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Columna del Director:

11 de septiembre: las razones para “el nunca más del nunca más”

Columna de opinión por Patricio López
Martes 11 de septiembre 2018 7:36 hrs.


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Hoy es 11 de septiembre. Hoy es martes, como hace 45 años. A pesar de todo el tiempo transcurrido, la fecha sigue entre nosotros como algo fundamental, vital, con todo lo que ello implica. Para quienes lo vivieron, que a estas alturas son los menos, como un hecho que cambió para siempre sus vidas personales y la del país. Y, para quienes no lo vivieron, que son los más, como un suceso que se siente como propio, muy propio, que tiene que ver profundamente con nuestras vidas y no, simplemente, con algo que le ocurrió a nuestros padres y abuelos.

Así también, cada 11 de septiembre es distinto al anterior. Porque es, necesariamente, una alusión a los hechos del pasado para decirle algo a nuestro presente y a nuestro futuro. Por las razones que todos conocen, este 2018 asistimos a la percepción de que ha vuelto el negacionismo, de que hay una ofensiva en favor de la impunidad y que, aunque se diga explícitamente lo contrario, acto seguido se da lugar a afirmaciones para explicar y justificar el golpe y las violaciones a los derechos humanos debido a la existencia de un “contexto”.

Todo esto no habla solo del pasado, sino también del presente. Si el Golpe no solo fue una acción muy grave y repudiable, sino también la consecuencia de una “democracia enferma”, eso querría decir que vueltos a las mismas circunstancias, en vez del nunca más, la historia volvería a repetirse. Esto, a pesar de que los archivos desclasificados por la CIA demuestran que los intentos golpistas empezaron por lo menos diez años antes de cuando se produjo la “crisis de la democracia” y son, por lo tanto, su causa y no su consecuencia.

Y claro, habría que preguntarse ¿qué es una democracia enferma? Porque las condiciones que llevaron al triunfo de la Unidad Popular no surgieron de la nada, sino que fueron el corolario de un largo proceso de acumulación política de los sectores populares que duró prácticamente todo lo que había transcurrido del siglo XX. Esa democracia, en consecuencia y gradualmente, se volvió “enferma” pero ¿para quiénes? Para los sectores que vieron amenazados sus privilegios. En cambio ésta, la actual, que es de baja intensidad, que considera poca participación ciudadana, que consagra un orden desigual y que sigue teniendo enclaves que impiden que las cosas cambien, no es considerada enferma por quienes detentan el poder.

Sin pretender quitar ni en lo más mínimo importancia a todo los padecido por millones de chilenos durante esos años, ésta es probablemente la principal consecuencia del Golpe y la dictadura en la sociedad actual. Sigue pesando en cada acto del devenir político contingente esa moraleja de que la única democracia posible y razonable es ésta. La palabra “gobernabilidad” se convirtió en virtuosa, a pesar de que también podría ser reemplazada por la frase “todo aquello que no afecte la estabilidad de los poderosos”. Gira entre nosotros, incluso sin querer o sin darnos cuenta, la idea de que un intento muy vehemente por cambiar las cosas puede pagarse caro, lo cual, entre otras consecuencias, ha convertido a la izquierda chilena en sus distintas manifestaciones en una de las más conservadoras de América Latina.

Las huellas del Golpe siguen existiendo en quienes lo vivieron y en los hijos y nietos de quienes lo vivieron como una invitación a la prudencia que, de alguna u otra manera, tendrá que superarse en el futuro. El chantaje de la fuerza, del trauma y del dolor, que son muy profundos, sigue siendo hegemónico y sigue operando en el Chile de hoy, incluso en las acciones y palabras de dirigentes muy importantes. El “nunca más del nunca más” que se ha echado a andar en las últimas semanas, tiene que ver directamente con esto. Si realmente fuera cierto, como dijo alguien en un 11 de septiembre lejano y cercano, que “la Historia es nuestra y la hacen los pueblos”, habrá que encontrar el cauce para salir de este statu quo que ya dura 45 años.

Envíanos tu carta al director a: patriciolopez@u.uchile.cl

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.