Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 29 de marzo de 2024


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Ante el ataque vil, calumnioso y cobarde

No está en mi personalidad eludir los ataques o sumergirme para capear los temporales. Felizmente, he cumplido ya con una larga trayectoria profesional y en mi vida pública hasta aquí ya salve mi existencia, superé los criminales atentados a mi hogar, los cobardes acosos a mi esposa y seis hijos y otros múltiples amedrentamientos, registrados en la Memoria del Horror de este país.

Juan Pablo Cárdenas S.

  Martes 4 de abril 2017 8:09 hrs. 
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Estimados auditores y lectores:

En un evidente intento por silenciarnos, una veintena de ex colaboradores de nuestra Radio se ha concertado para difundir acusaciones calumniosas en contra el director de esta emisora. Infundios que no tienen credibilidad alguna y que, de tener algún sustento, debió a quienes se sintieron ofendidos por el suscrito a presentar oportunamente sus cargos ante los Tribunales de Justicia y/o las autoridades de la Universidad de Chile.

Se trata, sin duda, de una operación que se ha valido de uno de los medios más irresponsables del internet, expertos en destilar sus odios y resentimientos. De todo un vil intento de un grupo que en nada representa a los centenares de periodistas y colaboradores que han pasado por nuestra emisora y el Diario Electrónico y tampoco a los más de sesenta profesionales, técnicos y funcionarios actuales de nuestra tarea editorial. Sin contar a ese el gran número de realizadores vinculados a los 60 programas de nuestra emisora, como a esa gran cantidad de columnistas y articulistas que diariamente nutren nuestro esfuerzo.

Desde un principio,  decidí pasar por alto los infundios contra mi persona, estudiando solo con algunos abogados amigos la posibilidad de presentar una oportuna y contundente querella criminal contra quienes me han injuriado con publicidad. Además, por cierto, de reunirme con mi superior jerárquico, el rector Ennio Vivaldi, para ponerle mi cargo a su disposición y ofrecerle toda nuestra colaboración en la eventualidad de que se decida realizar un sumario o una auditoría respecto de lo que se nos imputa. No parece demás, advertirles  que en esta cita el Rector me ha renovado su confianza, alentándome a continuar normalmente en nuestra tarea.

Guardé silencio y me negué a ejercer mi derecho de réplica ante los medios ofensores que tan ávidos se muestran de ganar “visitas” con acusaciones sin fundamento y todo lo que les resulte estridente, practicando conductas que se reiteran y vulneran las más elementales normas éticas. Expresiones que en su supuesta militancia vanguardista encuentran propicio hoy emprenderlas contra periodistas que hemos cumplido más de cuarenta años de un ejercicio profesional libre e independiente, comprometidos invariablemente con la justicia social y la consolidación democrática. Ataques injuriosos de quienes carecen del coraje de sostener las ideas y valores que alguna vez prometieron ante el bochornoso devenir de la política chilena y de algunas de sus expresiones partidistas. Que encuentran mucho más fácil y placentero atacarnos a nosotros, antes de dar cuenta de aquellos sucesos del país que hoy seguramente les prohíben difundir.

No hay duda que entre quienes nos atacan, se observan personas que no pueden resistir los logros que hemos alcanzado en estos casi veinte años de vida en cuanto a la audiencia de nuestra Radio, la solidez y la recepción de nuestro Diario Electrónico, así como la consolidación de una editorial que ya ha publicado más de setenta libros con los más diversos autores. Sumando a lo anterior, por cierto,  la reapertura de nuestra Sala Máster, convertida en otro verdadero centro cultural y artístico de nuestra Universidad y por donde pasan cotidianamente centenares de artistas y espectadores siempre agradecidos de la oportunidad de este valioso espacio bajo nuestro cuidado.

Toda una labor, estimados auditores y lectores, que ha sido posible gracias a una gestión que nos enorgullece por la consolidación de un presupuesto nutrido en un ochenta por ciento por los aportes que hacen personas, empresas e instituciones que apoyan nuestro esfuerzo y se han hecho parte del mismo. En un tiempo que hemos logrado, también, un alto estándar en equipamiento, lo que nos pone,  en este sentido, en los primeros lugares de la radiotelefonía y la comunicación electrónica.  Y agrego: le da trabajo a decenas de personas que hoy se sienten acosadas en su estabilidad laboral por estas acusaciones arteras e irresponsables.

