“Porque es parte de mi sentido de vida y de mi trayectoria profesional. Y sobre todo, porque es de la Universidad de Chile, un espacio público donde existe la crítica y el saber”. Así responde Ramón Griffero al preguntarle por los motivos que lo llevaron a postularse como Director Artístico del TNCH, cargo que asumirá en mayo, tras haber ganado un concurso público realizado recientemente por la Facultad de Artes.
Guiar el funcionamiento de dicho espacio y velar por la calidad artística de los proyectos que allí se realizarán, liderando las decisiones artísticas que se tomen en torno a gestión, curatoría y programación, entre otras, son parte de las tareas que deberá asumir este destacado dramaturgo y director teatral, quien por más de 30 años también ha estado dedicado a la gestión, a la formación de salas y a espacios de arte escénico.
“Me gustaría que al terminar mi periodo, el TNCH vuelva a ser ese centro neurálgico de las artes escénicas, por el cual tiene su gran prestigio”, dice el nuevo Director Artístico del TNCH. Y agrega al respecto: “Que vuelva a ser un centro de renovación de lenguaje, que convoque a los públicos de diferentes edades, que se vincule con nuestro entorno y genere la difusión de nuestro arte y su vinculación no sólo con Santiago sino con el resto del país”.
Desde esa perspectiva, ¿cuáles serán las principales líneas de acción que guiarán su gestión?
Lo primero es convocar a los principales actores de nuestra escena para manifestarles la disponibilidad de este espacio para su creación. Y luego, también convocar a todos los espacios universitarios que están ligados no solamente con el arte, sino con las letras y la arquitectura, por ejemplo, a ser parte de este proyecto en acciones conjuntas. Es decir, abrirlo a la comunidad y generar alianzas transversales con otras áreas, porque las artes escénicas contienen muchas áreas que también deben ser parte de un intercambio transversal. Por ejemplo, convocar a artistas visuales a un encuentro con diseñadores teatrales, llevar a nuestros dramaturgos a foros de letras o a nuestros diseñadores a la Facultad de Arquitectura. Es decir, hacer intercambios vivos, no solamente formal de convenios, sino actividades en la cual ambos participemos con el objetivo de generar vínculos, difusión, audiencias y conocimiento de la actividad que se está realizando.
¿A través de encuentros como los que ha mencionado, por ejemplo?
Creo que el teatro no es solamente una sala, sino un centro de debate sobre la relación entre nuestra cultura y nuestro país, nuestro teatro y el desarrollo de los lenguajes que se están realizando. Y eso en encuentros abiertos entre profesionales, pero también con el público, debemos hacer encuentros con el público para conocer cuáles son sus inquietudes frente al arte. El TNCH fue un centro de la cultura escénica, que renovó, marcó y generó parte importante de la tradición escénica del país. Entonces, es importante que si bien no sería el único centro, sí que fuera uno de los centros de creación, un referente de nuestro teatro.
¿La programación también se generará a partir de convocatorias?
Hay un área de convocatoria y otra de presentar obras ya estrenadas que no tienen sala y que han tenido mucho impacto. También abrirle espacio a generaciones jóvenes con sus otras miradas frente al arte escénico, así como los montajes que realizará el propio teatro. Creo que son varias líneas paralelas que tienen que ver con los espacios desde antes que aparezca la obra, la difusión que necesita, lo que se está realizando, la invitación a ver cómo se construye una obra, que la gente se vincule. Hay una frase que dice “la gente no puede encariñarse con lo que no conoce”, por lo tanto, para que sea un espacio querido, el público tiene que volver a encariñarse con el TNCH.
Cuando habla de vincularse no sólo con Santiago, sino con el resto del país, ¿va en esa misma línea de darse a conocer?
El montaje se crea en el teatro, pero su objetivo es que pueda ser conocido más allá de las propias fronteras del teatro, que pueda ir a espacios públicos, a salas a lo largo del país, que tenga un intercambio y vínculo también con creadores de regiones. La idea es que no sea sólo un teatro santiaguino, sino que esté reflejando un arte del país, y eso implica vincularse y seguramente también tener algún ciclo de teatro regional.
Y así también darse a conocer para que se genere este cariño, ¿no?
Para que aumente la audiencia, para que la gente se sienta acogida. Obviamente no todo puede caber, pero sobre todo en un periodo de cultura de mercado, tenemos que ser una resistencia desde el arte. Es decir, valorizar el arte, validarlo y difundirlo para su existencia. Y yo creo que el Teatro es un gran hito de mantención y valorización del arte como tal, y no de la cultura de mercado.
En ese sentido, ¿cómo lee hoy los objetivos sobre los que se fundó el entonces Teatro Experimental hace más de 70 años?
Creo que lo que se llama Misión de la Universidad de Chile y los objetivos del Teatro son los mismos. No cambian porque son objetivos humanistas, universitarios y universales, la construcción del saber, la difusión y la vinculación con nuestro territorio. En el fondo, ésas sería las tres líneas matrices a seguir. No son cuestiones que a mí se me ocurren, son parte de un ideario a fortalecer.
Por último, ¿en qué espera que se traduzca su gestión?
Quiero que se traduzca precisamente en lograr lo que estamos hablando, que el TNCH vuelva a estar integrado como un referente necesario, importante, deseado y vinculado a nuestra creación escénica. El deseo es que sea un motor de actividad cultural.