

Entonces, si estaba por convicciones ahí, ¿por qué decidió emprender una carrera política individual?

No fue fácil. Mis conversaciones con la Presidenta en torno al tema fueron facilitadoras para mi decisión. Mi primer impulso era acompañarla hasta el último día, pero aunque no esté en el Gobierno sigo respaldándola.

Salir de La Moneda fue humanamente complejo para mi. Esta Presidenta ha dado muestras de enorme coraje, convicción y compromiso. No debe haber sido fácil haber vivido todo lo que ha vivido y, aun así, continuar el rumbo y con los compromisos tomados. Eso ha requerido un nivel de resiliencia, de capacidad de aguante y de tolerancia que la hacen digno de un reconocimiento más allá de lo político.

Yo construí una relación muy cercana con ella. Le tengo un profundo afecto y respeto.

¿Ahora cómo ocupa su tiempo?

No salí de vacaciones por el embarazo de mi mujer. He aprovechado de viajar por el país en el marco de mi candidatura parlamentaria que está en una etapa de primaria, porque tanto Camilo Escalona como yo hemos planteado la intención de competir por la región de Aysén. Eso significa que tendrá que haber primarias para definir al candidato del Partido Socialista.

También estamos en elección interna del PS: yo soy candidato al Comité Central en la lista que encabeza Álvaro Elizalde, donde esperamos dar conducción a la política del PS en un periodo complejo.

Eso, además de mi tiempo personal y la interna del Partido Socialista que está en un momento muy particular, bien por un lado, ya que cumplimos con la meta del refichaje, pero tenemos muchas dificultades. Los militantes de base se quejan de la asimetría de la comunicación, por ejemplo, entre la dirección y los comunales. Tenemos decisiones que tomar, porque pasamos de ser un partido que tenía las tres mejores cartas del naipe, a uno que está enredado en la solución del dilema presidencial.

Además, tenemos una responsabilidad especial porque somos el partido de la presidenta. También, porque hemos sido siempre un eje articulador en el entendimiento entre el centro y la izquierda.

¿Cómo lo va a hacer en el distanciamiento entre el PC y la Democracia Cristiana?

El Partido Socialista tiene que hacer lo que está llamado a hacer: buscar espacios de diálogo, de articulación, de entendimiento, de poner en el centro lo esencial.

Carolina Goic nos da una oportunidad de oro, porque el que haya dicho que quiere ser candidata presidencial y candidata de cara a una primaria de la Nueva Mayoría, es coincidir con el PC en lo sustantivo: primaria y candidato único, un programa común.

En ese sentido, más que una nueva coalición lo que necesitamos es un nuevo tipo de coalición, porque más allá de cómo se llame o quienes la integran, debemos ser capaces de procesar de otro modo nuestras diferencias. A veces, esto mismo que pasa entre el PC y la DC ahora, lo hemos vivido en debates fundamentales como la reforma educacional, por ejemplo, donde las diferencias han estado, incluso, al interior de los partidos. Y cuando esto pasa,  no hay un modo de resolver las diferencias.

Esto nos pasó muchas veces, por ejemplo, cuando acordábamos con los presidentes de partidos alguna votación y, después, nos faltaban los tres o cuatro votos para aprobarlos, en un gobierno que tiene mayoría en ambas cámaras y que no requiere, salvo casos particulares, de la oposición para gobernar. ¿Qué hay detrás de eso? indisciplina, desórden, falta de consistencia y coherencia. Algunos dicen que el problema es que el programa era muy amplio, pero se discutió.

