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Perú: 194 después de Ayacucho, ha triunfado de nuevo la República

Columna de opinión por Daniel Parodi Revoredo
Lunes 10 de diciembre 2018 17:55 hrs.


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Hoy domingo 9 de diciembre de 2018 celebramos los 194 años de la Batalla de Ayacucho, acontecimiento que determinó la definitiva independencia del Perú y también de Amércia del Sur. Además votamos 4 modificaciones a la Constitución en un referéndum que podría marcar el inicio de una fase más republicana en la historia de nuestra República (la redundancia es mía).

Ha triunfado holgadamente la consigna del Presidente Martín Vizcarra pero la victoria del #SISISINO nos deja el sinsabor de haber tenido que rechazar la cuarta reforma -la Bicameralidad- debido a que, en el texto que desarrolla dicha norma, la mayoría congresal intentó contrabandear la reelección de congresistas. Vizcarra quería Bicameralidad, él la propuso, pero sin trampa pues. Para la reelección congresal se podía votar SÍ o NO a la pregunta tres y no introducirla camuflada en otra de las preguntas del cuestionario. Por esta razón, no tendremos Senado el 2021.

Pero lo que quiero plantear, reitero, es el inicio de un período más republicano para el Perú. Algo ha comenzado a cambiar desde las fechas más emblemáticas de nuestra vida libre: el 28 de julio y el 9 de diciembre, los días de San Martín en Lima y de la victoria patriota en Ayacucho y del último Mensaje Presidencial y el reciente Referéndum.

¿Qué decidimos entre el 28 de Julio de 1821 y el 9 de diciembre de 1824? 

Entre ambas fechas obtuvimos aquello por lo que lucharon San Martín, Bolívar, José de la Mar y José Faustino Sánchez Carrión y optamos por la persona humana por encima de estratos sociales definidos por la sangre, la raza o el nacimiento. Optamos también por convertir al pueblo en soberano a través de sus representantes designados en elecciones libres.

Pero el 28 de julio de 1821 y el 9 de diciembre de 1824 optamos por algo más: optamos por los derechos ciudadanos y por el bien común. Y la gran paradoja es que respecto de lo primero hemos obtenido casi todo pues los derechos civiles, políticos y sociales ya se consagraron desde la Constitución de 1979. Pero frente a lo segundo -el bien común– hemos logrado muy poco; en realidad, no entendemos ni de qué se trata.

El referéndum y el bien común

Aristóteles lo señaló: la República es un ideal difícil de obtener debido a la acción del hombre. Dicho de otro modo, no hay república perfecta. Nueva Zelanda tiene 0% de corrupción, nos enteramos en la repesca para Rusia 2018, pero esta es la excepción que confirma la regla. Luego, en todos los regímenes del mundo hay corrupción y ninguna república alcanza el grado de virtud cívica imaginado por los filósofos de la Grecia Clásica.

Por eso quiero sostener el concepto de predominio. ¿Qué es lo que predomina en una República? Esa es la primera pregunta, la fundamental. Si prima el bien común por sobre la corrupción y si los representantes priorizan el desarrollo del país y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos por encima de intereses subalternos, entonces podremos decir que una república está bien encaminada y que se dirige a la obtención de sus horizontes.

Pero recién la semana pasada, la mayoría congresal aprobó una ley, entre gallos y medianoche, reduciendo las penas por lavados de activos al interior de los partidos políticos con la intención de proteger a líderes a los que ya se les está siguiendo causas judiciales por dichos delitos. Este es el ejemplo de manual de la ley con nombre propio y de la norma deliberadamente opuesta a la lucha contra la corrupción: entonces ya sabemos que es lo que NO predomina en nuestra república.

Pero hoy hemos votado a favor de reformar el Consejo Nacional de la Magistratura para tener jueces y fiscales probos, a favor de una ley de financiamiento de partidos políticos que impida que estos se conviertan en /o dejen de ser/  la perfecta ocasión para lavar activos; y votamos en contra de reelegir , el 2021, a los mismos congresistas que aún aprueban leyes con nombre propio. En simultáneo, e inmersos en territorio enemigo, algunos jueces y fiscales libran cruentas batallas para que en el Perú finalmente prevalezca el bien común. Y la sociedad civil ha establecido, con la misma finalidad, una alianza política, a la vez que cívica, con el Presidente de la República.

No voy a decir que entre el 28 de julio y el 9 de diciembre de 2018 nos hemos acercado al bien común, más que en los casi doscientos años precedentes. Pero sí voy a decir que los últimos 5 meses hemos logrado reunir, en el ágora peruana, al 85% de ciudadanos que quiere que las regalías mineras, las inversiones el estado y sus propios impuestos se utilicen para impulsar el desarrollo del Perú y no para insuflar fortunas privadas. Sólo el año del #Bicentenario, el 2021, los peruanos podremos afirmar con certeza si la corrupción nos ha derrotado otra vez, o si, finalmente, amaneció soleado el nuevo día de una República victoriosa.

Twitter: @parodirevoredo

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.