En Temuco, en el aeródromo Maquehue, lugar de torturas y dolor en Dictadura, se celebró la segunda misa masiva del Papa Francisco en Temuco.
En la madrugada, iglesias habían sido quemadas en la zona, advertencias de la resistencia que generaba en grupos de la zona, la llegada del líder de la iglesia católica.
Pasadas las 9.00 de la mañana Francisco I arribó al aeropuerto de la capital de La Araucanía, desde ahí se desplazó hasta el lugar elegido para la eucaristía. En el medio, nuevamente la atención estuvo puesta en la figura de Juan Barros, el obispo de Osorno que haciendo uso de sus derechos titulares ha asistido a cada una de las actividades del argentino en nuestro país, pese a ser acusado de encubrir a Fernando Karadima y que el propio Sumo Pontífice pidiera perdón a todo el país por los abusos sexuales de la iglesia local.
Además de la presencia de Barros, importaba el texto bíblico que el Papa iba a escoger para dar un mensaje en el corazón del conflicto del pueblo mapuche con el Estado chileno. No por nada, el obispo del Vaticano había decidido viajar hasta allá, como uno de los puntos neurales de su visita apostólica.
Así habló de la unidad, de construirla como los artesanos, paso a paso, con las manos y entre todos. El llamado fue al diálogo, al reconocer los errores de ambas partes, a mirarse, reconocerse y escuchar, finalmente a conciliar posturas hasta hoy antagónicas.
Reconocernos, dijo, implica descubrirnos, camino que necesariamente hace transitar por la solidaridad, como forma de construir la historia: “¡Nos necesitamos en nuestras diferencias! Es la única forma de ponerle freno a la desforestación de la esperanza”, agregó.
Para dar inicio a su mensaje más claro: “La unidad no puede aceptar cualquier medio para el fin. Existen dos formas que amenazan la unidad. Debemos estar atentos a la elaboración de bellos acuerdos que nunca llegan a concretarse. Al no volverse concretos, borran con el codo lo escrito con la mano. ¡Esto es violencia porque frustra la esperanza!”, aplausos.
Acto seguido añadió: “No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto genera violencia y destrucción. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa”, silencio.
“¡No a la violencia que destruye en ninguna de sus dos formas! Estas actitudes son como lava de volcán que todo arrasa, que todo quema. Busquemos y no nos cansemos de buscar el diálogo para la unidad! Sentenció haciendo un claro llamado al diálogo, tomando las dos formas de entender el conflicto de forma equiparada, dando argumentos a favor de unos y de otros.