Ángela Vivanco, la ministra resistida por el feminismo

Ángela Vivanco ha escrito columnas y papers para defender "la vida del que está por nacer". Así, con votos del oficialismo y gran parte de la oposición, la abogada constitucionalista de la Universidad Católica recibió los 30 votos que en el Senado le bastaban para convertirse en la nueva ministra de la Corte Suprema.

Ángela Vivanco ha escrito columnas y papers para defender "la vida del que está por nacer". Así, con votos del oficialismo y gran parte de la oposición, la abogada constitucionalista de la Universidad Católica recibió los 30 votos que en el Senado le bastaban para convertirse en la nueva ministra de la Corte Suprema.

Fue intenso el lobby de Gonzalo Blumel, ministro de la Secretaría General de la Presidencia, para que el Senado entregara su apoyo de dos tercios al nombramiento de la abogada Ángela Vivanco como nueva ministra de la Corte Suprema, esto, en desmedro de la preferencia que había sugerido el pleno de la Corte, en favor de Leonor Etcheverry.

Así fue como, con votos de la oposición (DC, PR y PPD, a excepción de Lagos Weber y Adriana Muñoz), el gobierno logró 30 votos (solo necesitaba 29) para confirmar la designación.

Vivanco es abogada de la Universidad Católica, institución en la que actualmente dicta clases, con magíster en Ciencia Política y Doctorado en Derecho en la Universidad de La Coruña. De marcado perfil conservador, Ángela Vivanco se ha manifestado en distintas ocasiones en contra del proyecto que legalizó la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales.

En un paper de su autoría, llamado “Aspectos jurídicos del llamado “aborto terapéutico” en Chile”, la jurista defiende a rajatabla el derecho a la vida del que está por nacer, sosteniendo que “el hecho de proteger expresamente la vida, su efecto principal es que, salvo la pena de muerte, no reconoce otras excepciones. Desde luego, bajo esta óptica se presume el amparo a los nacidos deformes, ancianos o enfermos incurables, o a todo aquel que la ciencia califique como irrecuperable”.

En la misma línea, Vivanco afirma que “la consagración del derecho a la vida como el primero y más fundamental de los derechos, excluye de suyo el tema del aborto, haciéndolo por lo tanto ilícito (…) lo cual implica que, para la Constitución, la vida jurídicamente protegible se inicia desde la concepción y no desde el nacimiento”.

La abogada es enfática en señalar que la vida “no tiene su origen en el nacimiento, sino que es anterior y su raíz está en la concepción: En este caso, se busca proteger al embrión humano con calidad de persona, lo cual se identifica con la idea que ‘el ser persona es la única modalidad de existencia que conviene a la naturaleza humana… por lo que aparece apropiado hablar del embrión humano, no como de una persona potencial, sino como una persona actual dotada de un alto potencial para su desarrollo”.

Dentro de las conclusiones del artículo, la nueva ministra de la Corte Suprema asegura que “bajo el régimen actualmente vigente, constituye un ilícito no solo penal sino también constitucional atentar contra la vida de una persona, particularmente contra la de una persona por nacer, particularmente indefensa y que debe, por ello, ser especialmente amparada. Dentro del conjunto de ilícitos posibles que de la situación antes descrita se derivan, se comprende el aborto, delito consistente en dar muerte intencionadamente al niño por nacer mediante cualquier clase de manipulación y sin que importe si esta se consuma mientras se encuentra en el vientre materno o previa expulsión de él”.

En este contexto fue que Vivanco se convirtió en la representante legal de Chile Vamos para presentar el recurso ante el Tribunal Constitucional en el que se apeló en contra de la ley de aborto. Además, fue la representante legal de la Universidad Católica cuando la institución levantó la voz en contra del protocolo de objeción de conciencia que establece que las instituciones que reciben fondos del Estado no pueden ser objetoras. En aquella ocasión, la abogada constitucionalista declaró que “la UC nunca va a hacer un aborto, ni con convenios ni sin convenios”.

El único senador del Frente Amplio, Juan Ignacio Latorre (RD), fue quien lideró la oposición al nombramiento, principalmente esbozando razones políticas. El parlamentario tuvo que convencer a la bancada socialista de que no ofreciera su voto y lo logró, sin embargo, no pudo con las demás fuerzas de la Nueva Mayoría, que sí otorgaron el respaldo a la académica: “Tiene todos los pergaminos académicos, pero esto no es una nominación de alta dirección pública, sino que también hay una trayectoria política. Esa es mi oposición. Ella fue militante del partido de Fra Fra Errázuriz, fue candidata a diputada por RN, fue una de las abogadas que alegó en contra del aborto 3 causales en el TC, ha estado vinculada a alegatos en contra de la pastilla del día después, entonces tiene un perfil político muy de una derecha conservadora, por lo tanto, mi temor es que ella termine siendo una operadora política de la derecha en la Corte Suprema. Yo creo que hay que cuidar la institución, más aún cuando estamos en un contexto en el que el movimiento feminista está planteando las demandas del mundo de la mujer. Ella va a estar jugando absolutamente en contra desde la Corte Suprema. Es un nombramiento muy político”.

Lagos Weber fue de los pocos PPD que se abstuvo. En sus minutos de intervención afirmó que “a veces que hay que hacer sintonía con lo que estaban votando: votamos recientemente por aborto en tres causales, que costó muchísimo. Me parece que nombrar a una persona en la Suprema que tiene una mirada distinta, no es lo que a mí me interpreta”.

Por su parte, el presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, confirmó el rechazo de la bancada de su partido arguyendo que “las mujeres del país han levantado la voz para pedir lo que en justicia merecen, por más derechos y mayor igualdad. Ángela Vivanco va en la línea contraria. Nos piden que votemos en contra nuestras convicciones. Por ello, la bancada PS vota en contra”.

Es así como la académica se prepara para recorrer los cerca de 20 años que le esperan de carrera como ministra de la Corte Suprema hasta que, a los 75 años, cumpla con el máximo de edad para el ejercicio del cargo.





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