Tanto Xhaka como Shaqiri son origen albanokosovar, por lo cual el enfrentamiento contra Serbia era para ellos algo más que un partido de fútbol, pues sus familias tuvieron que salir de Kosovo [Estado al que Serbia considera una de sus provincias] al inicio de los años 90 para exiliarse en Suiza huyendo del yugo yugoslavo.
El padre de Xhaka fue preso político durante 3 años y medio en la exYugoslavia por ser opositor al gobierno, por lo cual luego de cumplir su pena fue a Suiza, donde en 1992 nació el jugador.
Shaquiri, por su parte, nació en Kosovo, pero fue llevado a Suiza a mediados de la guerra de los Balcanes, reseñó el diario Marca.
Ambos, en sus celebraciones premeditadas, reivindicaron sus orígenes si se tiene en cuenta que casi el 90 % de la población de Kosovo pertenece a la etnia albanesa y que el águila de 2 cabezas es el símbolo que aparece en la bandera de Albania y de la Gran Albania.
De hecho la Gran Albania hace referencia al territorio que el nacionalismo albanés reclama como propio y que abarca, aparte de la actual Albania, partes de Grecia, Macedonia, Montenegro, Kosovo y Serbia.
En 2014, durante un partido Serbia-Albania, un dron ingresó a la cancha con la bandera de la Gran Albania, símbolo que fue atacado por los jugadores serbios y que ocasionó gresca entre ambos bandos con intervención del público, lo que motivó a terminar el encuentro en otra fecha y a puertas cerradas.
Todo esto provocó que la FIFA ya decidiera abrir un expediente contra el combinado helvético que dirige Vladimir Petković, por faltas al reglamento del Mundial.
En el artículo 60 del Reglamento FIFA de Seguridad en los Estadios se señala con claridad que “se prohíbe terminantemente la promoción o el anuncio por cualquier medio de mensajes políticos o religiosos o cualquier otro acto político o religioso en el estadio o sus inmediaciones antes, durante y después de los partidos”.
El hecho recuerda lo sucedido con la selección de Argentina en 2014, en un amistoso ante Eslovenia luego del Mundial de Brasil, cuando los jugadores salieron a la cancha con un cartel alusivo a la Guerra de las Malvinas, que derivó en una sanción de parte de la FIFA de poco más de US$ 33.000 y una “reprensión”.