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Otro verano de incendios: ¿Por qué se quema Chile?

En los primeros días de este nuevo año se han registrado más de 40 incendios forestales, situación que mantiene preocupadas a las autoridades, pues los factores climatológicos son los mismos que se registraron en 2017 cuando se quemaron más de 570 mil hectáreas en la zona centro sur. Más recursos para Conaf y nuevos elementos de combate para el fuego no parecen ser suficientes para frenar un fenómeno que con el cambio climático parece solo ser controlable y no evitable.

Andrea Bustos C.

  Sábado 5 de enero 2019 9:30 hrs. 
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Durante el verano de 2017 Chile se enfrentó a múltiples incendios forestales en la zona centro sur, los que terminaron con más de 570 mil hectáreas consumidas por el fuego. En esa temporada todas las regiones, exceptuando Tarapacá y Antofagasta, se enfrentaron a algún foco de fuego, y el daño no solo acabó con flora y fauna, sino que también dejó 10 víctimas fatales y a la localidad de Santa Olga destruida completamente.

Este verano las condiciones climatológicas son las mismas que existían hace dos años, por lo que ya desde hace varios meses la Corporación Nacional Forestal (Conaf) comenzó a prepararse para enfrentar los diversos focos incendiarios que sabían se generarían.

Aumento de presupuesto, nuevas naves áreas para apagar el fuego, y más brigadistas fueron parte de las acciones implementadas para combatir el fuego. Sin embargo, con solo una semana del nuevo año los incendios han evidenciado que estas nuevas herramientas no garantizan el control de las igniciones.

Avanzar en la educación de la ciudadanía es una de las políticas que más resuena al hablar de prevención, esto porque el 99 por ciento de los incendios forestales se producen por causa humana, y en los sucesos de los últimos días incluso se presume que hubo intencionalidad directa en comenzar el fuego.

El hombre invadiendo el bosque

Según expertos en la materia, el aumento de incendios forestales será inevitable en los próximos años, esto porque el cambio climático y condiciones como la sequía hacen que los sectores rurales estén más propensos a quemarse y, en paralelo, las altas temperaturas del verano provocan que apagarlos sea una tarea en exceso difícil.

Así lo confirmó Rose Marie Garay, ingeniera forestal de la Universidad de Chile, quien explicó que “todos los diagnósticos que se hacen a nivel internacional están diciendo lo mismo, que nos estamos enfrentando a situaciones cada vez más frecuentes y de mayor intensidad, no solo a los incendios forestales, sino también a otra serie de factores climáticos que terminan afectándonos”.

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En 2017 se quemaron más de 517 mil hectáreas.

La académica de nuestra casa de estudios señaló que, aunque Chile tiene experiencia y ha mejorado en la materia, es necesario seguir avanzando, especialmente en la integración de varios sectores, pues es importante comprender que prevenir y controlar los incendios no es solo tarea de Conaf.

“Nos falta muchísimo la integración de actores, que las personas, cada uno de los chilenos o extranjeros que viven en nuestro país, se involucren con lo que nos está pasando desde el punto de vista del cambio climático y con la probabilidad de que nos sigan ocurriendo fenómenos de esta naturaleza. Esto no solo es una responsabilidad del Estado, de la Conaf o de alguno de los ministerios. Todos los ministerios, los privados, la comunidad, todos necesitamos articularnos”, dijo.

La experta en construcción sustentable expresó que si los incendios están siendo tan destructivos es porque las construcciones están ubicadas en zonas riesgosas, donde quedan expuestas a verse afectadas por el fuego, es decir, más allá de la dificultad del control de los siniestros, las viviendas se queman porque se han edificado en lugares que no deberían tener ese uso.

