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Vivir bajo una nube tóxica: el día a día de una familia de Quintero

Hace pocos meses la ciudad costera de la región de Valparaíso se caracterizaba por su tranquilidad, sin embargo, después de generada la nube tóxica, todo cambió. Estuvimos durante un día en la bahía donde encontramos cientos de personas enfermas, violencia entre vecinos, protestas estudiantiles y a una familia residente que pretende huir de la localidad debido a los graves episodios de intoxicación que han afectado a sus hijos.

Rodrigo Fuentes

  Miércoles 26 de septiembre 2018 18:02 hrs. 
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La actividad industrial descontrolada y sus emanaciones tóxicas le están pasando la cuenta a los habitantes de Quintero y Puchuncaví. Entre ellos existe la percepción de que el cáncer y otras enfermedades respiratorias los están matando y cada día deben enfrentar distintos problemas asociados a vivir en uno de los lugares más contaminados del país.

En el sector costero existen 19 empresas químicas y de energías que utilizan combustibles fósiles como el petróleo y el carbón para funcionar. Algunas de ellas están presentes ahí por más de cinco décadas y conviven con los más de 50 mil habitantes de la costa norte de la región de Valparaíso. Pero la relación entre ambos nunca ha sido de las mejores.

¿Cómo es vivir un día en Quintero con una familia residente y que está siendo afectada cada vez más por permanecer en una zona de sacrificio?

A los diez minutos de haber puesto un pie en Quintero, se padecen los efectos del aire viciado. Un pequeño dolor de cabeza, una sensación abombada, como se conoce popularmente, es la primera señal que se siente camino a  la reunión con la familia Pizarro Pacheco.

Manuel de 35 años es el padre, hombre dedicado a un negocio local y que toda su vida ha vivido en la comuna. Lo primero que relata es que, a pesar de que durante su niñez sufrió varias situaciones de contaminación, ahora se ha superado la ignorancia que existía frente al tema, dando paso a la indignación y la protesta de toda la comunidad local.

Manuel no esconde su temor por lo que está pasando, principalmente por el futuro de su grupo familiar compuesto por su cónyuge y sus tres hijos, dos de ellos afectados en varias ocasiones por intoxicación, por ende, frecuentemente ha estado obligado a llevarlos al hospital local para buscar una solución temporal a los males que los están afectando.

“Este es un problema transversal que en Quintero afecta a todos por igual. La cesantía es cada vez mayor, producida por la obligación de quedarse cuidando a los hijos enfermos, además del cierre de negocios que se dedican al turismo debido a la falta de visitantes. Acá el 18 de septiembre no existió, era un pueblo fantasma comparado con otros años y eso da pena. La mayoría de nosotros está pensando en irse con la familia, arrancar de acá, porque siento que ya no hay buen futuro para mis hijos”, afirmó.

Los graves  episodios de contaminación que suceden hace ya más de un mes en la zona, volvieron a poner en tela de juicio la actividad industrial que se observa por todos los rincones de Quintero. Las nubes de la mañana se confunden con los humos que expulsan las empresas y que, en distintas formas, están afectando a sus propios vecinos.

Pizarro también es dirigente del Movimiento por la Infancia de Quintero. Desde ahí se unen para exigir el término definitivo a la nube tóxica.  Sin embargo, no existe esperanza de que las cosas cambien.

“El Estado por años ha sido inoperante, son unos genocidas, son uno de los principales culpables de esta muerte lenta que estamos sufriendo. Ahora se sabe que existen temas políticos entre medio, una red de amistades e intereses económicos creados, especialmente con la compañía Oxiquim. Acá todos están conscientes del daño que produce, menos las autoridades de gobierno, por eso hay un descontento generalizado. Desde el mando local para arriba, todos ellos debieran renunciar, porque la gente está descontenta, violenta y, a más de un mes de los primeros episodios, aún no sabemos qué pasa, se nos está ocultando información”, argumentó.

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La cónyuge de Manuel, Mairon Pacheco, nos confirma los hechos de violencia que aparecieron entre los vecinos de la comuna de Quintero después de los repetidos episodios contaminación. La madre de tres hijos, dos de ellos afectados constantemente por la toxicidad del aire, comentó que lo que parecía una ciudad tranquila se ha transformado en foco de conflictos.

