Arqueólogos reescriben la prehistoria del Norte Chico tras importantes hallazgos en sitio El Olivar

En diciembre de 2015 comenzaron las actividades de rescate en un polígono de 380 metros de largo por 50 metros de ancho (casi dos hectáreas), correspondiente a el sitio arqueológico El Olivar, tradicionalmente conocido por los habitantes de La Serena, y particularmente por los pobladores del sector de la Compañía Baja, como un “cementerio indígena”.

En el trabajo encabezado por los arqueólogos Paola González y Gabriel Cantarutti, que se extendió hasta agosto de 2017, participaron 70 profesionales -30 arqueólogos, 25 antropólogos físicos y 15 conservadores-, quienes realizaron 14 campañas en el lugar, sobre el cual inicialmente se construiría la doble vía de la carretera que uniría La Serena con Vallenar, en la IV Región de Coquimbo.

El Olivar -sitio que fue por primera vez excavado por el estadounidense Samuel K. Lothrop en 1929- sobresale en la arqueólogía sudamericana por la profundidad temporal y la riqueza de sus evidencias prehispánicas, que revelan un período de ocupación de 800 años que comprenderían desde el 700 y 1000 después de Cristo (d.C) hasta la fase incaica de la Cultura Diaguita, que comenzó alrededor del 1450 (d.C). Para el contexto chileno, la reciente excavación es la más extensa en términos de área, conocida hasta la fecha (332 m2 excavados), alcanzando sin embargo, sólo un 2 por ciento del área total intervenida por la carretera. En tanto, se estima que el sitio arqueológico comprendería cerca de 40 hectáreas.

Según los especialistas, El Olivar aporta una oportunidad sin precedentes que permitirá revelar antecedentes hasta ahora no conocidos del pasado prehispánico del Norte Chico, tales como, visión de mundo, origen y relaciones culturales de la Cultura Diaguita con otras comunidades, y por primera vez permitirá una aproximación a relaciones genéticas, arqueología de género, infancia, calidad de vida y alimentación, entre otros aspectos.

Un gran asentamiento humano

Durante los 20 meses de trabajo en el lugar, fueron rescatados 212 cuerpos humanos articulados, incluyendo 141 subadultos integrados por 102 perinatos/lactantes, 25 niños y 14 adolescentes, además de 44 entierros secundarios y 23 conjuntos óseos, 56 camélidos articulados y 3 cánidos o perros domésticos. Junto a estos hallazgos se encontraron una gran cantidad de artefactos líticos, óseos, malacológicos y de metal, 170 vasijas cerámicas con distinto grado de integridad. Entre los 27 artefactos de metal encontrados, los que en su mayoría fueron elaborados en cobre, destacan siete artefactos de oro, entre ellos aros y cintas. También fueron numerosos los artefactos realizados en piedra y hueso, los que incluyen puntas de proyectil, silbatos, instrumentos textiles y flautas.

“Siempre se ha hablado del cementerio El Olivar, pero no es un cementerio solamente, es un gran asentamiento humano, más parecido a una aldea, que está intercalada o coexistiendo cercanamente con distintas áreas funerarias, con una convivencia muy estrecha entre vivos y muertos”, señaló Paola González.

“También se identificaron cánidos o perros domésticos, enterrados en áreas funerarias, uno de ellos enterrado con ciertos ritos semejantes a los realizados con seres humanos. Es muy escaso encontrar perros domésticos acá, por eso el equipo de Patricio López que trabajó arqueofauna, trajo a Chile al especialista Francisco Prevosti, un paleontólogo que sabe muchísimo acerca de cánidos americanos, y de su análisis se desprendió que eran muy similares a los perros del noroeste argentino, morfológicamente”, precisó la arqueóloga.

Otro aspecto relevado por González, es el análisis y reconstrucción de la cerámica. “Acá se encontraron más de 160 vasijas cerámicas completas, de los distintos períodos. Muchas de ellas estaban quebradas, entonces la conservadora Francisca Gili ha trabajado en la restauración, logrando realmente volver a la vida a vasijas que son únicas”, explicó la profesional a cargo del proyecto, quien en consideración a todos estos hallazgos, aseguró: “basándonos en aspectos estratigráficos, de superposición de sepulturas y también considerando las características intrínsecas de los artefactos que componen los contextos funerarios, podemos postular que no existe una diferencia entre la Cultura Ánimas y la Cultura Diaguita, sino que están totalmente imbricadas. Hay entierros con camélidos hasta bastante avanzada la Cultura Diaguita, hay mezcla de tipo cerámicos en los contextos funerarios. Entonces, toda la manera tan ordenada que teníamos de entender la periodificación de las culturas alfareras del Norte Chico, está cambiando totalmente con El Olivar. Mas que hablar de un período Ánimas, nosotros vamos a postular a hablar, de un período Protodiaguita o Diaguita Inicial, en que sería todo una misma cultura”.

Lo que viene

Tras la última campaña del equipo en el sitio en agosto del año pasado, se realizaron entre octubre de 2017 y abril de este año tareas de microexcavación de los bloques rescatados, lo que contenían material óseo de difícil extracción. Más de 30 profesionales, tanto especialistas en arqueofauna como antropólogos físicos, realizaron esta labor, con la que se ha logrado tener un buen conocimiento tanto de los restos bioantropológicos, como los restos de los restos de arqueofauna articulado.

Asimismo, los materiales arqueológicos fueron trasladados a Santiago para evitar el alto riesgo de conservación que corrían en los containers aledaños al sitio arqueológico, en la Región de Coquimbo, y el equipo solicitará al Consejo de Monumentos Nacionales poder enviar lo antes posible las muestras de ADN, radiocarbono y de isotopos estables, para su análisis.

El sitio de El Olivar ya fue cerrado, y a la espera de los análisis de laboratorios, los investigadores se encuentran realizando labores de difusión y publicación de los resultados. Respecto a las restantes hectáreas que abarcaría el sitio completo la decisión ya fue zanjada: “Es una locura pretender hacer el rescate completo de la franja. En mayo de 2016, cuando ya llevábamos 170 cuerpos entre detectados y rescatados, hablamos con el CMN, respecto de que no nos parecía ni científicamente correcto ni ético, rescatar todo lo que había en ese polígono. Habríamos terminado rescatando 2 mil cuerpos humanos, ¿para qué?. Cuando uno interviene un sitio arqueológico, tiene también que pensar en los arqueólogos del futuro”.

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