En conversación con Juan Pablo Cárdenas, el doctor en sociología y máster en gobierno y política latinoamericana de la Universidad de Essex en Inglaterra, Tito Tricot, se refirió a su nuevo libro “Aukan, violencia histórica chilena y resistencia mapuche”.
El texto, editado por Ceibo Ediciones, da cuenta del conflicto entre el Estado chileno y el pueblo mapuche, después de 20 años del surgimiento del movimiento autonomista en Lumaco.
¿Qué pasó con este movimiento? ¿Prosperó? ¿En qué estadio estamos hoy con esta idea de un movimiento mapuche autonomista?
La idea del libro surgió porque ahora se cumplen dos décadas del levantamiento de lo que podría denominarse el movimiento mapuche autonomista. En general los movimientos de este pueblo son de larga data, incluso podríamos decir que la resistencia comenzó con la conquista de los españoles y prosiguió con la consolidación del Estado nación chileno. No es algo nuevo.
Contemporáneamente, la primera organización mapuche es de 1910, bastante antigua. Sin embargo, yo digo que lo autonomista se puede fechar en el año 1997 por lo ocurrido en Lumaco, tanto desde el punto de vista simbólico como factual. Es en ese contexto este libro es un homenaje a aquellos dirigentes y comuneros que organizaron este movimiento en esa zona de la IX Región de La Araucanía.
En el libro aparecen citas que son realmente espeluznantes de personajes que nuestra historia venera, como una de Cornelio Saavedra, quien fue el general que estuvo a cargo de la Pacificación de La Araucanía. La cita dice: “Como los salvajes araucanos, por la calidad de los campos que dominan, se hallan lejos del alcance de nuestros soldados, no queda a estos otra acción que la peor y más repugnante que se emplea en esta clase de guerras, es decir, quemar sus ranchos, tomarles sus familias, arrebatarles sus ganados y destruir todo lo que se les puede quitar”.
Hay otra de Vicuña Mackenna: “El indio no cede sino al terror, lo que demuestra su vil naturaleza”. Así hay otras citas dentro del libro, muchas de las cuales fueron publicadas particularmente por diarios como El Mercurio. Yo no sé si hay algún cálculo que hable de cuántos eran los mapuches y cuántos son actualmente. Acabamos de hacer un Censo y es creciente la cantidad de chilenos que asume su origen.
Claramente la conquista hispana y luego la conquista chilena, pueden considerarse como un genocidio. Hoy se estima la existencia de una población mapuche de alrededor de un millón y medio de personas. No sabemos exactamente cuál es la cantidad exacta porque el Censo anterior fue un fracaso total, se estima que podría ser aproximadamente el 10 por ciento de la población total del país, lo que es bastante.
Es bastante considerando además que hay un 70 por ciento de chilenos que tenemos ancestros mapuches, lo cual no se puede negar.
Exactamente. Ahora, hay un aspecto importante en relación a las citas que tú consignaste recién que evidencia que las clases dominantes chilenas, que son las que se hicieron del poder con posterioridad a la independencia, son profundamente racistas. Eso todavía prima en las políticas que se han implementado en relación a los pueblos originarios y, particularmente, en relación al pueblo mapuche. Digo esto para explicar que lo que llaman conflicto mapuche, lo denominan así porque existe una estigmatización del problema.
Desde el siglo XIX en adelante se piensa esto como la lucha entre la civilización y la barbarie, por eso se menciona esto del salvaje y del indio. Hoy no se refieren en esos términos, sino que se habla del terrorista, del subversivo o del extremista. Todavía se cree que el que tiene que civilizar es el chileno. Antes eso era una posición colonial y hoy es neocolonial ¿Cómo se hace? Reprimiendo y manteniendo el territorio usurpado.
Hoy en territorio mapuche existen más de mil efectivos policiales, es decir, más de lo que equivale a un batallón del ejército. Hay vehículos blindados, bases policiales, Fuerzas Especiales de Carabineros, prefecturas, brigadas especiales de la PDI y servicios de inteligencia operando allá, allanando comunidades, reprimiendo, torturando y asesinando mapuches. Cuando te hablan que existe un quiebre del estado de derecho, claro que es cierto, pero por parte del Estado, lo que existe es terrorismo de Estado.
Las palabras tienen mucha importancia y me da la impresión que en todo esto hay una evolución. Primero los mapuches buscaron reconocimiento a su condición, a su cultura, a su lengua y a sus costumbres. Luego empezaron a reclamar, hace 20 años, autonomía en sus decisiones y que les devolvieran tierras. Y ahora hay quienes dicen que los sectores más jóvenes están abogando por independencia, y por territorio propio ¿Cuál es tu impresión al respecto?
A mí me parece que en Lumaco, entre octubre y diciembre de 1997, hubo un punto de inflexión, porque se produjo un tránsito desde la demanda culturalista y economicista hacia las demandas políticas, es decir, por autonomía.