Comerciantes desesperados por las bajas ventas, estudiantes en pie de guerra y madres que no pueden contener su frustración frente a los diagnósticos emitidos por los médicos del hospital local, generan un ambiente tenso, insultos, gritos y hasta golpes entre los propios habitantes de la bahía.

“Alguna gente acá aún no cree lo que está pasando y critican a los que protestan, a los que llevan a sus hijos al centro de salud, dicen que son “regalones”, que tratan de sacar provecho económico de una situación, que están perjudicando aún más la imagen turística de Quintero. Eso se lo enrostran a los que llegan a urgencia. Yo la verdad me siento angustiada, con temor y mis hijos lo sienten. Además de estar enfermos por la nube tóxica, los niños están afectados psicológicamente por las  tantas veces  de vivir el ambiente que se constata en el hospital. Ya no quieren ir al colegio, eso es otro problema que se suma para nosotros como padres”, aseveró.

Según fuentes del gobierno central, existe también la percepción, entre las autoridades, que acá hay muchas personas que fingen dolencias. Incluso algunos han señalado que quienes acuden a urgencias, argumentando síntomas de intoxicación, son actores.

Valentina de diez años es la mayor de los hijos de la familia Pizarro Pacheco. Junto a su hermano Vicente, han tenido que ser llevados por obligación al Hospital de Quintero más de cinco veces.

Ella relató cómo en el centro asistencial ocultan a los pacientes afectados por la nube tóxica. Según Valentina,  esto es para que no se sepa la verdadera magnitud de lo que está ocurriendo en su localidad.

“Hoy día no querían que grabaran en el hospital, tuvimos que irnos a otra sala escondidos con tal que no supieran la cantidad de gente que se encuentra ahí siendo atendidas por síntomas de intoxicación. Eso no me parece, ya que el mundo tiene que saber que acá estamos sufriendo y quienes producen ese mal aún no lo conocemos. Sí sé que existe una nube tóxica que ha estado afuera de mi colegio y en el negocio de mi papá”, comentó la niña.

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Además de Valentina, y durante la breve estadía en la ciudad de Quintero,  fue posible constatar que este martes más de 150 personas entraron con similares indicios al servicio de urgencia local. Unas llegaban por sus propios medios, otras en ambulancia.

El centro asistencial de la comuna solo cuenta con tres vehículos para  traslado de urgencias. Según familiares de los afectados que esperaban afuera, quienes sufren con mayor intensidad la toxicidad  manifiestan como síntoma un adormecimiento en las piernas. Comentan que los especialistas comienzan a dar pequeños pinchazos de aguja en sus extremidades para constatar si tienen reacción, ya que cuentan, pierden sensibilidad en las extremidades. Si no muestran resistencia al impulso, son derivados al centro asistencial de Viña del Mar, para un tratamiento específico.

También la gente de Quintero reclama por el hospital de campaña. Se anunció con bombos y platillos por las autoridades, dicen, pero días después desapareció. “Le sacaron la foto y se lo llevaron”, reclaman con una mezcla de resignación y rabia.

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Antes de dejar la zona costera y retornar a Santiago,  en la comuna se inicia una manifestación estudiantil. Son los únicos que, durante la visita, vimos salir a la calle a protestar y gritarle al alcalde para que no sea un “títere” del poder central. Poco después los jóvenes detectan el paso de un auto donde viaja una autoridad regional. Escupen el vehículo, lo golpean y  tratan de bajar por la fuerza a su ocupante. Otra situación violenta producida por la desesperación e impotencia que se constata entre los habitantes de Quintero.

Los estudiantes organizados que irrumpen en la municipalidad local, exigen medidas especiales. Una normativa que permita el cierre de las empresas contaminantes en la zona de sacrificio, la homologación de los reglamentos internacionales de aire y agua establecidas por la Organización Mundial de la Salud y detener el avance de dicho parque industrial.

Demandas que buscan asegurar una mejor calidad de vida, especialmente para las generaciones futuras, que desde ahora en adelante se atrevan a crecer en esta bahía.

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