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No hables mal de las mujeres, porque hijo de mujer eres


Jueves 25 de mayo 2017 12:55 hrs.


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Señor Director:

Es un tema de debate muy actual el ajuste de la lengua a la evolución de la sociedad, que incluye a la mujer de manera cada vez más completa, permitiéndole ser considerada como igual al hombre. Por esta razón, surgen discusiones sobre términos como arquitecta, ministra, pilota y otros que designan trabajos que están experimentando una feminización para adaptarse al la actualidad. La Real Academia Española incluye en su propio diccionario tanto la palabra masculina como la femenina, subrayando cómo «No debe emplearse el masculino para referirse a una mujer».

Sin embargo, es preciso considerar que algunos conceptos están arraigados en la cultura y en la actitud de la mayoría: la mujer hasta los años 50 se ocupaba casi exclusivamente del hogar y de los hijos, y es reciente el fenómeno de la adaptación lexica a su nueva condición. Con la evolución de la emancipación, la lengua se ha moldeado parcialmente para definir a seres que tienen un papel preponderante, creando palabras que puedan nombrar a la figura femenina del mismo modo que a la masculina, pero el proceso todavía está en marcha y el debate encendido: por un lado, hay mujeres que no aceptan que se las denomine usando un sustantivo femenino para aludir a su profesión, porque consideran que este ajuste lingüístico las sitúa en una situación de imparidad con respeto al hombre; por otro hay quienes luchan con determinación para que se elimine toda huella de machismo en la lengua, reivindicando el derecho a que se utilize el género femenino cada vez que se haga referencia a las mujeres.

Ambas actitudes presentan argumentaciones a favor y en contra, razón por la que es difícil adoptar una postura. Está claro que – para crear los fundamentos de una sociedad que se erija a partir de la igualdad- es necesario modificar algunas maneras de pensar en las que radica la cultura, por ejemplo adaptando o eliminando algunos refranes que se siguen utilizando, pese a que ya no tengan validez.

¿Por qué no se elogia a las mujeres por sus cualidades intelectuales en lugar de decir “Tiran más un par de tetas que un par de carretas”? O incluso, ¿Por qué dar por sentado que algunos papeles solo son femeninos, siguiendo con el uso del proverbio “La mujer honrada la pierna quebrada y en casa”?

Hombre, ¡que no se te olvide!: “No hables mal de las mujeres, porque hijo de mujer eres”.

El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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