Jorge Saavedra: un apasionado del oficio patrimonial minero en faenas nortinas

“Conexión Patrimonial” de Radio U. de Chile, conversó con el minero y experto en prevención de riesgos, Jorge Saavedra, desde Antofagasta, sobre oficios patrimoniales mineros que se realizan desde la época precolombina.

“Conexión Patrimonial” de Radio U. de Chile, conversó con el minero y experto en prevención de riesgos, Jorge Saavedra, desde Antofagasta, sobre oficios patrimoniales mineros que se realizan desde la época precolombina.

Los Atacameños fueron los primeros en explotar minerales en Chile. Vivieron en las cordilleras entre Tarapacá y Antofagasta. Extraían cobre en una zona cercana a lo que hoy es Chuquicamata y obtenían oro de Inca Huasi.

Hijo de un “viejo” minero de Atacama y padre de un joven profesional relacionado con la minería, Saavedra relató que sus inicios comenzaron a muy temprana edad y fue inevitable seguir la tradición familiar: “me inicié en Copiapó, que también es una zona netamente minera, todo gira en torno a la minería en Copiapó, y antiguamente era como los pirquineros, allí mi padre, en sus años, ‘habilitaba’ a aquellos pirquineros”. El habilitador era un oficio a cargo de las compra de víveres, pagaba las patentes y otras tareas administrativas.

En aquellos años se iniciaba la explotación del yacimiento moliendo el mineral mediante el ‘chancado’, para luego procesarlo y dividir las ganancias entre mineros y el habilitador. Antiguamente el trabajo se realizaba a pulso, de forma manual, los viejos mineros le llamaban ‘brutear’ a la tarea de sacar una veta a puro chuzo picoteando la roca, a través de un ‘maray’, una especie herramienta – tipo mortero – que trituraba el mineral en sacos, mediante golpes y agua, para traspasarlo a láminas de cobre untadas en plomo, fundirlo y dejarlo listo para el ‘azogue’ y la remesa o ganancia final, comentó.

El proceso del oficio minero se inicia con el descubrimiento de una veta por medio de cateadores. Una vez obtenida la autorización para su explotación, al interior de una mina los barreteros siguen la veta a tiros de pólvora. Cuando recibían datos de un posible yacimiento, su padre seguía huellas agrestes, a veces hasta 4 horas de camino desde Copiapó, y en el lugar del hallazgo, con lámparas a carburo en la mano observaban si la llama permanecía derecha significaba que era una veta buena, de lo contrario, si se movía, existían ‘chiflones’ y por ende, peligros al interior de la mina, recordó.

La experiencia y conocimiento instintivo de los ‘viejos’ mineros (jerga cariñosa para apreciar la experiencia de los más antiguos), es incalculable. Con solo ver el mineral molido en agua vertido en un cacho de toro, pueden conocer la riqueza del yacimiento. Muchas veces, hasta 30 días alejados del hogar, el minero ejerce un oficio muy sacrificado y de reconocidos riesgos. En pleno siglo XXI, dijo Saavedra,“la tecnología, también, ha ido de la mano. Por ejemplo, (existe) todo un circuito de camiones dentro de un yacimiento y está todo ‘setiado’ a través de GPS”, para ordenar la productividad y seguridad de los trabajadores.

Uno de los mitos más tradicionales en la minería es el ingreso o visita de mujeres a las minas. En este sentido, Saavedra aclaró que si bien en el pasado era así, en los tiempos actuales ha cambiado esta tradición. Esto se debe a que frente a la ‘bajada del minero’ a la ciudad, una vez pagada su remesa, éste entregaba una parte del sueldo a su mujer y se quedaba con una ‘colita’. “Cuando la mina se ponía media quisquillosa, no te entregaba ese mineral tan preciado que tú ibas a buscar, (se decía) ‘ah se puso celosa’, entonces, no había que estar con otra mujer porque la mina se la iba a cobrar”, agregó.

Las nuevas generaciones de jóvenes mineros, si bien se capacitan bajo otras condiciones técnicas, no deben perder las enseñanzas en terreno de viejas tradiciones. Jorge Saavedra ha formado cerca de diez generaciones de aprendices en equipos mineros de gran envergadura. También, este ‘coach’ aconseja a sus discípulos que es muy importante contar con el apoyo y la tranquilidad de la familia mientras se desempeñan en la faena.

Otro oficio peculiar en la minería es el ‘palero’, cuya tarea ya cumplió más de 100 años, que antiguamente lo hacía pala en mano, y en la actualidad, es un operador que utiliza un vehículo de alto tonelaje de carguío para extraer el mineral, depositarlo en un camión de acarreo y se llevarlo finalmente a un ‘chancador’ de metales. “Una función muy antigua y muy respetada” – acotó Jorge Saavedra.

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