El antiguo director adjunto de la campaña de Trump, Richard Gates, finalmente aceptó haber mentido en sus anteriores declaraciones sobre las relaciones que él y su jefe inmediato, Paul Manafort, ex jefe de campaña de Trump, mantuvieron con un grupo de lobistas y consultores políticos al servicio del presidente de Ucrania, Viktor Ianoukovitch, respaldado por Moscú.
Gates es el tercer ex asesor del presidente Trump que acepta colaborar con el fiscal especial Muller, quien busca saber si el millonario hombre de negocios y actual huésped de la casa Blanca intentó obstaculizar las investigaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales del 2016.
El cambio de actitud de Gates obedece a que habría negociado una reducción de su sentencia. Ese giro aumenta la presión para que Gates declare también sobre el papel de Manafort, asediado por la publicación de los contratos multimillonarios que lo vinculan con oligarcas rusos en Ucrania.
Manafort, por su parte, sigue rechazando cualquier responsabilidad. “Yo continúo afirmando mi inocencia”, escribió en un comunicado.
El fiscal especial Muller reunió innumerables pruebas contra Manafort y Gates, a quienes inculpó dos veces en un lapso de pocos meses.
Sin sorpresa La Casa Blanca desestimo las declaraciones de Gates. La portavoz, Sarah Huckabee, declaró: “Aún hay periodistas que siguen poniendo el foco en Rusia y en este tema nosotros seguiremos poniendo el foco en el éxito económico del presidente”