En la noche de este lunes, la Orquesta Sinfónica Nacional cerrará la 50ª edición de las Semanas Musicales de Frutillar y todos sus integrantes iniciarán sus vacaciones. También lo hará su director titular, Leonid Grin, aunque cuando escucha esa palabra, abre los ojos y arquea las cejas: “¿Vacaciones? Eso es un sueño”, dice riéndose un poco.
Grin pasará febrero en Estados Unidos, el país al que emigró en 1981 y donde desarrolló una carrera que lo ha tenido como titular de la Filarmónica de Tempere en Finlandia, de la Sinfónica de San José en California y del Teatro Nacional de Saarbrücken, en Alemania. Antes había tenido una formación musical que se inició en su natal Ucrania y lo llevó a la Escuela de Música de Dnipropetrovsk y al Conservatorio de Moscú, donde fue discípulo de Leo Ginsburg y Kiril Kondrashin. Se graduó en 1977, fue director asociado de la Filarmónica de Moscú y giró por toda la antigua Unión Soviética, España, México y Canadá.
En marzo, Grin volverá a Santiago para cumplir su quinta temporada como director titular de la Sinfónica Nacional de Chile, en la que dice tener dos objetivos centrales: aumentar el interés por la música clásica entre los chilenos y seguir elevando el nivel de la orquesta. “Estoy muy orgulloso de ver que el público ha aumentado, varios conciertos se agotan y la gente está comprando los conciertos. Tú puedes llenar la sala invitando gente, pero ahora se están comprando entradas más que nunca antes”, dice en inglés, sentado en un café cercano al Teatro Universidad de Chile, la casa habitual de la Sinfónica.
Según el director, la nueva temporada del elenco busca un equilibrio: “Tengo que hacer un diseño que sea flexible, para incorporar cosas nuevas y continuar una línea que ha sido exitosa al traer nuevas audiencias a la sala. A nadie le gusta tocar en un auditorio vacío, entonces hay que estar muy alerta y ver con la administración qué conciertos se vendieron mejor. Eso me da una idea de qué se puede hacer en la siguiente temporada. Por ejemplo, me emociona mucho ver gente joven en los conciertos, porque ese es nuestro futuro, entonces es importante tener descuentos para ellos y tenemos que continuar haciéndolo”.
“Es un balance para alimentar a diferentes grupos de la población. Si solo satisfaces a un tipo de gente van a venir a dos o tres conciertos, entonces trato de combinar diferentes tipos de audiencias para que vengan toda la temporada, que disfruten algo en cada concierto. ¡Es muy complicado!”, añade riendo.
Grin habla con orgullo de las 25 presentaciones -18 oficiales, siete de extensión- que la agrupación sumará en 2018. Habla, por ejemplo, de la que dirigirá en marzo, con el chelista lituano David Geringas tocando el Concierto para violonchelo, op. 104 de Antonín Dvořák: “Es uno de los tres chelistas más importantes del mundo. Tú sabes, Yo-Yo Ma, Mischa Maisky y David Geringas son los tres chelistas top a nivel mundial. Él es mi amigo, estuvimos juntos en el Conservatorio y le pedí que viniera. Es gente que normalmente cobra mucho más de lo que nosotros podemos pagar, pero se lo pedí porque hacemos todo lo posible para tener a los mejores artistas en Santiago. Espero que la gente aprecie que habrá grandes artistas acá”.
La temporada oficial incluye a cuatro compositores chilenos (Darwin Vargas, Juan Orrego Salas, René Silva y Nelson Vinot), a los que se suman otras obras en conciertos especiales. ¿Es suficiente música chilena?
Si consideras no solo esos cuatro, sino todos los del año, llegas a unas ocho composiciones en la temporada y creo que es suficiente, es un buen equilibrio. Por supuesto que siempre podría ser más, pero de nuevo, el equilibrio es lo importante.
Se lo pregunto porque cuando uno habla con músicos chilenos, es normal que se mencione la necesidad de tener más autores chilenos en las temporadas no solo de la Sinfónica, también de otras orquestas.
Pero sabes, tengo que decirte que, si tengo que hacer una crítica respetuosa, es que los compositores chilenos son muy pasivos. Casi ninguno, solo uno o dos, se me han acercado directamente para manifestarme ese interés.
