“El pehuen (araucaria araucana) nos entrega una identidad, nos entrega una forma de relacionarnos con el territorio, nos entrega una forma de vivir esta dimensión, genera un espacio de convivencia respetuosa. Nos entrega una cosmovisión y un alimento, por lo mismo establecemos una condición de respeto y cuidado con el entorno”.
Para un mapuche pehuenche este árbol no es solo una especie endémica del territorio, sino que es parte esencial de la existencia de un pueblo que habita en los sectores cordilleranos de la Región de la Araucanía. Sin embargo, el Estado chileno no ha respondido respetuosamente a esta condición y no ha reconocido el desarrollo complejo de estos habitantes que tienen una historia ancestral que perdura como una nación aparte de la forma de vida de la sociedad moderna de Chile.
En la Región de la Araucanía se encuentra un 79% de las araucarías araucanas del país, lo que da forma a una serie de bosques milenarios, ya que este ejemplar se encuentra distribuido por toda la Región de la Araucanía, el sur del Biobío y el norte de la Región de Los Ríos. Podemos encontrar estos ecosistemas en lugares como el volcán Villarrica, Alto Bío Bío, volcán Antuco, Parque Nacional Laguna del Laja, entre otros.
En 2002 se prudujo un incendio devastador que incineró 22 mil hectáreas de bosque nativo, situación que se repitió en 2015 en el incendio ocurrido en la Reserva China Muerta donde se quemaron 6600 hectáreas donde el fuego arrasó con 500 mil ejemplares milenarios.
Por esta razón, profesores de la Universidad de la Frontera junto a un equipo de la Universidad Católica presentaron ante la Secretaría Regional Ministerial del Medio Ambiente de La Araucanía una serie de antecedentes para lograr que la araucaria sea declarada como una especie en peligro de extinción y avance de la definición de especie vulnerable, esto con el fin de resguardar el árbol ancestral que hoy está desapareciendo por múltiples razones.
Según los estudios elaborados por los académicos, en los últimos 500 años han desaparecido alrededor de 250 mil hectáreas de esta especie, por lo que se hace urgente tomar los resguardos necesario para que se genere una relación de respeto con estas especies que necesitan más de mil años para llegar a la condición en que se les ve en el sur de Chile.
Hombres del Pehuen
“Con mi abuelo y mi familia en el quehacer diario recolectábamos piñones, en ningún momento agarrabamos a palos al árbol, nunca realizamos esa acción, nosotros siempre antes de sacar la semilla hacíamos una rogativa nuestro Nguillatún, una ceremonia para pedir permiso e ingresar a este espacio sagrado. Ese era nuestro día a día”.
Así relata Gabriel Pereira (Kurruman) su vida junto a los bosques de pehuen que se emplazan en el sector de Alto Bío Bío. El joven que ha luchado durante su vida por recuperar las tierras que pertenecieron a sus abuelos y comunidades, explica que “en el año 1879 cuando ocurrió el genocidio en La Araucanía y la Campaña del Desierto en el territorio argentino, lo que contaba mi abuelo era que las comunidades se refugiaron en el territorio cordillerano, en los bosques de pehuen para no ser asesinados. La gente gracias al piños lograron sobrevivir, refugiarse, este espacio les entregaba condiciones, quizás no eran las mejores, pero les permitió subsistir”.
El cuidado que los mapuches pehuenches le dan al bosque responde a una “lógica ancestral y que obedece a este respeto, a esta relación, a este vínculo, por lo tanto, esto ya está incerto dentro de nuestra lógica, el respeto, la protección del espacio sagrado. Estos espacios sagrados nos entregan nuestra forma de convivencia, nuestra espiritualidad que es lo más importante”, profundiza Kurruman al explicar su vínculo con la especie ancestral.
El hecho que el Estado chileno imponga formas de tratar al bosque es un conflicto constante entre las comunidades y la institucionalidad, ya que Chile desconoce la comprensión mapuche del territorio e impone con fuerza la forma de comprender la relación con la naturaleza.
“A partir del año 1860 se instalan aserraderos en Alto Bío Bío, Lonquimay y Panguipulli, esto con el fin de de explotar el bosque de araucaria. A partir de esto nace una lucha política y territorial por la preservación del espacio. Luego, en 1970, se declara patrimonio y como área protegida los bosques de pehuen, generándose otro conflicto, ya que la institucionalidad instaura e impone, a partir de su perspectiva, cómo se debe proteger la araucaria, por lo tanto, a partir de esta imposición empieza a haber un conflicto entre la comunidad y CONAF.