En ese momento las comunidades de Lumaco, que eran Pili Mapu y Pichi Loncoyan, realizaron dos acciones fundamentales: recuperan dos fundos y queman dos camiones de la forestal Bosques Arauco.
Acá el concepto de recuperación territorial es muy importante porque no solamente se toman tierras, sino que proceden a la recuperación de lo que ellos consideran territorio histórico. Cuando el Estado usurpó el territorio mapuche al final de la mal llamada Pacificación de La Araucanía en 1883, se crearon tres mil reducciones, que fueron realmente tres mil campos de concentración donde ubicaron por la fuerza a este pueblo. Posteriormente, en los años 20 les entregaron algunos títulos de merced o dominio a algunos loncos y familias mapuches, para tratar de ordenar el caos que existía. Las comunidades actuales son los residuos de esos títulos de merced que entregó el Estado.
Lo que hicieron en Lumaco al recuperar territorio histórico, fue decir que no les interesaba lo que el Estado les quería dar, porque buscaban recuperar lo que les pertenecía. Ahí hay una diferencia fundamental, eso fue una señal política que se trasformó en el cimiento de esta demanda por autonomía.
No podemos dejar de recordar también el Parlamento de Quilín firmado entre mapuches y españoles, donde estos últimos les reconocieron un territorio en La Araucanía. Esto ha sido absolutamente vulnerado, además de otro tipo de acuerdo al respecto.
El tratado de Quilín entre españoles y mapuches es de 1641, después de cien años de guerra, y reconocía el territorio mapuche del Bío Bío al sur, cosa que jamás hizo el Estado nación chileno.
Lo de Lumaco es un ejercicio de soberanía en el marco de lo que es el conflicto chileno mapuche actual. Mientras que la quema de los camiones a esta forestal que pertenece al grupo Angelini, uno de los grupos más poderosos de Chile, fue la primera acción de violencia política por parte de un segmento del movimiento mapuche. Eso es muy importante porque las forestales representan la presencia del modelo neoliberal en Chile que se impuso a través de la dictadura a partir de los años 70 y que ha sido consolidado por los gobiernos de la Concertación, de Piñera y la Nueva Mayoría.
Hoy lo que estaría haciendo el Estado chileno con estos mil policías allá sería terrorismo de Estado ¿Qué valor le asignas a lo que acaba de hacer la presidenta Michelle Bachelet?
Lo que propuso la presidenta Bachelet no tiene relevancia para tratar de solucionar el conflicto actual, porque carece de algo nuevo. Creo que sus propuestas van en la dirección equivocada.
El reconocimiento constitucional, que es una demanda antigua del movimiento, ni siquiera está contemplado porque lo pospone hasta que supuestamente exista una discusión en el Congreso sobre la reforma constitucional.
Muchas de las propuestas son de tipo economicista productivo, que son para la Región de La Araucanía en su conjunto, ni siquiera son dirigidas al pueblo mapuche.
Plantea la creación de un consejo de los pueblos indígenas, que sería un organismo de tipo consultivo, es decir, absolutamente simbólico, que no tiene ningún carácter resolutivo, un ente burocrático. También plantea la voluntad de un Ministerio de Pueblos Indígenas que caería en lo mismo, un ente estatal como la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), que finalmente no sirvió.
Tal vez en algún momento podría plantear algunos cupos reservados para los pueblos indígenas, pero siempre dentro de lo que es la institucionalidad chilena. En otras palabras, no hay derechos constitutivos para estos pueblos, por lo tanto no hay autonomía y menos aún un estado plurinacional y pluricultural, lo cual corresponde a una demanda muy sentida.
Me da la impresión que hoy gran parte del país está sensibilizado con el tema y piensan que la causa hay que respaldarla y darle la forma de la autonomía que reclaman, ¿tú tienes esa sensación?
Absolutamente. Las últimas encuestas que se han realizado, con todo lo cuestionado que son estos mecanismos, estiman que alrededor del 67 o 68 por ciento de los chilenos no solo simpatiza y solidariza con el pueblo mapuche, sino también comparte muchas de sus demandas, lo cual no es menor.
Yo creo que en primer lugar lo que se hizo en Lumaco fue posicionar esta demanda política por autonomía. Segundo, ha sido visibilizar el tema mapuche, cosa que no existía antes. Tercero, ha instalado en la nueva generación una conciencia de nación y un gran orgullo por ser mapuche, un fortalecimiento de la identidad que hace que se visibilicen sus prácticas culturales, sus acciones y esas diferentes expresiones que no solo se dan en el campo y en las comunidades, sino también en las ciudades. No olvidemos que hoy casi el 70 por ciento de los mapuches vive en zonas urbanas, eso no deja de ser importante.