A la hermana Yamile Cabrera, monja de la Congregación de las Terciarias Capuchinas, la veo a través de una mampara que separa la sala de reuniones de la de espera. Da la impresión de que es una mujer ocupada. El tiempo que no le dedica a la fundación lo ocupa en su rol como funcionaria pública, en el departamento de mujeres de la municipalidad de Quilicura, lejos de las oficinas en las que nos encontramos, ubicadas en Providencia. Por eso el tiempo se le hace poco, porque los traslados son eternos.
A través del vidrio la veo pararse del mesón, abrir la puerta e invitarme a otra sala. Lo primero que me dice es que tiene ganas de invitar a Beatriz Sánchez a una tertulia de mujeres, que si tengo el contacto para hacerle llegar la convocatoria. Le pregunto por qué a ella y, sin responderme, deja entrever los primeros adelantos de incipiente feminismo. “Ya no somos minoría las mujeres. Somos mayoría y nos siguen viendo como minorías”, dice, a raíz de su trabajo en el departamento de mujeres, que es también la razón que motiva la invitación a Sánchez.
La mujeres, la Iglesia, y las mujeres en la Iglesia
¿Cuál es su diagnóstico sobre la realidad que viven las mujeres en Chile? ¿Son un género discriminado?
Nos siguen viendo como minoría sabiendo que somos un 52%. Nos ponen al lado de pueblos indígenas, la comunidad LGTBI. Si juntáramos a todas las mujeres e hiciéramos un paro, a ver si el Estado sería tan capaz. Las mamás, educadoras, enfermeras, bomberas, carabineras y hasta ahí nos llegó el cuento. Hay una desigualdad horrorosa en Chile. Pero es una cuestión a nivel general, no solo de Chile. Te pongo un ejemplo:yo no te puedo decir si estoy a favor o en contra del aborto, pero me da una lata que quienes discutan el tema del aborto sean varones. ¿Habrá dos mujeres? ¡Son dos! ¿Y quiénes aprueban la ley? 99% hombres. Son hombres los que te dicen qué es lo que tienes que hacer con tu cuerpo. ¿Quiénes norman las leyes? Hombres. Es ilógico. Todo lo que le pasó a la Goic… Esté o no a favor de ella… Estos dichos que señalan que las mujeres tenemos que ponernos los pantalones… No po, tenemos que afirmarnos la falda, los calzones, no los pantalones. Cuando se habla de la Bachelet… La “gorda”. Pero cuando hablamos de Piñera… El “señor” Piñera, Guillier… Yo no sé si vayamos a encontrar la igualdad. En todas partes, en nuestras iglesias.
Muchos señalan que la Iglesia es una institución machista…
Las iglesias.
Pero acotémonos a la Católica, que es a la que pertenece.
Las iglesias son regidas por hombres. Es una sociedad dictada por hombres.
¿Y no es la Iglesia Católica una institución que lleva la batuta en temas de conservadurismo machista?
No estoy de acuerdo. La comunidad evangélica también es fuerte en eso, y para qué decir los musulmanes.
Estamos de acuerdo, pero como dice el dicho, mal de muchos… La Iglesia Católica se ha manifestado continuamente en contra de los avances feministas, ¿cómo lo interpreta, siendo mujer y religiosa de esa iglesia?
Ahí estamos las luces y las sombras. Yo no puedo ir en contra de las jerarquías de la Iglesia porque yo opté por esta vida consagrada. Sigo el Evangelio, sigo a Jesús, y trato de mostrar otro rostro.
¿Y cuáles son las sombras?
Este mundo machista poh.
Pero estábamos hablando de la Iglesia.
Que son guiadas por hombres. Hay que aprender a convivir con eso. Yo no dejo de ser religiosa por lo que diga el señor Obispo. Lo respeto y lo valoro, pero también escucho lo que dice el Papa. El Papa está a favor de entregarle a las mujeres mayor autonomía, reconocimiento. Uno no puede decir que todos los curas son iguales. Yo soy feliz con mi Iglesia, pero eso no quiere decir que no cometamos errores.
