El pasado viernes doce agentes de inteligencia rusos fueron inculpados por haber pirateado emails y robado información del partido Demócrata estadounidense. Los detenidos están acusados de participar en una “ciber operación de gran escala” para interferir en las elecciones presidenciales de 2016. La denuncia fue elaborada por el Fiscal Especial Robert Mueller, quien investiga la trama rusa.
Para Moscú, que siempre ha desmentido la injerencia en los comicios, estas nuevas acusaciones de Estados Unidos “buscan arruinar el clima previo a la cumbre” que tiene lugar este lunes en Helsinki entre Vladimir Putin y Donald Trump, que se ha comprometido a abordar el tema en la reunión. “Le haré la pregunta con firmeza y espero que tengamos una buena relación” señaló el presidente estadounidense.
El partido Demócrata hubiera preferido que la cumbre no tuviera lugar. Su líder en el Senado estadounidense, Chuck Schumer, pidió al Gobierno que anule el encuentro, que considera como un “insulto a la democracia del país”. Para Schumer, Trump debería exigir a Putin “que demuestre que no interefirirá en futuras elecciones”. Otros 15 demócratas enviaron una carta al presidente para pedir, también, la cancelación de la reunión.
En marzo de 2016, un correo electrónico falso fue recibido y abierto por John Pedesta, entones presidente del Directorio Nacional del partido Demócrata. Ese fue el gancho del grupo de piratas informáticos ‘Fancy Bear’ (autores del ataque según los servicios de inteligencia estadounidenses). En aquel momento se apoderaron de una gran cantidad de información del partido Demócrata que posteriormente fue publicada en WikiLeaks. Estas divulgaciones provocaron una crisis interna de los demócratas, que dio lugar al favorecimiento de la candidata Hillary Clinton frente a su contrincante Bernie Snaders. La trama de injerencia rusa en Estados Unidos enfrió las relaciones diplomáticas entre Moscú y Washington, cuyo estado se pondrá de manifiesto en la reunión de este lunes.