Creo que es una falta de respeto pensar que los programas son una especie de folleto para repartir en la feria: el programa es un contrato que vincula a las partes de una coalición entre nosotros y nos compromete con los ciudadanía. Uno llega al gobierno para cumplir lo que prometió, esa es la primera regla de oro si se quiere mejorar el prestigio de la política. En ese sentido, no pueden haber tantas dudas respecto al programa durante todo el gobierno. Eso habla de nuestro deber de construir un mejor tipo de acuerdo político, mejor que lo que hicimos en tiempos de la Concertación y de la Nueva Mayoría. No porque tengamos problemas con el programa, no porque haya sido mal hecho, sino porque no todos entendemos lo mismo respecto del programa. Yo soy de los que creen que el éxito de este gobierno va a estar dado en la medida que podamos cumplir con lo prometido.

Un nuevo programa y una nueva coalición, y el PS no puede mirar desde la galería lo que va a pasar en una eventual primaria, para eso hay que ir con un candidato propio: hay que dejar de mirar las encuestas como el único elemento relevante para saber si uno concurre a una elección primaria, porque sino se convierte en un casting que busca lo más atractivo. No, hay que buscar a quien mejor represente nuestras ideas y convicciones.

Por eso, de aquí al dos de julio deberíamos llegar con dos tareas hechas: las bases programáticas o el marco general ya avanzado, de modo tal, que todos sepas qué asumir al resultar ganador de esa primaria. Segundo, rediseñemos la coalición. Construyamos mecanismos para resolver los problemas interiores, que nos obliguen a alinearnos.

Este gobierno ha pagado el precio de la deslealtad, del fuego amigo, de la indisciplina, de la incoherencia e incosistencia.

¿Qué deslealtades?

Yo lo dije muchas veces. Creo que uno de los principales obstáculos que ha enfrentado el Gobierno es que no ha tenido tras de sí a una fuerza política alineada, ordenada, coherente con lo que prometidos. Eso se agudizó después de Caval y la baja en las encuestas.

Casi siempre, todos los proyectos que hemos sacado adelante, han sido después de partos dolorosos, de mucha descalificación pública, castigo público al gobierno desde nuestra propia fuerza. Yo les digo a mis compañeros de partido que la gente entiende que ese sea el rol de la oposición, pero cuando son los propios quienes castigan es normal que la gente diga: “Si los propios dicen que está todo mal, estará todo mal”. Así es difícil que la gente perciba lo que se ha hecho.

Por ejemplo, las dos universidades públicas que se ponen en marcha. Hay muchos logros que corresponden a compromisos que tomamos en la campaña.

En tiempos de campaña son todos amigos, ¿qué produjo el cambio, esta opinión de la DC de que el programa no se leyó antes?

Eso lo dijo Ignacio Walker, lo que es bien sorprendente, porque él era el presidente de la Democracia Cristiana al inicio de este gobierno y cuando se constituyó la Nueva Mayoría. Esas respuestas no justifican partir el gobierno y ser siempre un francotirador.

¿Tenían todo calculado?

Espero que no, porque sería un acto de maldad. Pero si fue así, le fue mal, porque en las encuestas no logra subir.

Hay una inflexión que está marcada por algo: ¿Caso Caval o la postura de la propia DC en el Gobierno?

Creo que es una mezcla de varias cosas. Caval, sin duda, porque afecta al gobierno y a la Presidenta. Segundo, la crisis de la política en general, lo que hace que la política se desarrolle en la lógica del naufrago, donde todos se quieren salvar. Finalmente, puede que no se le haya dado el suficiente apoyo a un programa que venía de forma muy transformadora.

Prohibición cubana a Mariana Aylwin

¿Está en amenaza el conglomerado por lo que pasa entre la DC y el PC?

Espero que no. Espero seamos capaces de serenarnos. Tenemos que entender que si lo que queremos es perseverar en un camino de transformación de la sociedad chilena, esto no puede hacerse sin preservar el entendimiento entre el centro y la izquierda. En esto, la DC es clave. Yo puedo tener muchas diferencias con ellos, pero sigo pensando que la alianza entre el centro y la izquierda es lo que nos permite dar gobiernos de grandes mayorías y avanzar en la transformación.

