Artistas nacionales inauguran exposición "Plan de Cierre", en pueblo Los Choros

La exposición pretende, a través de una extensa investigación y trabajo con la comunidad, dar cuenta de la realidad de decenas de comunidades que viven entre los desechos y residuos mineros.

La exposición pretende, a través de una extensa investigación y trabajo con la comunidad, dar cuenta de la realidad de decenas de comunidades que viven entre los desechos y residuos mineros.

 

El artista visual chileno Marco Bizzarri inauguró el sábado 13 de mayo la exposición “Plan de Cierre” en el pueblo de Los Choros, a 600 kilómetros de Santiago. La muestra busca revitalizar la zona local, trabajando con la comunidad, su patrimonio y su memoria, a través de residencias interdisciplinarias que funcionan por medio de invitación.

Bizzarri ha incorporado en su obra una gran variedad de técnicas –desde la acuarela y el acrílico, hasta el grabado de aguafuerte y assemblage de madera-, haciéndose mayormente conocido por su oficio de pintor. El statement de su obra pictórica señala que ‘mediante formas orgánicas e inorgánicas con una fuerte carga cromática, instala preguntas en torno a lo individual y lo colectivo, planteando al último como modo fundamental de moverse y funcionar.’

Sin embargo, al llegar al pueblo de Los Choros con la idea de realizar pinturas, se encontró con una situación que hacía de las telas un medio demasiado acotado para reflejar la realidad a la que se enfrentaría: “Al llegar a la zona, me di cuenta de la dura realidad en que viven estos pueblos; pueblos que han quedado en medio de enormes depósitos de relaves que llevan años abandonados en las cuencas de los ríos. Hoy en Chile no existe una ley para regular la situación de los Pasivos Ambientales Mineros producto de la pequeña minería, y son estos mismos pueblos los más perjudicados de este déficit legal.”

Una experiencia cuya duración no estaba predicha y cuyo resultado visual era desconocido, acabó por ser el proceso de un año de investigación en terreno, diálogo con activistas de la zona, participación en fiestas del pueblo, recorrido del desierto, los caminos, las casas abandonadas y sus rincones, y de trabajo creativo, abriéndose la oportunidad para explorar un área que hasta entonces no formaba parte de su producción plástica: el arte en comunidad y land art.

“Decidí ejecutar de manera simbólica el plan de cierre que nunca se hizo en la zona. Éste consiste en una serie de medidas que son diseñadas durante la vida de una operación minera y que buscan prevenir y controlar los riesgos en la tierra y personas. Recorrí la localidad de Higueras y recolecté más de mil residuos mineros -desde tarros y herramientas hasta estructuras industriales que llevaban años abandonadas y cubiertas de polvo fino y altamente tóxico-, las cuales fueron re-significadas en tres instalaciones diferentes.”

La creación del proyecto fue resultado de un proceso de colaboración entre Bizzarri y Paula Solimano, artista visual y cofundadora (junto a Marco Bizzarri y Javier Otero) de De Facto Colectivo.

La primera instalación, titulada “Enemigos pasivos” tomaba la explanada trasera de una casa abandonada para exponer una instalación de más de seiscientos residuos mineros y cajones de madera que fueron tomados, organizados, intervenidos y posicionados por Bizzarri. Los restos metálicos formaban una masa circular de 10 metros de diámetro, alrededor del cual se ubicaba el público, observando una taxonomía de tarros oxidados, sucios y contaminantes, que fueron cubiertos y unidos por capas de pintura industrial en brillantes colores pasteles.

“Las historias particulares de estos objetos llevan años suspendidas entre las gruesas capas de óxido y tierra, ignoradas por ser lentas, silenciosas y tristes. Y ahora, son sofocadas por una capa de pintura, que por ser colorida, alegre y viva, tiene la última palabra” escribe Solimano en el catálogo, tomando estos tarros como recurso para discutir sobre la visibilidad de la zona y la relevancia de los problemas que la aquejan dentro del debate nacional.

La segunda lleva el título “Sentados a la mesa”, y consistía en una mesa redonda de 6 metros de diámetro de madera y fierro, sobre la cual se encuentra una nueva serie de residuos metálicos, ésta cubierta por pintura industrial gris y negra. En torno a la mesa, cinco estructuras metálicas sostienen grandes pedazos de maquinaria pesada –los cuales fueron abandonados, también, en diferentes localidades de Los Choros, cubiertos de los mismos colores. “(…) y el lugar en que se emplaza, expuesta a la supervisión de externos, hace que entre los intereses colectivos que sobre ella se plantean se infiltren los intencionados por otros,” señala Paula Solimano en el texto curatorial del trabajo.

En la tercera y última, las personas caminaron hacia el borde de una quebrada que miraba un río, rodeada de montañas y al costado del extendido desierto, consistía de tres torres construidas de fierro, cajas de madera y tela roja, ubicadas respectivamente al interior de una casa abandonada, en el centro de lo que fue un corral de animales, y sobre el río. Bizzarri encendió bengalas y estas torres comenzaron a emitir un humo naranjo condensado, el cual “expresa una situación de soledad y emergencia” y “[la] necesidad de crear una plataforma de comunicación en que estos mensajes puedan ser efectivamente emitidos y respondidos.” (Extractos del catálogo Plan de Cierre). El título del trabajo, “Caminantes de otro lugar”, responde a la experiencia de Bizzarri como inicialmente un residente outsider que recorre la zona en su investigación y búsqueda creativa.

El entorno árido, aislado y solitario que hospedaba los diferentes trabajos, exigía de quienes quisieran visitarlos, el entusiasmo y tiempo para viajar a Punta de Choros, subirse a los pickups de las varias camionetas y hacer el recorrido que unía a las obras. Sin embargo, pese a contar con una importante audiencia, gran parte de ella quedó atrapada en Santiago y La Serena, producto de la adversidad de las condiciones climáticas, que se manifestaron en esta ocasión en un frente de lluvia y viento que cortó el agua y la electricidad de la zona, junto con el camino para llegar a ella. Este aislamiento, la exposición a la catástrofe natural y dificultad para llegar fueron dados por la geografía de la zona, pero pensados por Bizzarri y Solimano como una representación del estado de soledad que vive este pueblo, cuyos problemas carecen de visibilidad y, “por tanto, de urgencia”.

Actualmente, Marco Bizzarri y Paula Solimano se encuentran investigando los diferentes espacios de la capital que puedan acoger estas grandes instalaciones, planeando traer la muestra a Santiago entre fines de este año y principios del 2018.

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