Manuel Gutiérrez, siete años de memoria y lucha contra la violencia policial

Bajo el lema “No más Impunidad” se conmemoraron siete años de la muerte del joven de 16 años fallecido en 2011 producto de una bala disparada por un sargento de Carabineros, quien solo fue condenado a 400 días de pena remitida. En conversación con nuestro medio, la periodista de la Universidad de Chile, Tania Tamayo, investigadora del caso de Manuel analizó el hecho, sus alcances y la escasa justicia que rodeó su muerte.

Bajo el lema “No más Impunidad” se conmemoraron siete años de la muerte del joven de 16 años fallecido en 2011 producto de una bala disparada por un sargento de Carabineros, quien solo fue condenado a 400 días de pena remitida. En conversación con nuestro medio, la periodista de la Universidad de Chile, Tania Tamayo, investigadora del caso de Manuel analizó el hecho, sus alcances y la escasa justicia que rodeó su muerte.

La noche del 25 de agosto de 2011 el joven Manuel Gutiérrez, de 16 años, estaba observando una protesta convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) en la pasarela de El Valle con Américo Vespucio, en la comuna de Macul, cuando fue impactado por una bala que le provocó la muerte un par de horas después.

Las manifestaciones de la CUT se daban en un contexto de paro nacional convocado en apoyo a las movilizaciones estudiantiles, instancia a la que se unieron más de 80 organizaciones sociales y en la que la violencia policial marcó las jornadas de manifestación. Durante los días 24 y 25 de agosto, ambos de paralización, hubo 1.349 detenidos, 153 carabineros lesionados y 53 heridos civiles. A eso se sumó un fallecido, el joven Manuel Gutiérrez.

Una vez conocida la muerte de adolescente, y las extrañas circunstancia de la bala pérdida que lo había matado, esa misma noche las autoridades comenzaron a deslizar diversas hipótesis sobre el origen del disparo. Mientras que, por un lado, desde La Moneda se decía que todo había sido producto de un enfrentamiento entre bandas rivales, por otra parte, Carabineros también se exculpaba, asegurando que ningún funcionario había tenido participación en el hecho.

Sin embargo, en días posteriores se aclaró la situación. El sargento de Carabineros Miguel Millacura confesó haber disparado esa noche su subametralladora UZI en dirección al cielo para amedrentar a los manifestantes, y luego comentó haber repuesto las balas utilizadas y limpiado el arma para no ser vinculado al homicidio del joven. A esto se sumó que el suboficial contó con el apoyo de varios compañeros, con quienes acordó guardar silencio y ocultar el hecho a sus superiores.

El caso tardó varios años en cerrarse y puso en la palestra el exceso de violencia policial y las atribuciones de la justicia militar. Tania Tamayo, periodista y académica de la Universidad de Chile investigó el caso y aseguró que la muerte de Manuel es un símbolo de violencia injustificada y evasión de responsabilidades.

“Este carabinero trato de ocultar el arma, el hecho, y luego hizo que sus compañeros mintieran y no admitieran que disparó a mansalva a unos jóvenes que estaban en la pasarela. La violencia policial probablemente se instala ahí como uno de los pocos casos donde efectivamente no hay ninguna, absolutamente ninguna excusa para cometerla”.

Bajo el título “Todos somos Manuel Gutiérrez”, Tamayo lanzó en 2015 un libro que aborda la vida e historia del joven y su familia, y cómo su clase social fue determinante para que tanto las autoridades como diversos sectores de la sociedad evadieran su caso y no reclamaran justicia.

El homicidio de Manuel fue revisado por la justicia militar, instancia donde se condenó al ex sargento a tres años y un día, para luego rebajarse su pena a tan solo 400 días de pena remitida por cuasidelito de homicidio, sentencia que incluso fue ratificada por la Corte Suprema.

Tania Tamayo, quien es jefa de la carrera de Periodismo en el Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile, señaló que la muerte de Manuel y la negligente condena por su homicidio fueron hechos claves para cuestionar la mantención de la justicia militar en el país, sobre todo cuando habían transcurrido casi 40 años del golpe militar.

“Luego del caso de Manuel y de la renuncia del general de Carabineros hay cierta conciencia que comienza a instalarse de que esto no puede seguir funcionado en Chile”, explicó.

Además, la periodista indicó que en la búsqueda y obtención de justicia por la muerte de Manuel influyó mucho su origen, pues al ser de una familia humilde, sin ninguna vinculación a algún movimiento político, muchos sectores no pusieron atención en su muerte, lo que dificultó que la familia pudiera exigir justicia de forma pública y masiva.

“Si él hubiese estado apoyado por un movimiento de izquierda habría sido más destacado el crimen, más respaldado. Sin embargo, venia de una familia evangélica, muy pobre que no tenía redes políticas y eso evidencia el abandono que hay en las poblaciones. Hoy los jóvenes se mueren en las poblaciones y a nadie le importa”, dijo Tamayo.

La académica del ICEI también comentó que este no es un caso aislado, pues a partir de su investigación pudo constatar que existen otros jóvenes que han sido asesinados por carabineros en diversos procedimientos después del regreso a la democracia, y que no han tenido justicia en ningún tribunal.

Como homenaje a Manuel y para que su muerte no quedara como un hecho más en el historial judicial y policial del país, su familia creó una Agrupación de Víctimas de Violencia Policial, con el fin de ayudar y guiar a quienes enfrentan este tipo de hechos y vulneraciones, organización que a pesar del paso del tiempo se mantiene completamente vigente con actividad constante. Además, para conmemorar estos siete años se realizaron diversas manifestaciones sociales como actos musicales, foros de conversación en torno a la violencia policial y carnavales en la población de Macul en la que vivió y murió Manuel Gutiérrez.





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