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Clásicos y actuales: 20 discos con música de compositores chilenos llegan a plataformas digitales

La Academia Chilena de Bellas Artes publicó en servicios de streaming una colección de grabaciones con obras de autores como Fernando García, Cirilo Vila, Juan Amenábar, Acario Cotapos o Alfonso Letelier. “Hay que hacer que la música circule”, dicen los gestores del proyecto.

Rodrigo Alarcón L.

  Domingo 20 de enero 2019 9:24 hrs. 
collage

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Los peces es una de las primeras obras de música electroacústica hecha en Chile. Son tres minutos y ocho segundos de sonido espectral, intrigante e hipnótico. Su autor, Juan Amenábar, habría comenzado a bosquejarla en 1953, aunque la versión final y conocida hoy fue registrada cuatro años más tarde, en sesiones nocturnas perpetradas en la antigua Radio Chilena.

Amenábar era parte de un grupo de compositores que entonces comenzaron a descubrir los infinitos cruces que se pueden dar entre tecnología y música. Los peces, que fue utilizada en una obra de teatro homónima estrenada por el Teatro Experimental de la Universidad de Chile, es parte de una seguidilla de obras electroacústicas pioneras: Nacimiento (1956), de León Schidlowsky; Variaciones espectrales (1959), de José Vicente Asuar; y el Estudio N° 1, de Samuel Claro (1960), según ha establecido el investigador y compositor Federico Schumacher.

Y aunque Amenábar volcó sus conocimientos de ingeniería y música en Los peces y en otras exploraciones electroacústicas, esa no fue su única vocación. También escribió una Suite para piano (1952) mucho más convencional, casi en la misma época en la que experimentaba con la tecnología, y piezas como Nativity blues (1986), donde expresó su afición por aquel género de la música popular.

Hoy es más fácil apreciar cada una de esas facetas, porque desde hace pocas semanas la música de Juan Amenábar está disponible en las ya habituales plataformas digitales para escuchar o descargar música: Spotify, Apple Music, Deezer, Tidal o Amazon, por ejemplo. Dos discos, Obras para piano y Obras electroacústicas, son parte de un proyecto desarrollado por la Academia Chilena de Bellas Artes para acercar su catálogo de grabaciones al público.

“La música tiene tres aspectos: crearla, interpretarla y comunicarla. Lo que ha pasado en Chile, en general, es que no se ha prestado debida atención a la circulación, entonces la llamada música de concierto o clásica ha tenido muy escasa circulación. En su aspecto más básico, esto apunta a eso”, explica el musicólogo Luis Merino, quien estuvo a cargo de la iniciativa mientras presidió la academia, hasta fines de 2018.

“El CD es una forma de transmisión válida todavía, pero hoy la gente joven se mueve por redes como Spotify u otras similares, entonces nos preguntamos por qué no poner toda esta música ahí, para que al menos sea accesible y la gente pueda conocerla”, agrega el académico de la Universidad de Chile. “Porque no basta con que una obra se componga y que un intérprete la transmita. Después hay que hacer que circule”.

En una primera etapa, la institución lanzó en formato digital 20 de los 39 discos que ha editado desde fines de los años 90. Es música sinfónica, de cámara o para solistas, de épocas y corrientes diversas y creada por autores que en su mayoría han ganado el Premio Nacional de Música, como Carlos Riesco, Próspero Bisquertt, Jorge Urrutia Blondel, Alfonso Letelier, Carlos Botto, Fernando García, Domingo Santa Cruz, Acario Cotapos o Cirilo Vila, además del mencionado Juan Amenábar.

De este modo, se pueden escuchar registros históricos o grabaciones más actuales. Está, por ejemplo, la Orquesta Sinfónica de Chile que dirigía Víctor Tevah, interpretando el poema sinfónico Imaginación de mi país (1955), de Cotapos. También se puede encontrar a la misma agrupación tocando la cantata América insurrecta (1962), que Fernando García compuso con textos de Pablo Neruda y que en la época provocó un escándalo. O se puede escuchar a un solista plenamente vigente, como Luis Orlandini, abordando a compositores como Pedro Humberto Allende, Gustavo Becerra-Schmidt o Leni Alexander, en los dos volúmenes de Bicentenario de la guitarra chilena.

Así, además, es posible entender la diversidad de músicas que se han creado desde inicios del siglo XX en el circuito local. “Juan Aménabar dijo una vez que los compositores en Chile se hacen prácticamente de a uno, que cada uno tiene una posición estética que no necesariamente es la misma de los otros”, explica Merino.

“Las afinidades o diferencias se dan en las relaciones entre maestro y discípulo. Por ejemplo, el primer gran maestro de composición en Chile es Pedro Humberto Allende, que enseñó a Carlos Riesco, Juan Orrego-Salas y Alfonso Letelier, por decir tres que están acá. Sin embargo, cada uno de ellos ha tenido propuestas estilísticas muy distintas”, concluye.

Más información en Academia Chilena de Bellas Artes. 

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