El 7 de septiembre de 1986 el Frente Patriótico Manuel Rodríguez concretó la “Operación Siglo XX” u “Operación Patria Nueva”, misión del grupo armado surgido del Partido Comunista que tenía como objetivo emboscar y asesinar al entonces dictador Augusto Pinochet Ugarte.
Un día después del fallido intento por ajusticiar al líder de la Junta Militar, la dirección nacional del Frente recibía de parte del “comandante Bernardo”, chapa de José Joaquín Valenzuela para el atentado, un parte operativo en donde se detallaban los acontecimientos desde días anteriores al ataque hasta las horas siguientes al enfrentamiento que acabó con la vida de cinco escoltas del dictador.
“Si bien el tirano no fue ajusticiado, se demostró su vulnerabilidad, su cobardía y que más temprano que tarde recibirá su merecido castigo”, dice el documento (ver al final de este artículo).
El castigo finalmente no llegó, ni por la vía armada ni la institucional, Pinochet murió de una infarto en la cama de un hospital.
Días después de la operación, Juan Moreno Ávila, uno de los fusileros que participó del atentado, fue hasta el Palacio de La Moneda en un acto temerario. El 7 de septiembre vio cómo frente a sus ojos se escapaba, mientras era ametrallado por su M16, el Mercedes Benz 500 SEL blindado que llevaba al atemorizado Pinochet. En su visita a La Moneda, quería ver los daños del vehículo, una de las postales históricas de la frustración.
La memoria de un combatiente
El 21 de octubre del ’86 Juan Moreno Ávila, que utilizó el nombre ‘Sacha’ para la operación, cayó detenido, el primero de todos los integrantes del ataque, a raíz de unas huellas dactilares suyas encontradas por la Policía de Investigaciones en una botella olvidada en el lugar en que se preparó la operación.
En su detención fue desnudado y colgado de los pies, siendo sometido a constantes descargas eléctricas, según relata el periodista Juan Cristóbal Peña en ‘Los Fusileros’. Frente al hostigamiento, Juan Moreno se quebró cuando los interrogadores llevaron a su madre, su esposa de aquel entonces y a su hija de cinco meses de vida, a que presenciaran las torturas. Terminó dando información que permitió la captura de cuatro frentistas, algo que entre los ex integrantes del grupo genera distintas opiniones.
Luego de escapar de la cárcel junto con 49 frentistas en 1990, vivió en la clandestinidad hasta 2006. Hoy reside en Los Álamos, una pequeña comuna de la Provincia de Arauco en la Región del Bío Bío.
Hasta hace poco fue dirigente comunal del Partido Comunista, pero no aguantó el momento actual del partido en pacto con la Nueva Mayoría. Hoy intenta organizar a los usuarios Prais de Los Álamos, para que puedan acceder a sus beneficios.
¿Cómo guarda el recuerdo a 31 años? ¿Las interpretaciones van cambiando con el tiempo?
– Uno se queda con el contexto histórico en que se desarrolló la Operación Siglo XX. Todavía siento orgullo de haber participado. Ahora, mirando en retrospectiva, quizás estaba apresurada la decisión y no se tomaron en cuenta los acontecimientos que podían suceder, como la muerte de los cinco compañeros esa noche. Pero en retrospectiva no estoy arrepentido de haber participado porque el contexto histórico exigía realizar esa operación.
Según su experiencia ¿Cómo es la valoración histórica actual del hecho en el país?
– Los políticos, la gente, los medios de comunicación, no le dan mucha importancia. No quieren quemarse en dar opiniones respecto a esto. La gente tiene que entender que los políticos, que estaban fuera de la ley en esa época, celebraron el atentado. Ahora están en el poder y no nos toman en cuenta, se olvidaron de esas cosas. Creo que es hipocresía, no quieren darle la importancia que tiene la Operación Siglo XX, la operación de ajusticiamiento del tirano.
Usted fue dirigente del PC en los últimos años ¿Cómo ve la actitud de la Concertación y ahora Nueva Mayoría con los frentistas?
– Es bien complicado estar militando en el partido hoy, porque hay que estar relacionándose con partidos que en el tiempo de la Unidad Popular traicionaron al presidente Salvador Allende, principalmente la Democracia Cristiana. Estar junto a ellos, también con el Partido Socialista que tiene al diputado Marcelo Schilling, que fue director de “La Oficina”, que también es culpable de la muerte de compañeros del Frente, vuelve complicado militar en el partido, es complicado para quien tuvo una militancia honesta y solidaria.
– ¿Cree que el sector ha sido injusto con los frentistas?
– El problema es que no quieren asumir que en la situación que vivimos hoy es más fácil para ellos ser amigo de los empresarios que asumir la defensa de los revolucionarios.
– ¿Usted personalmente cómo trabaja el rescate de lo hecho por el Frente?
– Uno no deja de pensar en lo que sucedió hace treinta años, cuarenta y tres años del Golpe. El miércoles hicimos un acto conmemorativo del 11 de septiembre, no podemos dejar de hablar, de recordar a los Detenidos Desaparecidos, a los torturados, a los exiliados. Cuando dejemos de transmitir esto los van a matar de verdad.
– En 2016 Mauricio Hernández Norambuena (comandante Ramiro) publicó un libro en que lo critica a usted por haber delatado ¿Cómo le afecta hoy el tema?
– No me complica la situación ahora, menos de lo que diga Ramiro, a él no lo veo como el “che Guevara chileno”, lo veo como un combatiente revolucionario. Tendrá su opinión y la respeto. La historia juzgará.
– Estuvo muchos años en clandestinidad, hasta 2006, luego del fin de la dictadura ¿Tuvo que aprender a vivir de nuevo? ¿Cómo es un hombre que vuelve a utilizar su verdadero nombre después de tantos años?
– Es complicado asumir la vida normal, porque te acostumbraste a vivir en la clandestinidad, con distintos nombres. Asumir quien eres es difícil para el entorno, para conseguir trabajo. Aquí nadie te ayuda, los partidos políticos no apañan a los revolucionarios, hay un “sálvese quien pueda”. Fue complicadísimo en un principio para mí, ahora estoy viviendo de forma normal, asumiendo mi nombre, pero fue complicado en un principio, y doloroso también al ver que compañeros transitaron por la delincuencia para seguir viviendo.
– Usted me contaba que su hijo menor quiere ser carabinero ¿Cómo asume estas paradojas de la vida?
– A él le interesa ser carabinero, no sé si será posible por mi situación, pero es su decisión, él tiene su pensamiento y convicción, yo lo voy a apoyar en lo que sea, hay que apoyar a los hijos. No entro en contradicción en esto, él tiene que tener claro que a pesar de ser carabinero tiene que ser solidario y no autoritario.
Parte de la operación: