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Benjamin Vicuña Mackena, un chileno y parlamentario excepcional

Columna de opinión por Roberto Ávila
Martes 4 de diciembre 2018 8:51 hrs.


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El parlamento chileno se devalúa notoriamente, es cosa de escuchar las intervenciones. Se han perdido incluso las formas, un diputado trenzado  a golpes a golpes con un asesor parlamentario. El hecho no se investigó para no tener que recordar el pugilato de un diputado con un senador por los amores de una entonces ministra. Hace unos días 63 diputados no llegaron a votar la formación de una comisión ´parlamentaria por la muerte del comunero mapuche Catrillanca a manos de Carabineros, lo que si votaron fueron sus propias remuneraciones que son más altas que las de los parlamentos europeos.

Nuestro parlamento no siempre ha sido así. En sus estrados han estado hombres notables.

El grueso de mis compatriotas poco o nada saben de don Benjamín Vicuña Mackenna, es posible que este nombre sólo les evoque una de las avenidas principales de Santiago que tan merecidamente lleva su nombre.

Vicuña Mackenna fue uno de los grandes hombres de nuestro país en el siglo XIX.  Nació en Santiago el 25 de Agosto de 1831. Hijo de Pedro Félix Vicuña y de doña Carmen Mackenna, hija esta del brigadier de origen irlandés don Juan Mackenna que prestó destacados y nobles servicios a Chile en las guerras de independencia, los cuales le costaron en definitiva la vida

Don Juan Mackenna, alto funcionario español de origen irlandés, era tranquilo y  prospero gobernador de Osorno cuando estallan las luchas de independencia chilena. Del primer contingente revolucionario es el único que tiene experiencia y formación militar de academia. Es el gran lugarteniente de Ohiggins y su profesor in situ de las artes militares. Muere en Mendoza, luego del desastre de Rancagua (1814), a manos de don Luís Carrera en duelo provocado por éste último. Este hecho significará el definitivo aventamiento del carrerismo de las filas revolucionarias conducidas por Ohiggins y San Martín y traerá las peores desgracias a la familia de don José Miguel Carrera.

Don Benjamín estudió en el Instituto Nacional y se graduó como abogado en la Universidad de Chile. Participó en la Sociedad de la Igualdad de Francisco de Bilbao en 1851, entidad que en aquél tiempo expresaba la crítica social más radical y progresista de nuestra sociedad. Participó en el motín contra Manuel Montt lo que le valió el exilio.

Entre 1852-56 recorrió Inglaterra, Estados Unidos y América Latina. Volvió a Chile y un nuevo amotinamiento le retornó al exilio, se radicó entonces en Europa. Desde 1862 participa de manera destacada en la Sociedad de Unión Americana en Santiago. En 1864 es elegido diputado por La Ligua.

Sus concepciones liberales quedaron claramente establecidas en su discurso inaugural de la campaña cuando expresó:

«Por el carácter que, desde el principio ha asumido la, cuestión entre nosotros, sabéis ya con certeza, señores, que el adversario con quien vamos a luchar para vencerlo, es ese elemento nuevo y peligroso que pretende invadir el campo de la política y que no vacilo en llamarlo por su propio nombre, el elemento clerical». 

 Formidable orador se transformó en un verdadero tribuno popular en el parlamento. Una de sus primeras leyes fue la repatriación de los restos de Bernardo Ohiggins quedados a su fallecimiento en Lima donde vivió cruel e injusto exilio luego de haber independizado a Chile.

 Promovió leyes y participó en discusiones parlamentarias que tendrían plena vigencia en el Chile de hoy tales como: ley de protección de los derechos indígenas, contra los abusos de las cajas de crédito prendario (casas de empeño) por sus intereses usurarios y a favor de la tolerancia religiosa. Era un revolucionario liberal de tomo y lomo en su época.

 El 31 de Septiembre de 1865 fue designado agente diplomático confidencial de Chile en Estados Unidos para suscitar apoyos para Chile y Perú que habían entrado en guerra con España y crearle la mayor cantidad de problemas posibles a esta última potencia colonialista particularmente por la vía de colaborar con los independentistas cubanos y portorriqueños. Desplegó allí una intensa actividad creando el diario “La voz de América” para promover la causa cubana, proporcionó medios materiales y realizó una intensa actividad de solidaridad.

 Luego de su misión se le reeligió como diputado por Valdivia (1867-70) y por Talca (1873-76).

