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Policía municipal, ¿un error o consecuencia lógica?


Jueves 19 de octubre 2017 6:18 hrs.


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Los informativos de TV han retomado la urgencia de la institucionalización de milicias privadas en comunas como Calera de Tango donde operaría una Policía Municipal contra la que el estado chileno se ha querellado anteriormente. El alcalde de esta localidad, ha explicado sus razones para hacerse cargo de la seguridad de sus vecinos y ha obtenido cierta visibilidad de los medios chilenos, mientras Carabineros y otros avanzaron en caracterizar la improcedencia del hecho. ¿Cómo leer lo que ocurre con el hecho?

Una primera idea tiene que ver con la escasez de cobertura que entrega carabineros para cubrir el territorio comunal de Calera de Tango. Lo indicó en todos los tonos el Alcalde Erasmo Valenzuela. Implica entonces que ante la demanda comunitaria por más seguridad, el alcalde ha respondido.

El contexto suma que Carabineros no cuenta con vehículos suficientes y en oportunidades ni siquiera con el combustible de los mismos. Suponemos que tampoco tienen tinta para imprimir documentos, pero otro aspecto de tipo operativo puede estar en cómo se gestiona el recurso humano y equipamiento institucional; y, finalmente, otro más complejo como es enfrentar la multiplicidad de demandas que provienen de una comunidad consciente de sus necesidades.
Una comunidad que replica en condiciones de escala requerimientos de otras comunas del país con las mismas problemáticas.

Una tercera idea, tiene que ver con cómo las diferentes aplicaciones de Política Pública referidas a Seguridad Ciudadana diseñadas desde los distintos ejecutivos a lo largo de casi treinta años, han orientado de forma sistemática, a que sean individuos los que tengan un protagónico rol en la consecución de la seguridad personal y colectiva. Desde ahí se explican los botones de pánico que son repartidos con fondos públicos en diferentes comunas del país y los correspondientes hogares, permitiendo, fuera del proselitismo político de los alcaldes y otras autoridades, aumentar en la personalización de la seguridad. O una sensación de seguridad.

Se explican desde ahí, en más de una oportunidad las cámaras de vigilancia que se suponen están gestionadas por carabineros y municipalidad. También se explicarían las flotas de vehículos gestionados por varios municipios del país, que se vienen a denominar, de Seguridad Ciudadana, las que se coordinan con las casetas del mismo nombre.  Desde ahí, el catálogo aumenta a Consejos Comunales de Seguridad Pública, drones y globos que cargan cámaras suponiendo mayores grados de seguridad. Algo de lo que saben los municipios más ricos.

Comunas como Calera de Tango y otras, ¿se encuentran fuera de la tendencia institucionalizada por mayores grados de Seguridad Pública en los territorios comunales?, pareciera ser que no. Muy por el contrario, han dado un paso adelante para instalar en el debate la implementación de Guardias-Policías Comunales Municipales, los que pudiesen entenderse como el resultado natural de una política pública que no ha sido suficientemente cuestionada.

Cabe preguntarse por la autonomía con la que los municipios de Chile gestionan cuestiones como la Seguridad Pública ante la inexistencia de otras formas de organización política y la escasez de recursos de la policía institucional. En medio de un debate político en el que los candidatos ofrecen balazos y martillazos, probablemente las Policías Municipales son un tema del que seguiremos escuchando

 *El autor es cientista político, docente de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Doctor © en Estudios Americanos Instituto IDEA, USACH.