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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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El antónimo de violencia es convivencia

Marcelo Trivelli

  Jueves 22 de noviembre 2018 7:30 hrs. 
Foto MTO

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Al buscar el antónimo de violencia en los diccionarios, muchos de ellos no dan cuenta que esta palabra lo tenga, mientras otros señalan palabras como afabilidad, respeto, ternura, mesura, amabilidad o moderación, todas palabras que engloba la palabra convivencia. Es por ello que, para nosotros, en Fundación Semilla, el antónimo de violencia es convivencia.

Dado que el lenguaje genera realidades es fácil comprender por qué no existe consenso en cómo enfrentar la violencia. En el extremo, hay quienes sostienen que la violencia se combate con más violencia en una lógica de aniquilar o amedrentar a otros, mientras que en el otro extremo hay quienes justifican toda forma de violencia como medio de acción reivindicativa.

Para encontrar un sano equilibrio es necesario entender que, por un lado, se requiere de un Estado de Derecho aceptado por todos que regule las relaciones interpersonales y, por el otro, la capacidad de la sociedad de ponerse en el lugar del otro, reconocer sus propios prejuicios y de identificar y manejar sus propias emociones; esto último no puede ser regulado, sino que debe ser parte de una cultura de convivencia que, en general los chilenos hemos ido perdiendo.

La sociedad y la política están, cada día más, equivocando el camino al creer que todo se resuelve con leyes, regulaciones y manuales de disciplina incorporándolas al Estado de Derecho. Y, para peor, a esos instrumentos se les denomina de “convivencia”, por ejemplo, convivencia en el aula y convivencia vial, ambas leyes recientemente aprobadas o manual de convivencia en los establecimientos educacionales que reemplazan los antiguos manuales de disciplina.

El camino para disminuir la violencia en todas sus manifestaciones pasa por un cambio cultural. Entender que la violencia nos daña a cada uno de nosotros, aunque no seamos víctimas directas de la violencia y entender que la violencia es una de las mayores epidemias de nuestra época que se propaga rápidamente y que toma mucho tiempo en ser controlada.

Como ejemplo de lo anterior, el crimen de Camilo Catrillanca a manos de Carabineros fue el detonante, no solo por el repudiable crimen, sino también porque se trato de justificar como la reacción legitima de la fuerza policial en un Estado de Derecho. Tanto el crimen, como las explicaciones que se dieron inicialmente encendió la mecha de la violencia de reacción que hemos presenciado en casi todo el territorio nacional.

No hay “varita mágica” ni antídoto para terminar la violencia generada. Esto solo se logrará en el mediano y largo plazo dando muestras concretas de empatía y derribo de prejuicios de la sociedad en su conjunto y esto significa internalizar que el antónimo de violencia es convivencia.

El autor es el Presidente de Fundación Semilla.

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