¿Solo uno o dos?
Realmente, (Andrés) Maupoint fue uno de ellos, (León) Schidlowsky también me envió su música, pero básicamente yo he tenido que buscar cosas interesantes y pedirle recomendaciones a otras personas, porque no sé mucho. Todos los compositores deberían estar interesados en ser tocados por una orquesta de alto nivel, pero no vienen a presentarse ni a decir que quieren que los toque la orquesta. Cuando fui director en San José, los compositores me mandaban números y números de partituras para que los tocáramos; aquí, yo los busco.
Este año cumple cinco años como director titular de la Sinfónica. ¿Cómo evalúa este periodo?
Es interesante, porque yo solía venir a esta orquesta hace más de 30 años y cuando llegué todavía había músicos de esa época. Por ejemplo, me acuerdo que nuestro concertino, Alberto (Dourthé), tocaba con su hermano al final de la sección de violines. Así con varios más. Tengo una relación muy especial con esta orquesta, los amo de verdad, los respeto como grupo de personas y los amo como una familia. Son gente encantadora, trabajan muy duro, entienden mis objetivos y respetan mis requerimientos en cada ensayo y concierto. Estoy muy agradecido de músicos que han sido muy abiertos para trabajar y eso se refleja en un nivel que se eleva constantemente. Cada año es mejor.
Considera entonces que la orquesta ha mejorado musicalmente…
No tengo dudas sobre eso. No es mi solamente mi opinión, es lo que escucho de numerosas personas. Los directores invitados me escriben para decirme cuánto la aprecian y que les gustaría volver. Creo que es una de las tres o cuatro mejores orquestas de Latinoamérica.
Entonces supongo que usted piensa que es la mejor de Chile.
Eso creo. Debería serlo, porque es la orquesta nacional. La orquesta del Teatro Municipal (la Filarmónica de Santiago) está ocupada la mayor parte del tiempo con óperas, entonces tienen un tiempo limitado para hacer conciertos y tienen una orientación diferente en el servicio a la comunidad. Si nosotros tocáramos ópera, probablemente ellos serían mejores. No estoy seguro, pero puedo asumirlo.
Somos la orquesta nacional y defendemos ese título. Si tuviera dudas, no sería un buen director musical, querría decir que hay algo que no está bien. No tengo dudas. Lo que te digo se demuestra porque el público ha aumentado y por el éxito de los conciertos, eso habla por sí mismo. También ha habido un recambio generacional natural en la orquesta, ha venido gente muy profesional y eso ayuda a mantener un alto nivel.
¿Está satisfecho con su labor en Chile?
Sí, definitivamente.
¿Cómo se proyecta usted con la orquesta? ¿Qué piensa del futuro?
Hay que lograr tres cosas muy importantes. Número uno, una nueva sala de conciertos. Es una campaña que empecé desde el primer día, lo dije en mi primera entrevista y he seguido haciéndolo desde entonces. Hay un proyecto que está en marcha, pero ¡es la orquesta de un país y merece una sala de conciertos decente!
Número dos, es importante comenzar a hacer grabaciones. Me acuerdo cuando fui titular en Finlandia y solo hacer el primer disco elevó inmediatamente el nivel de la orquesta, porque los músicos sienten una gran responsabilidad. Mi primera grabación fue la Sinfonía No. 2 de Prokofiev y fue escogida como la mejor grabación de Prokofiev en el mundo. En Nueva York, París, Londres, Tokio, en todas partes. Después hacíamos dos grabaciones al año y la orquesta creció tremendamente.
Lo tercero es hacer ocasionales giras fuera de Chile, porque la última fue hace muchos años. Yo he empezado a hablarlo con managers en Europa y Asia y he creado algún interés en algunos de ellos, pero tiene que haber alguna respuesta financiera del lado chileno.
¿Y personalmente, piensa trabajar muchos años más con esta orquesta?
Creo que la relación ha sido fructífera y exitosa, pero puede cambiar por diferentes razones, quién sabe. Yo me siento positivo sobre mi trabajo con la orquesta, pero ¿cuánto tiempo estaré aquí? No lo sé, es difícil decirlo.
*La temporada completa de la Sinfónica Nacional se puede revisar en este enlace.