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Edgardo Cardozo: canciones sin Photoshop

El cantautor argentino actúa este sábado en la Sala Master de Radio Universidad de Chile, para presentar un disco creado luego de sufrir un grave accidente automovilístico que lo tuvo “en la frontera” entre la vida y la muerte.

Rodrigo Alarcón L.

  Jueves 13 de diciembre 2018 18:44 hrs. 
Edgardo-Cardozo

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La primera vez que estuvo en Chile, Edgardo Cardozo apenas se aproximó a las 24 horas de visita. Viajó en bus desde Mendoza, desembarcó directo en el pequeño local de Santiago donde debía presentarse, pasó la noche y al otro día ya iba de regreso para Argentina.

Por eso, dice que esta será su “primera vez real” en el país: este sábado tocará en la Sala Master de Radio Universidad de Chile y al día siguiente hará un taller, como los que hace habitualmente en Buenos Aires, sobre guitarra y composición. “Voy a presentar diez canciones que ya vengo cantando hace un tiempo”, adelanta telefónicamente desde Escobar, al norte de la capital trasandina, justo antes de salir a impartir esas clases.

Esas diez composiciones que interpretará en Santiago son las que acaba de editar en Las canciones del muerto, la pieza más reciente en un conjunto de trabajos colaborativos y como solista que ha desarrollado desde mediados de los ‘80.

Nacido en 1964, Cardozo ha formado parte de proyectos teatrales y se ha desplegado en colaboraciones con distintos músicos, entre ellos Juan Quintero, quien estuvo este mismo año en la Sala Master. Fue parte de grupos como el BUE Trío y Puente Celeste y paralelamente ha construido una discografía como solista: Años después (2000) y 6 de copaa 2012 son los antecesores de Las canciones del muerto, un álbum austero, basado en sus versos y el toque de la guitarra.

“Está en el mismo nivel de opinión musical que la voz y la palabra, ocupa un espacio grande y hay mucha información desde la guitarra”, explica. “Es un disco bastante rítmico y vivo. La palabra tiene una cierta acidez o un humor un poco oscuro, pero también tiene unas intensidades emocionales fuertes. A mí me costó bastantes lágrimas componerlo. Creo que hay gente que lo escucha con una sonrisa, porque tiene esa cosa media agridulce”.

¿Cómo llegaste a este título y a esta idea de la muerte que ronda el disco?

Por una experiencia muy intensa que tuve hace doce años, a raíz de un accidente automovilístico. Pasé una temporada de terapia intensiva en un hospital, estuve en la frontera del asunto y de ahí surgieron canciones. Algunas nacieron en ese mismo lugar, algunas letras, entonces es una lectura de esa experiencia, a la distancia. El tiempo me permite ponerlo en perspectiva y hablar de eso, porque digamos que antes no estaba tan fácil, para mí, hablar de algo así.

¿Por qué?

Es delicado, porque no podía avanzar sobre eso sin haber tenido una experiencia cercana. Resulta muy irrespetuoso para gente que está en ese proceso o acompañando a alguien que está pasando por ese proceso, entonces tengo mi propia experiencia de vida para poder fundamentar por qué estoy hablando de eso y de esa manera.

¿Te sientes con cierta autoridad?

De alguna forma, sí, me siento autorizado. Por lo menos puedo contar mi experiencia. Hay un bolero en que el tipo está enamorado de su enfermera y es como de comedia, pero bueno… yo lo viví, ¡yo fui el que pedía morfina! (risas).

Has contado que te gusta tocar guitarra y cantar al mismo tiempo cuando grabas, no hacerlo por separado. ¿Por qué te parece importante?

Mirá, lo que pasa es que cuando grabo la guitarra primero y después canto encima, canto distinto. Cambia mi forma de cantar y esa búsqueda, por ahora, no me interesó. Tocar la guitarra me lleva a cantar de una forma que siento que es la mejor para cantar eso. No me ocupo mucho de tener artilugios o trucos vocales, no me da tiempo. La guitarra me toma mucha atención y lo que sale por la voz es lo más esencial, más crudo.

En este disco ya estoy más viejo, entonces la voz es la de un tipo adulto, maduro. Si tenés cincuenta y tantos, la voz va cambiando. No me interesa mantenerme photoshopeado o mantener mi voz joven. Me gusta como está en ese sentido: crudo.

Pero “photoshopear” es algo que está muy extendido en la música…

Eso mismo, pero faltan esas fotos. Siento que en la galería de fotos están faltando las fotos verdaderas de las personas, cuando están más grandes. También hay una belleza en eso.

Ahora que el disco está publicado, ¿qué planes tienes?

Estoy como en el final del proceso, porque ya vengo tocando estas canciones hace un tiempo. Voy a tocarlo un poco más y ya voy a empezar algo nuevo. Tengo ganas de volver a tocar con otras personas. Ya pasaron algunos años tocando solo y fue muy bueno, pero extraño el calor humano (risas).

Estoy pensando hacer algunas juntadas con amigos ahora en el verano, informales. Siento que los músicos trabajan con horarios muy estrictos, haciendo sus proyectos. Es como el taxímetro (se ríe otra vez). Es una profesionalización extrema del asunto y extraño lo otro. No me imagino componiendo todas las partes y entregando partichelas a los músicos para que toquen lo que yo escribí. Tengo ganas de experimentar, de ir buscando cosas juntos.

¿Tienes nostalgia por tocar con más personas?

Sí… y es lo que uno trae también, sus propios fantasmas, de decir “bueno, ya está”. En este disco hay algo que espero que caiga como una cáscara, que se muera en mí, para que renazca algo nuevo.  

Sábado de Cardozo

Edgardo Cardozo se presentará desde las 20:30 horas de este sábado 15 de diciembre en la Sala Master de Radio Universidad de Chile (Miguel Claro 509, Providencia). Las entradas tienen un valor de 14 mil pesos y se pueden reservar en trasandinaproducciones@gmail.com.

Más información en este enlace.

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