Espero que todos los partidos contribuyan, porque creo que hay a quienes les gustaría que la coalición se acabara. Hay quienes les gustaría que la Nueva Mayoría se dividiera y que a la primaria se presentara cada una de sus almas con sus propios candidatos. Para mi, eso es asegurarle el triunfo a la derecha. Si la Nueva Mayoría se divide y va con dos candidatos a primera vuelta, la derecha tiene prácticamente la elección ganada.

El senador Quintana hablaba de aprovechamiento político, ¿lo cree?

No tenemos que elevar la discusión para que no sea imposible serenar el ambiente. Por lo tanto, yo no voy a decir que aquí hay intento de algo. Cada partido debe hacer su propia reflexión y evitar la escalada. Hay que cuidar el lenguaje y la discusión para superar el impasse. Es difícil pero no imposible. Hay que conversar y es evidente que hay temas complejos como los DDHH y Cuba, que históricamente ha sido un tema.

Han pasado tantos años…

Nadie tiene aspiraciones distintas a un sistema más democrático. Yo concuerdo con lo que plantea el Partido Socialista respecto de Cuba: creo que fue un error del gobierno impedir el viaje de Mariana Aylwin y al resto de los dirigentes, porque va en contrapelo con lo que han estado haciendo.

Pero de ahí a hacer de esto un tema insuperable para un país que está a kilómetros de Cuba, me parece francamente un absurdo.

¿Debió Alejandro Guillier haber sido más claro en el tema?

Voy a ir más atrás, siempre el tema de Cuba ha generado un clima raro al interior de la Nueva Mayoría y los partidos. Yo creo que todos tenemos claro que el estándar de DDHH que se aplica allá no es el que queremos en Chile, pero hay algunos a los que les cuesta mucho reconocerlo. En este sentido, me parece que Guillier es parte de esa generación que mira el tema de Cuba desde la década del sesenta. Yo lo miro con los ojos de hoy y por eso me parece un error que hayan impedido el ingreso de estas figuras. Pero de ahí a convertir eso en un parte aguas de la coalición, me parece un despropósito.

Sebastián Piñera y sus conflictos de interés

¿Qué opina sobre las declaraciones del Fiscal Guerra en torno a la investigación a Sebastián Piñera?

Me parece que tenemos que evitar que la política se haga en la oficina de los fiscales. La política tiene su lugar y este no está en los tribunales de justicia ni en la sede de los organismos que administran justicia. Desde esa lógica, hay que dejar que los fiscales hagan su pega y la hagan tranquilos, y que ejerzan todas las funciones que les hemos dado por ley.

No podemos empezar con este tiroteo: El fiscal decidió hacer estas declaraciones y yo no tengo nada que decir ni reprochar, solo puedo esperar que haga su trabajo con tranquilidad, prudencia y autonomía. Ellos no están impedidos de hacer declaraciones, pero los políticos no podemos hacer política vía sistema judicial.

¿Qué le parece la trama en la que está involucrado el expresidente Piñera?

Eso es algo que hay que investigar. Efectivamente, siempre ha afectado a Sebastián Piñera la confusión entre sus negocios y la política. Leía un reportaje en el ahora se lo vinculaba con la minera Dominga.

Son temas delicados, porque cuando se eligen autoridades, uno espera que éstas sean capaces de separar sus intereses personales del general, para que prime el general. Eso es un estándar que la sociedad exige con justa razón, de lo contrario, vemos cosas como empresas que terminan cooptando decisiones públicas en su favor y, desde esa perspectiva, perjudicando a la inmensa mayoría de los chilenos.

¿Es grave que estas cosas no hayan estado incluidas en el fideicomiso ciego?

No estaba regulado en esa época. La ley de probidad fue aprobada en este Gobierno. Antes, el presidente de la República, solo declaraba lo que quería.

Hoy él tiene que dar explicaciones, porque hay una legítima inquietud ciudadana. Sobre todo si aspira a ser presidente otra vez.

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