“Si pensamos, este espacio siempre ha sido un territorio mapuche y nosotros lo hemos cuidado y protegido, por lo tanto, desde nuestra perspectiva como pehuenche no encontramos lógica a imponer una institucionalidad si nosotros lo hemos hecho ancestralmente. Además, el que los bosques sean declarados como reservas nacionales no nos permite recorrer libremente nuestros espacios en los cuales recolectamos piñones,desarrollamos la práctica del veraneo, tiempo en que la gente lleva a su ganado a la montaña para descansar”, kurruman hace una recorrido por diferentes conflictos que ha generado el Estado chileno al imponer formas de vivir en el territorio sin considerar la voz de quienes habitan ancestralmente los bosques nativos.
El que hoy estén muriendo bosques por la sequía y los incendios es fundamentalamente por la acción antrópica, esto quiere decir que existe una relación directa con el monocultivo de especies exóticas, como el pino y el eucaliptus, dos especies que extraen grandes cantidades de agua para tener un rápido crecimiento, dejando cada vez más estériles los terrenos del sur.
Para Kurruman “los incendios son un hecho lamentable para la espiritualidad, lo veo como una cicatriz, porque el pehuen no es un árbol que vaya a crecer en 20 años, sino que es milenario, que para que tome su magnitud al tamaño actual tienen que pasar más de mil años, es un proceso de largo plazo la recuperación de este ecosistema, porque al desaparecer la araucaria desaparese una gran cantidad de flora y fauna especial que se genera en los bosques de pehuen”.
Pehuen una especie en peligro de extinción
El profesor Rubén Carrillo, experto en botánica de la Universidad de la Frontera, ha llevado adelante la lucha por declarar la araucaria araucana como especie en peligro de extinción, esto significa que el ejemplar pase de ser cosiderada vulnerable a esta nueva categoría que protege a las especies que pueden llegar a desaparecer.
“Al ser vulnerable está prohibida la tala de los árboles, pero además debería estar resguardada, puesto que aunque está declarada monumento natural y resguardada en zonas prioritarias de conservación, son estas áreas las que han sido mayormente afectadas por grandes incendios que han consumido más de 25 mil hectáreas de bosque nativo”, denuncia el académico de la Universidad de la Frontera.
La sequía producida principalmente por el monocultivo de especies exóticas, como el pino y el eucaliptu, es otro de los factores que problematiza la vida de esta especie, según plantea el profesor Carrillo, “este factor no permite que se genere un proceso de fotosíntesis adecuado de la araucaria, lo que genera un adelgazamiento de las paredes celulares y por lo tanto, los ejemplares quedan expuestos al ataques de insectos y hongos”.
La protección de esta especie no pasa solo por mantener vivos los ejemplares milenarios, sino que también proteger el ecosistema que se genera en los bosques, ya que son miles de especies que ahí crecen y que tienen directa relación con el microclima que producen estos gigantes que pueden llegar a medir cerca de 50 metros.
En estos bosques pehuenches, según dice el profesor Carrillo “las machis son capaces de identificar más de 700 especies de la flora nativa, saber cuáles son sus aplicaciones medicinales y hoy cada vez las machis se están quedando sin plantas, tienen que caminar mayores distancias justamente para hacer sus ritos y ceremonias”.
“Yo creo que cualquier país del mundo que sepa que existe un pueblo originario ancestral que está vinculado a un ecosistema vegetal tan importante como el bosque de araucaria toma los resguardos necesarios. Cuando hace 15 años se quemaron más de 20 mil hectareas y después en 2015 se inceneran 6600 hectareas no se tomó ningun resguardo, yo creo que esto demuestra una omisión y despreocupación del Estado chileno”, reflexiona el académico de la Universidad de la Frontera.
“Se habla mucho del cambio climático pero no se resguardan los ecosistemas vegetales como el de la araucaria. Yo quisiera que antes que habláramos a nivel internacional y nos llenáramos la boca con el cambio climático, también apuntáramos a lo que tenemos que hacer de manera tan básica con ecosistemas como el de la araucaria”, concluye el investigador que ha llevado la discusión a la autoridad ambiental, la que podría demorar entre seis meses y un año en dar una respuesta sobre la condición de protección en que quedará el árbol nativo y milenario.