¿Cómo toma que algunos parlamentarios, a la hora de legislar sobre el aborto, ocupen argumentos religiosos para defender su postura?
Usamos a Dios para todo. Para matar, para decir cosas… Cuando hablo del aborto digo que hay que acompañar a la mujer en todos los procesos, y eso no se hace por ley. La mujer que opta por abortar hay que acompañarla al final.
¿Es pecado?
¡No! ¡Hay que acompañarla! Es un proceso doloroso de la mujer. Nadie se puede meter en la conciencia del otro. Nadie sabe el dolor que experimenta esa mujer al tomar esa decisión. Que muchas veces está manipulada por la sociedad, la pareja, la familia. Esa mujer sufre en esa decisión, ¿pero quién la acompaña? Nadie. Y a la mujer que opta por no adoptar, ¿quién la acompaña para que ella tenga lo mínimo para subsistir? Ya sea que lo dé en adopción, o que se haga cargo del bebé. Probablemente lo que haga lo hará sola.
Ningún aborto se toma a la ligera, en eso estamos de acuerdo, pero ¿debiera tener por ley la mujer el derecho a decidir sobre su cuerpo?
No, no debiera haber ley. Nosotros somos libres en tomar decisiones. La ley lo que te hace es ofrecer un canal “no penalizado” para que tu hagas tal cosa. Los chilenos somos súper legalistas. Yo creo que debiera haber políticas de Estado para el resguardo de las mujeres, en todo sentido. Si una mujer sufre violencia sexual, debiera haber un organismo que la acoja y la acompañe.
¿Entonces no debiera existir bajo ningún caso una criminalización del aborto?
Claro…
En ningún caso…
Yo siento que uno debe permitirle al ser humano tomar decisiones y acompañar procesos. Yo no puedo decir si son buenos o malos, porque es tu conciencia. Una ley no acaba el aborto. Es una estupidez que digan que ahora que hay ley de aborto todas las chicas van a ir a abortar. ¡Eso es una falta de respeto para las mujeres! Te pongo un ejemplo: el bendito bus ese. Dejemos que el que esté a favor esté bien, y el que esté en contra, bien también. Yo no tengo por qué atacar al otro para hacer prevalecer mi criterio.
¿Ese bus no debiera haber circulado?
Que circule o no, yo voy a seguir viviendo. Son cuestiones que generan odio, en vez de diálogo y encuentro. Estamos tan polarizados que en vez de salir en defensa de algo, atacamos lo otro. Si la Iglesia Católica piensa esto, está bien, es lo propio nuestro. El ateo pensará otra cosa.
Entonces en el Congreso no se debiera legislar en nombre de Dios.
El Estado de Chile es laico. Yo puedo estar a favor o en contra del aborto, esa es mi concepción. Mis principios y mis creencias son mías, y las vivo y desarrollo en mi iglesia, pero tengo que ser respetuosa y no generar odios. Mi libertad termina cuando empieza la tuya.
Usted es mujer y monja, ¿ha sentido esa posición de “minoría” dentro de la Iglesia?
No he sido discriminada. He tenido una vida de religiosa donde he podido experimentar grandes desafío de mi congregación, estuve siendo minoría católica en Benin. Ahí todos eran musulmanes. Depende de cada persona, cómo vive, cómo se va sintiendo. Yo me he sentido muy acogida por donde he ido.
Faltan profetas
¿Cómo cree que se han manejado las estructuras de poder dentro de la Iglesia chilena?
No sé si la Iglesia hoy tiene tanto poder como antes. No sé si la Iglesia se sentirá con tanta autoridad como para salir hablando públicamente. Hoy la Iglesia no está haciendo un rol profético en un 100%. Faltan voces de profetas. Se han acabado. Mariano Puga ya está viejo, muchos han muerto. Ezzati, ¿es validado?
¿El conservadurismo se impuso ante el progresismo propio de la Iglesia en tiempos de la dictadura?
Sí, hace mucho tiempo.
