Sin lugar a dudas, la población está envejeciendo. En cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que entre el año 2015 y 2050, la proporción de la población mundial con más de 60 años pasará de 900 millones a 2000 millones de personas, lo que representa un aumento del 12% al 22%. Chile no está ajeno a esta realidad, el CENSO del año 2017 reveló que el 16% de la población chilena tiene 60 años o más, es decir, por cada 100 menores de 15 años, hay 80,9 personas mayores en promedio. Estas cifras sólo dejan en evidencia el cambio demográfico que vivimos, no sólo a nivel mundial, sino también como país.

Desde el año 1990, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instaura el 1° de Octubre como el Día Internacional de las Personas Mayores, siendo este día, una oportunidad para destacar la importante contribución de las personas mayores a la sociedad y concientizar sobre los problemas y los retos que plantea el envejecimiento en el mundo actual. Posteriormente, el 16 de diciembre de 1991, las Naciones Unidas promulga los “Principios a favor de las personas de edad”; entre estos, en el área de los cuidados, el principio número 11 declara que “las personas de edad deberán tener acceso a servicios de atención de salud que les ayuden a mantener o recuperar un nivel óptimo de bienestar físico, mental y emocional, así como a prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad”

Si bien este último principio establece lineamientos claro para los cuidados y la dedicación que deben tener las prestaciones de salud con ellos, en Chile las personas mayores siguen siendo una población altamente vulnerable, presentando una alta incidencia de enfermedades crónicas y secuelas asociadas a condiciones de salud, sin ir más lejos, el Ataque Cerebrovascular (ACV) constituye la primera causa específica de años de vida saludables perdidos por discapacidad y muerte prematura (AVISA) en mayores de 74 años. De manera paralela, la tasa de Demencia en personas mayores constituye un 1,06% de la población, lo que representa unas 200 mil personas aproximadamente que viven con dicha condición.

Estas y otras alteraciones prevalentes en este grupo etario, pueden tener diversas consecuencias a nivel físico y emocional. Por ende, se refuerza la ida de que la atención en salud en el adulto mayor debe ir enfocada hacia el bienestar, la prevención y la no estigmatización de su condición de salud.

En el caso de los cuadros más prevalentes ya mencionados (ACV y demencias), estas condiciones pueden impactar negativamente en las habilidades cognitivas, comunicativas y deglutorias de quien las padece, siendo necesaria en dichas condiciones una intervención fonoaudiológica oportuna en quienes lo padecen; orientándose este a mejorar la calidad de vida mediante la facilitación, optimización o rehabilitación de los procesos cognitivos, comunicativos y/o de alimentación con el fin de satisfacer las necesidades de cada individuo afectado.

Pese a lo anterior, el quehacer fonoaudiológico no puede, ni debe centrarse sólo en condiciones de salud adversas; las habilidades cognitivas, comunicativas y deglutorias deben ser acompañadas durante todo el ciclo vital y cobran aún más importancia en la población geriátrica. Es por esto, que los esfuerzos hoy en día se centran también en la prevención y promoción de la salud.

El acompañamiento a las personas y sus familas, favoreciendo la educación en relación a los signos de alerta de alteraciones incipientes a nivel cognitivo, comunicativo o deglutorio, permiten la pesquisa precoz de condiciones que deben ser abordados con premura con el fin de evitar prontamente la afectación de la condición de salud y calidad de vida. Esto en un plan que la disciplina fonoaudiológica ha desarrollado los últimos años orientándose hacia la humanización en la atención de la salud; conceptos donde la comunicación y alimentación resultan claves.

Dentro de las acciones a realizar, se reconoce, por ejemplo, a la estimulación cognitiva como un recurso económico y efectivo para favorecer la mantención de habilidades como también, en lo posible, retrasar los signos de deterioro cognitivo.  Acciones que se entrelazan a los esfuerzos realizados por otros integrantes del equipo de salud como terapeutas ocupacionales, kinesiólogos y médicos.

Atendiendo a estos cambios, la Fonoaudiología Geriátrica o Fonogeriatría, constituye una rama emergente de la Fonoaudiología que busca centrar su atención en las personas mayores desde los paradigmas del Envejecimiento Activo y Saludable y la Calidad de Vida, poniendo todos sus esfuerzos en la prevención y la pesquisa precoz de signos de alerta, evitando la intervención en etapas tardías y la patologización de los Adultos Mayores.

Para ello la Fonogeriatría, centra sus energías en generar actividades de prevención, educación y promoción de la salud en personas mayores, a través de: talleres grupales, charlas educativas, talleres para familiares y cuidadores, capacitación para los equipos de salud que permitan potenciar y mejorar las habilidades cognitivas-comunicativas y promover una alimentación segura y eficaz. Todas estas acciones tienen como propósito fundamental, mantener la Calidad de Vida de las Personas Mayores, especialmente aquellos que no cuentan con una condición médica o fonoaudiológica, sino que, llevando la disciplina a la población geriátrica general, con el fin de establecer junto a ellos planes que permitan mantener un estado de salud funcional, suficiente y acorde a las necesidades, deseos y actividades que cada adulto mayor desee realizar.

Esta nueva mirada, que traspasa la asistencialidad y acerca la Fonoaudiología a la ciudadanía, obedece a los requerimientos actuales del país y considera la salud como un derecho fundamental de las Personas Mayores, poniendo la disciplina al servicio de quienes más lo necesitan.

Con motivo del 70 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH), la celebración de este 2018 del Día Internacional de las Personas de Edad, está enfocada en conmemorar la importancia de la Declaración y reafirmar al mismo tiempo el compromiso de promover el disfrute pleno e igualitario de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas de edad, principalmente, siendo agentes de cambio en el trato hacia las personas mayores y permitiendo la validación de sus derechos.