Tras una sesión maratónica, de más de ocho horas, que terminó la madrugada del sábado, Lula fue condenado en aplicación de la ley de “Ficha Limpia”, promulgada bajo su presidencia, que impide a un condenado en segunda instancia presentarse a cargos electorales.
El ex presidente fue declarado culpable en julio de 2017 de beneficiarse de un apartamento en un balneario paulista, ofrecido por una empresa constructora para obtener su mediación en contratos con Petrobras. La condena, que cumple desde abril en Curitiba (sur), fue ratificada y ampliada en enero de este año por una corte de apelación.
La defensa de Lula sostenía que Brasil debía acatar un reciente pedido de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU para que el líder de la izquierda pueda seguir siendo candidato e incluso hacer campaña desde la cárcel.
Una encuesta de Datafolha le atribuyó la semana pasada 39% de intenciones de voto, 20 puntos más que el ultraderechista Jair Bolsonaro, su más inmediato seguidor. El sondeo indica además que derrotaría a cualquier adversario en una segunda vuelta.
Fernando Haddad, candidato a vicepresidente en la fórmula de Lula, y exalcalde de Sao Paulo podrá hacer campaña mientras el partido define quién sustituirá al exmandatario como candidato. El PT tiene hasta el 12 de setiembre para tomar una decisión y Haddad es su reemplazo más probable.