Pero qué duda cabe que la intención es silenciarnos. Se trata, como siempre, del intento de los topos de siempre. De quienes, por lo demás, no han tenido la solvencia ni la dignidad de denunciar y defenderse como corresponde ante las entidades que la Ley establece,  en vez de proferir insultos en el intento de que la Universidad de Chile ceda a sus extemporáneas presiones.

Nada nos costaría enumerar a los ofensores y dejar a la intemperie sus fracasos y resentimientos. Pero éste no es nuestro estilo: desde siempre hemos asumido el periodismo para servir valores e incluso y defender los derechos humanos hasta de los más viles asesinos. Y en ello, como en mi caso, he tenido el honor de recibir las más altas distinciones en Chile y en extranjero. Pero sobre todo, el respaldo y la admiración de los miles de lectores y auditores de mis columnas de opinión, entrevistas, comentarios políticos y numerosos libros. Además de recibir el bálsamo del diario reconocimiento brindado por centenares de estudiantes de Periodismo en ésta y otras universidades del país.

Pero la situación ha llegado al colmo, hoy, con la publicación en un pasquín electrónico de una carta al Rector de un supuesto grupo de funcionarios actuales de la Radio, en la que se hacen cargo de las injurias difundidas anteriormente. Otro infundio que en este caso celebro, puesto que se trata de un texto anónimo que nadie suscribe y tiene el coraje de acusarnos con su nombre y apellido. Un nuevo y cobarde ataque que estoy seguro es imposible que haya surgido de los colaboradores de la Radio, sino solo de la negra mano y conciencia de quienes están empeñados, no solo en desacreditarme, sino silenciar nuestros medios por su insobornable tarea editorial, independencia, nivel  y responsabilidad respecto de todo lo que decimos y publicamos.

Con esta respuesta estoy claro que desobedezco el gentil consejo de múltiples abogados, amigos y colaboradores. Rompo el silencio que me han recomendado ante esta odiosa y cobarde operación. Aunque me digan  que se trata de personas sin valía  o de seres insignificantes y fracasados. De títeres en manos de los poderes factuales que existen en todos los rincones de la política  y que hoy se anidan también en las organizaciones en partidos y movimientos supuestamente izquierdistas. Aunque esta denominación ciertamente avergüence, ahora,  a los jacobinos o vociferantes el pasado.

No está en mi personalidad eludir los ataques o sumergirme para capear los temporales. Felizmente, he cumplido una larga trayectoria profesional y en mi vida pública hasta aquí ya salve mi existencia, superé los criminales atentados a mi hogar, los cobardes acosos a mi esposa y seis hijos y otros múltiples amedrentamientos, registrados en la Memoria del Horror de este país.

En mí defensa lo principal:

Asumo y reitero todo lo que he dicho y escrito públicamente de cara a la Dictadura Militar y los poderes actuales. Mi cotidiana labor, mi pensamiento y riguroso comportamiento. Lo cual puede ser corroborado por mi familia (que es finalmente lo que más me enorgullece) y por todas las entidades públicas que conocen de mi transparencia respecto de mis ingresos, patrimonio y obligaciones tributarias. Más todavía cuando en estas dos décadas me he desempeñado en una entidad pública, sometido a los controles de nuestra propia ética,  del personal administrativo de la Rectoría, de la Contraloría Interna del Plantel y de la misma Contraloría General de la República. A cuyas autoridades apelo para que se investigue toda nuestra hoja de vida profesional en estos largos años de director de la Radio y profesor titular de la Universidad de Chile.

Perdónenme quienes me escuchan y me leen por dejarlos esta mañana sin mi comentario político. Pero me he creído un deber defenderme para con ello defender, también,  a nuestros medios que buscan silenciar. Quienes creemos en de Dios, y podemos arrodillarnos ante él, es que (como lo proclamara Tomás Moro) podemos permanecer de pie ante los hombres y enfrente de esa fea cara que también tiene la condición humana. Y que ahora se expresa en estos arteros ataques.

En nuestra defensa apelo a nuestros miles de auditores y lectores. A quienes me han dado ya diversas muestras de afecto y solidaridad que, por prudencia y modestia, hasta ahora he dejado sin publicar. Conformándome con la decisión del Rector de renovarme su apoyo en una tarea en que los dos rectores anteriores también me  brindaron,  y muchas veces hasta nos congratularon por nuestros  logros en beneficio del periodismo libre y la difusión del acontecer universitario. Cuando, además, reitero, hemos sido capaces de auto sustentarnos en un esfuerzo de gestión que también buscan poner en entredicho.

Muchas gracias,

 

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