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La muerte de una librería

Columna de opinión por Vivian Lavín Almazán
Viernes 8 de septiembre 2017 15:50 hrs.


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El corazón que habita en el Palacio está confundido. Desde hace años, para ser honestos, pero en lugar de ir madurando con los “golpes” que ha recibido, pareciera ser un eterno adolescente, que no termina de comprender su derrotero ético, su tarea para hacer de Chile un país donde todos nos sintamos orgullosos de pertenecer y no solo una oportunidad de trabajo. Nuestro corazón estatal se viste de camiseta roja cuando juega la Selección Nacional de Fútbol y, veces, se la ha puesto para felicitar a destacados tenistas. Pero lo suyo no es el deporte, es el fútbol. Aunque tanto se esmere en elaborar políticas públicas que buscan incentivar algunas disciplinas, al final, el corazón solo late fuerte cuando juega “La Roja”, y pareciera que se le fuera la vida en eso. Un corazón con ojos de pelota de fútbol, todo tatuado con los nombres de los jugadores insignes, gladiadores, como los llaman los relatores en sus afiebrados comentarios y que pareciera solo condolerse al grito de ¡gol!. Un largo aullido que se repite en todo Chile, en abrazos, besos y hasta lágrimas. El corazón que habita en Palacio, más que nunca, escucha a todos los otros corazones que viven en Chile en esos momentos: una conexión cardíaca que lo electriza todo. Dicen que cuando eso pasa, que hasta el pan, nuestro principal alimento, se siente más crujiente. Es probable que la Coca-Cola, nuestra principal bebida, también sepa mejor después de los triunfos futbolísticos, como que todo ande peor después de una derrota. Por eso es que ahora el corazón está abatido. La Roja no ha podido gritar gol desde hace un rato.

Porque piensa y siente en #modofútbol, este indolente corazón no se da ni cuenta que a menos de 100 metros ha tenido durante mucho años una librería de excepción: Prosa&Política. Frente a la Plaza Emilio Pacull, que recuerda al enorme periodista chileno, y entre las calles Amanda Labarca y Valentín Letelier, héroes ambos de la Educación Pública, como padrinos espirituales la escoltan en su cometido esencial. El espíritu de una librería que nació justamente para alimentar lo más cerca posible a  quienes trabajan en los principales órganos del Estado, en el corazón, cerebro, y pulmones, es decir, a pasos del Palacio de La Moneda y el Centro Cultural que lo sustenta, el Ministerio de Educación, el Colegio de Periodistas…en el centro cívico de la ciudad, luce una vitrina rebosante de una oferta cultural de excepción y que cuenta con la cuidada selección de una experimentada librera, Berta Concha. Dicen que una librería es introducirse en la mente de su dueña, en este caso, y vaya que vale la pena dar un paseo por este cerebro. Libros para la venta, claro, pero inencontrables en otras librerías que prefieren la transacción rápida e impulsiva que dicta el mercado. Libros de cocción lenta son los de Prosa&Política, que buscan a un lector sensible, crítico, comprometido, inquieto, subversivo. Libros de filosofía y su amplio abanico racional; libros de derecho y las posibilidades de compararlo o aplicarlo de manera especializada; libros de Ciencias Sociales, Arte, Música, Patrimonio y también una nutrida y sorprendente selección para los hijos de esos particulares lectores. Pero los muchos corazones que acuden a sus trabajos o a diligencias por el centro de Santiago como también el que habita en el  Palacio de La Moneda, no se enteraron mucho de qué iba eso de contar con una librera que venía con la experiencia de haber tenido la primera librería en castellano en pleno Washington, muy cerca del corazón imperial. Un gesto ético de enorme importancia que complementó años después con el mismo ejercicio en la capital editorial del mundo hispanoamericano, como es Barcelona. Corazones anémicos pero que pasan caminando orondos, sin percatarse siquiera de la oferta librera que se les ofrece cada día, para ir, en cambio, a sentarse a sus puestos de trabajo a teclear sin cuestionarse, sin abrirse al desafío que implica la lectura crítica.

Desde hace un buen tiempo, el panorama empeoró cuando apenas se pueden ver los libros. A su paso evitan la Plaza Emilio Pacull, a sabiendas de que se ha convertido en un fortín antimotines donde se guarecen buses de Carabineros y zorrillos, vallas papales y el “Húascar”, también. Todo un despliegue represivo que apenas deja ver a esos libros ávidos de lectores.

Prosa&Política baja sus cortinas en septiembre. En el mes de la Patria cuando más necesitamos pensarnos y alimentar esa memoria que celebramos con tanta fiesta, los libros quedan solos tras sus puertas. Los próximos meses habrán ofertas que quizás tienten a corazones atentos, pero de seguro no a los que bajo sus elegantes trajes visten una camiseta futbolera. Esos son corazones enfermos a los que no les caben más emociones y aventuras que las que ven en un televisor.

El corazón de Palacio no se da cuenta que con el cierre de una librería se muere la posibilidad de soñar un país mejor. Quizás sea eso, ya no sueña. Solo quiere gritar gol.

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.