“¿De dónde viene el problema? De la instalación de viviendas que, probablemente, no tienen que ser habitadas porque están en el fondo de quebradas, a orillas de un camino de alto riesgo, etc. La probabilidad de que se produzca un incendio es muy alta y la gente tiene que saber que está viviendo bajo ese peligro y no lo saben” aseveró.

incendio

En 2017 la localidad de Santa Olga fue completamente destruida por un incendio forestal

El geógrafo Pablo Sarricolea, miembro del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres de la Universidad de Chile, CITRID, apuntó en el mismo sentido, e indicó que la construcción en zonas de riesgo influye directamente en el aumento y magnitud de los incendios.

Sarricolea dijo que en Chile las regulaciones urbanas no son explícitas en lo que refiere al riesgo de incendio, lo que impide generar planificaciones ante este tipo de hechos, y agregó que “hay que tener cuidado de si esas viviendas tienen permisos de construcción o son informales, porque eso ocurren en Chile. Hay muchas viviendas que son de auto construcción en áreas que están amenazadas por incendios u otros fenómenos”.

Además, el especialista en Climatología Urbana comentó que no solo debe existir regulación y revisión de la edificación, sino que también se debe poner atención en la actividad forestal, pues ésta se ubica en zonas que cada vez están más propensas a la sequía y, por lo tanto, a la propagación de grandes incendios.

En ese sentido, dijo que debe normarse como trabajan estas industrias para que construyan cortafuegos, que estos estén bien regulados y que sean divisiones que realmente garanticen una protección ante una ignición.

“Cuando hablamos de que se necesita mejor institucionalidad los ojos se nos van a la Conaf pero evidentemente también hay que regular el mercado de las plantaciones forestales, ellas también tienen una responsabilidad. Hay seguros comprometidos, hay sospechas acerca de los incendios y una serie de cosas en las que yo no me puedo pronunciar, pero si que tiene que haber una regulación de cómo las mismas empresas generan planes de prevención en esta época”, aseveró.

Educar para prevenir

Por otra parte, la ingeniera forestal, Rose Marie Garay, explicó que más allá de los recursos, ahora lo importante es educar a la población para que sepan cómo prevenir un incendio y cómo actuar una vez que este ya comenzó cerca de un terreno urbanizado.

Garay indicó que los municipios tienen un rol fundamental en la prevención, pues deben ser ellos quienes de forma local fiscalicen que previo a la temporada de igniciones los lugares riesgosos estén en las condiciones más optimas posibles y preparadas para un posible siniestro.

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El 99.7 por ciento de los incendios son causados por las personas

Agregó que se debe trabajar en educar a quienes viven en zonas de riesgo, explicándoles que su hogar en un sector vulnerable y que en caso de fuego se verá afectado. De esta forma, según dijo, las personas podrán comenzar a tomar medidas previas para el verano.

Entre los elementos fundamentales que se le pueden enseñar a quienes viven en estos sectores peligrosos, la experta mencionó los siguientes consejos:

  • Evitar la presencia de material combustible en cercanías de las viviendas, como basura o ramas.
  • Reunir todos los documentos importantes en un solo lugar para poder encontrarlos de inmediato en caso de emergencia.
  • Revisar que pertenencias personales se desean rescatar en caso de incendio para tener claridad sobre qué salvar en la evacuación.
  • Informarse sobre la presencia de reservas de agua cercanas y del funcionamiento de los grifos del sector.
  • Emplazar a la autoridad local a mantener condiciones óptimas en la localidad para enfrentar un incendio forestal.

Tanto el geógrafo como la ingeniera forestal afirmaron que efectivamente las condiciones de este verano podrían generar incendios similares a los de hace dos años atrás. Sin embargo, aclararon que si las autoridades comienzan a actuar a tiempo y a intervenir las zonas peligrosas se podrá evitar que los siniestros provoquen los daños de 2017.

Ambos académicos de nuestra universidad indicaron que lo importante es no caer en el sensacionalismo ni en un ánimo trágico, entendiendo que si se aplican las medidas preventivas y se trabaja en conjunto como sociedad se pueden mitigar los efectos de estos hechos provocados por la acción humana.

 

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