Hay curas que me han comentado que Juan Pablo II le hizo un tremendo daño a la Iglesia, que consolidó el conservadurismo, el anticomunismo, el secretismo. ¿Coincides?
No es que le haya hecho daño a la Iglesia. La Iglesia, cuando hay tanta cosa que se genera, en vez de salir adelante, retrocede. Se cuida, se protege de este mundo ateo, del laicismo. Para no perderse, vuelve hacia atrás. Ahí hay como una pared donde se aleja de lo que avanza el mundo. Nos quedamos atrás.
¿Se alejó de la gente?
No sé si eso, pero sí se protege de no contaminarse con tanta cosa que está afuera, para cuidarse.
¿Te gustaría ver una Papisa?
Me gustaría que hubiese mujeres dentro de la Iglesia.
Pero hay mujeres dentro de la iglesia, yo pregunto por las jerarquías.
No sé si las monjas necesitamos una jerarquía. Las monjas nos permitimos entrar a la cocina de la gente. En el comedor se espera la visita. En la cocina se recibe a quien se quiere, y es lo más íntimo que hay en la casa. Nosotras las monjas entramos a la cocina, nos sentamos, tomamos té, compartimos la vida sencilla. Yo no creo en la disputa contra los curas. Claro que sería hermoso tener mujeres, así como las obispas luteranas. Es un sueño, ojalá algún día se pudiese. Pero si no se llegase, nosotras igual construimos historia. Somos profetas, sacerdotes y reyes.
¿Y qué opinas de la castidad?
Creo en la castidad.
¿Crees que no se debería remover?
Ahí es distinto. Tú puedes ser casto en un matrimonio también.
Pero dentro de la Iglesia.
Sí creo que el sacerdocio debería tener un criterio distinto. Aquel hombre que asume el sacerdocio y quiere vivir la castidad de por vida, bien, pero siento que aquel hombre que quiere servir a Dios y quiere hacerlo a través de la vía del matrimonio, y ser un testimonio, yo creo que debería ser opcional. Yo tengo muchos amigos que fueron muy buenos sacerdotes, testimonios de hombres. Me da una pena que ellos dejaron de ejercer el sacerdocio porque se enamoraron. Fueron consecuentes con su vocación hasta el final. ¿Por qué no permitirles a estos hombres, que dejaron el sacerdocio porque encontraron una mujer que entró en su proyecto de vida, que ejerzan el sacerdocio y sean testimonio dentro de este nuevo rol? Pero tampoco tengo que obligar a que todos los curas…. Debería ser una opción.
La trascendencia de Bachelet y el quiebre que dejó la dictadura
¿Cuáles son sus referentes?
Para mí, Bachelet es una mujer importante. Es una mujer muy inteligente, que ha podido luchar en contra de tantas cosas personales, como también a nivel político. Pero es una mujer que ha puesto una visión de futuro, que lamentablemente ni los chilenos y chilenas, ni su gobierno, han valorado.
¿Por qué cree que ha pasado eso?
Han tenido una muy mala estrategia comunicacional.
¿No han sabido comunicar sus logros?
No han sabido comunicar sus sueños. Es una mujer muy emblemática. En un futuro, cuando nos acordemos de quién fue Bachelet, vamos a poder ver todos los avances que se hicieron. Ninguno de los presidentes ha logrado hacer tantos cambios a nivel político. Bien o mal, lo logró. En un mundo súper machista. La generación futura la va a evaluar. Nosotros la vamos a evaluar mal. Yo no, yo la defiendo siempre, y no porque sea mujer, sino que porque es una mujer emblemática.
Me comentó que quiere invitar a Beatriz Sánchez a Quilicura.
Sí. En los años 60 las mujeres armaban círculos de mujeres y ahí hablaban de cosas privadas. Yo quiero hacer estas tertulias de mujeres, donde nos demos espacios para ser, no para hacer. Para encontrarnos. Quiero invitar a Beatriz y Carolina.
¿Qué opina de ellas?
