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Daños en el Cerro Unitas y los riesgos exponenciales del Dakar

Columna de opinión por Colegio de Arqueólogos
Jueves 24 de enero 2019 16:36 hrs.


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El Gigante de Atacama, vulnerado hace algunos días por un grupo de turistas, conforma- junto a otros 20 geoglifos emplazados en el Cerro Unitas, un complejo sistema de ocupación de la Pampa del Tamarugal. Alrededor de este cerro isla e hito demarcatorio en medio del desierto, también se reconocen una serie de otros sitios conformados por estructuras y  restos de ofrendas o challas, y muy cerca de allí, se ubican las aldeas de Pircas y Caserones, entre otros sitios habitacionales y agrícolas de gran importancia, desarrollados en la pampa desde el periodo Formativo, más o menos a partir del año 0 en adelante.

Es un hito en el paisaje de relevancia debido a que era un lugar de paso para la gente que habitaba el desierto, y quienes bajaban desde el altiplano o  transitaban desde el Pacífico hacia la Pampa. También fue altamente significativo desde el punto de vista ritual y sagrado para los primeros habitantes de la Pampa, donde se asocia a TUNUPA, deidad de la lluvia y el trueno, fuertemente vinculado a las aguas que bajan del Altiplano, y precisamente es en este punto donde se “apozonan” las aguas cuando bajan del invierno altiplánico.

Al menos desde el periodo Intermedio-Tardío, es decir desde el año 1.200 d.C. en adelante, el Cerro Unitas se transformó en un lugar crucial para sus habitantes, y así lo grafican las figuras que construyeron en sus laderas y que en los últimos años lamentablemente han sufrido serios daños a causa de la irrupción de vehículos motorizados, muchas veces debido a la ignorancia de sus conductores.

La comunidad de Huara, muy cercana al Cerro Unitas, ha denunciado daños anteriormente en el sector, donde la protección es difícil a causa de que cualquier marca o huella es prácticamente imborrable, debido al tipo de sedimento que compone el cerro. Así describe este lugar  Alejandra Vidal, arqueóloga, quien representa al Colegio de Arqueólogas y Arqueólogos en el Consejo de Monumentos de Chile, y sostiene que es posible lograr una mayor conciencia patrimonial, empoderando a las comunidades cercanas a estos sitios para que se involucren en su resguardo y gestión.

“Creo que en particular para estos grandes sitios como son los geoglifos, debiese haber  una gestión de carácter más bien local. Primero una educación a largo plazo, una gestión local de estos lugares donde efectivamente hubiese alguien que de forma permanente controle el acceso. Eso puede ser algo relativamente sencillo de implementar”, sostiene Alejandra.

Y aunque probablemente sea irreparable el daño causado por el automóvil que ingresó al Gigante de Atacama el pasado 6 de enero, existe concordancia en que más que barreras físicas, la protección más importante es en definitiva la existencia de una conciencia patrimonial y educación al respecto. Actualmente existen buenos ejemplos de protección, según complementa Alejandra Vidal, tal como podría ser el trabajo realizado en los geoglifos de Pintados; o la gestión local del patrimonio realizada por comunidades en San Pedro de Atacama.

La huella se multiplica

A diferencia de lo que comúnmente se piensa, los geoglifos no solamente se ubican en las laderas de los cerros, sino que muchas veces hay geoglifos en la pampa misma, los cuales son planos y por lo tanto están muy afectos a ser destruidos. Si el paso de un automóvil provoca un daño grave e irreparable al patrimonio arqueológico, ¿Cuáles son los riesgos cuando no es uno, sino cientos los vehículos motorizados que irrumpen en el desierto y sin una ruta clara establecida?

“Lo que pasó en el geoglifo del Cerro Unitas, ocurre a nivel macro en el Rally Dakar. La huella se multiplica exponencialmente cuando tenemos la presencia del Dakar en el desierto. Lo que pasa es que el Gigante de Tarapacá es un ícono, pero hay una serie de otros sitios que no tienen esa visibilidad, pero no por no ello no se van a ver dañados irreparablemente”, sostiene Itací Correa, presidenta del Colegio de Arqueólogos de Chile.

Agrega que si bien el daño de las marcas es irreversible, hoy  lo  fundamental es aunar esfuerzos e incentivar a la gente a una mayor consideración y valoración de nuestro patrimonio arqueológico. Al respecto, el Directorio del Colegio ha llegado a la convicción de que en su paso por Chile, el Rally Dakar es una actividad  que no es sustentable desde el punto de vista ambiental.

Sumado al impacto de la carrera en sí misma, también ocurre destrucción-  muchas veces involuntaria- generada por el paso de la gente que sigue el Dakar, sobre todo en sitios arqueológicos de menor visibilidad. Si bien no han existido versiones oficiales al respecto, en un principio si existió la voluntad del Gobierno de considerar el retorno del Dakar a Chile como una alternativa que estudiarían. Hasta el momento, no ha sido confirmada ni desmentida la intención chilena por volver a organizar la carrera en 2020, la cual en esta edición se desarrolló por completo en territorio peruano.

En ese sentido, Alejandra Vidal complementa que la propia naturaleza del evento es la que impide una mayor protección al patrimonio. “En los inicios todos estábamos de acuerdo en que el Dakar debía establecer una línea de base, y a partir de ella establecer las medidas de compensación y precaución para que no se dañaran los sitios, pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que el Dakar es una actividad impredecible, usando palabras de un mismo competidor de la carrera, donde los conductores van encontrando rutas a medida que van circulando, siguiendo cierto trazado general y pasando por ciertos puntos, pero aun así hay momentos en que los vehículos tienen bastante libertad para actuar”, dice.

“Hemos llegado a la conclusión de que inclusive existiendo la voluntad de hacer una línea de base, nos parece que es una medida incompleta que no lograría evitar el daño a los sitios arqueológicos”, agrega Alejandra. Al respecto, desde el Colegio de Arqueólogos aseguran que defenderán el patrimonio de la pampa desde el punto de vista legal, pero también generando una mayor conciencia y educación respecto al daño exponencial que produciría un hipotético retorno del Dakar a nuestro desierto.

 

Foto:  Exequiel Sagredo

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.