 Vicuña Mackenna promovió el tratado de 1866 que le reconoció por primera vez derechos marítimos a Bolivia que nunca los había tenido. Ese tratado fue una contribución generosa y gigantesca a la hermandad latinoamericana. Pero que Bolivia lo entendió como un gesto de debilidad y actuó de un modo que desembocó en la Guerra del Pacífico.

 El presidente Federico Errázuriz Zañartu en una hábil maniobra política destinada a evitar los fuegos de un orador deslumbrante en el parlamento, le invitó a colaborar en su gobierno.

 La proposición no sólo fue astuta sino muy ventajosa para Santiago, pues el nuevo Intendente (1872-75) le cambió la cara a la ciudad realizando gigantescas y bien definidas obras públicas como la construcción del paseo del Cerro Santa Lucía que perdura hasta hoy, todas ellas en los conceptos estéticos arquitectónicos que había percibido en Europa. Modernizó también la policía civil siguiendo el parámetro francés.

 En 1876 una bien merecida candidatura a la presidencia de la república naufragó en las procelosas aguas de la política contingente. Con todo don Aníbal Pinto solitario postulante a la primera magistratura debió observar el cómputo de significativas abstenciones en el colegio electoral que fueron muestra de adhesión a Vicuña Mackenna.

 Luego de este traspié sería senador por Santiago y luego por Coquimbo. Siendo parlamentario denunció públicamente el montaje hecho desde el gobierno de Anibal Pinto para poder agredir militarmente al pueblo mapuche.

 Paralelamente Vicuña Mackenna fue también uno de los intelectuales más brillantes del siglo, dueño de una vitalidad extraordinaria hizo compatible con su azarosa vida política una producción historiográfica extraordinaria.

 Sus obras se publicaron en la primera mitad del siglo XX bajo promoción de Arturo Alessandri Palma en 19 tomos.

 Entre sus obras más connotadas se cuentanPáginas de mi diario durante tres años de viaje: 1853- 1854- 1855, El ostracismo del general D. Bernardo O’Higgins, Historia de los diez años de la administración de don Manuel Montt, Vida de don Diego Portales, La guerra a muerte: memoria sobre las últimas campañas de la Independencia de Chile 1819-1824, Historia crítica y social de la ciudad de Santiago (1541-1868), Historia de Valparaíso: crónica política, comercial i pintoresca de su ciudad i de su puerto desde su descubrimiento hasta nuestros días, 1536-1868, Lautaro y sus tres campañas contra Santiago. 1553-1557, Los médicos de antaño en el Reino de Chile, Vida de Bernardo O’Higgins, Juan Fernández. Historia verdadera de la isla de Robinson Crusoe, El álbum de la gloria de Chile. Homenaje al Ejército y Armada de Chile en la memoria de sus más ilustres marinos y soldados muertos por la patria en la Guerra del Pacífico.

 Es de hacer notar que todas ellas tienen un enorme valor científico y en el caso de El ostracismo de los Carreras y Vida de Bernardo Ohiggins son fundacionales en el tema.

 El 25 de Enero de 1886 en su hacienda Santa Rosa de Colmo mientras trabajaba en su biblioteca llegó a término su fructuoso paso por este mundo. No se ahorro riesgo en su vida ni se intimidó ante empresas venturosas dotado como estaba de espíritu y corazón vehementes, como cruel paradoja sería este último el que presentaría letal vacilación.

 Santiago le recuerda con una  estatua al pié del Cerro Santa Lucía. Existe también un museo biblioteca, creado por ley, con su nombre destinado a la conservación y divulgación de su formidable obra. Se le recuerda también en otros lugares de nuestra América, como en Cuba, según ya veremos.

 De don Benjamín Vicuña Mackenna  escribió Rubén Darío:

 ¿Qué fue Vicuña Mackenna? Enmiendo ¿Qué no fue Vicuña Mackenna?

Fue gran político, gran historiador, tribuno, viajero, poeta en prosa, crítico, literato, diarista incomparable, monstruo de la naturaleza.

Escribía en francés, como un parisiense, peroraba en inglés, como un norteamericano.

Tan sabiamente analizaba los detritus y las plantas, como los poemas y las oberturas. Su cabeza era una enciclopedia.

¡Oh, cerebro prodigioso donde las ideas no hacían distinción de conocimientos para prodigarse siempre fecundas, siempre amenas y regeneradoras fue, sin exageración, el carácter más admirable y la inteligencia más clara de toda la América Latina..

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.