Beatriz ha sido valiente, una mujer políticamente desconocida, que no tiene un apellido rimbombante, político. Se atrevió a hacer algo distinto. Una mujer conciliadora. Ella no ha atacado a nadie ni nada. Le quisieron hacer la trampa del aborto, pero ella con su ejemplo de vida le tapó la boca a muchos. Ella fue muy estratégica. Me parece que podría ser una gran apuesta para el país, sin desconocer lo que ha hecho Carolina Goic en contra de este mundo tan machista. Le quisieron poner la pata encima, fue muy valiente también, de ponerse firme, de decir “yo soy la presidenta de la DC, yo digo quién sí, quién no, y si esto es violencia, te vas”. Porque a los abusadores y violentadores siempre salen a defenderlos. Ella fue consecuente y eso me gustó. Son dos mujeres de dos mundos distintos, pero son dos apuestas que las miramos con letra muy chiquita. Si fuéramos más ambiciosos veríamos que son dos mujeres potentes, que podrían hacer un cambio, pero tenemos dos hombres, que son más invasivos, que tienen más plata, más pantalla, más resguardo político.
En el gobierno de Bachelet se avanzó en temas valóricos y Sebastián Piñera ha tenido un discurso más regresivo que de continuidad en ese sentido, ¿puede ser un daño elegirlo?
No sé si un daño. ¿Cuán consecuentes vamos a ser en las votaciones si le entregamos un Senado y una Cámara a él? Si hacemos eso, obviamente va a cambiar todo.
¿Y ahí vamos a ir en la dirección contraria?
Ahí te estoy diciendo lo que quieres saber.
Usted estaba a cargo de temas de migración en la municipalidad de Quilicura, ¿cree que Chile es un país racista?
No. Chile es un país al que se le ha metido en la cabeza que somos un país clasista, elitista, desfasado socialmente. Entonces llamamos migrante al peruano, al cholito, al negro, y llamamos turista al norteamericano, al francés, al alemán. Dejamos entrar al rubio de ojos azules, alto. Y al negro lo tiramos pa’l lado. Somos muy clasistas. Está metido en el disco duro interno nuestro. Yo siempre digo que más que racismo, somos un país de clase.
¿Y eso siempre ha sido así?
Toda la vida. ¿Los señoritos para dónde iban a conseguir putas? A Mapocho. Ahí estaban las remoliendas.
Además del clasismo, nos hemos convertido en una sociedad algo superficial. Todo lo medimos en dinero, el crecimiento económico lo es todo. ¿Nos hemos ido vaciando?
Mira, yo que trabajo con las mujeres, siento que la dictadura nos quitó algo muy preciado: vivir en comunidad. Chile dejó de vivir en comunidad y jamás volverá a hacer comunidad. Somos súper individualistas, oportunistas, chaqueteros. Nos quebraron el vivir en el barrio. Hemos perdido el sentirnos personas.
Gabriela Mistral decía que la humanidad es algo que todavía hay que humanizar.
Sí. Ya no nos miramos, no conversamos, no jugamos entre nosotros, como que no nos importase el otro.
¿Existe la posibilidad de que la solución esté en la política?
No. La política nos va a separar cada día más. Yo creo que la familia. No te digo que papá, mamá. Te digo la familia. La casa. El volver a encontrarnos, ¡pero con todos estos edificios ya no hay barrio!
Habría que empezar de nuevo.
A no ser de que haya un terremoto grande, que bote todos los edificios. Eso hicieron en Nicaragua. Después de un terremoto no volvieron a construir edificios de más de cinco pisos.
El tiempo, nuevamente, apremia a la hermana Yamile, que debe partir. Quedo a cargo de conseguirle el contacto para hacerle llegar la invitación a Beatriz Sánchez La monja sonríe y me pide que tenga cautela con lo que publique, que si no le puede llegar tirón de orejas, dice. Es la cautela propia de un discurso que ya no muchos sienten dentro de la Iglesia chilena, y en caso de que lo sientan, son menos todavía quienes lo comunican. Es la falta de profetas de la que habla Yamile.