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Jorge Baradit: “La gente solo quiere ver confirmadas sus creencias”

Luego de la suspensión del evento de la Teletón que lo contemplaba como invitado principal, Jorge Baradit conversó con Radio Universidad de Chile y emplazó directamente a los grupos de ultraderecha. “Ya no tienen a la DINA para que le vaya a pegar a alguien”, indicó el autor de Historia secreta de Chile.

Eduardo Andrade

  Martes 23 de abril 2019 19:37 hrs. 
Baradit

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Por motivo del Día del Libro, Teletón había anunciado, para este martes, un evento de firma y donación de libros con el escritor chileno Jorge Baradit. Sin embargo, no contaron con la aparición de una serie de imágenes que replicaban polémicos tuits del autor de Historia Secreta de Chile, además de un vendaval de fake news en su contra que agravaban aún más la situación.

Por esta razón y ante las constantes intimidaciones, la misma directora ejecutiva de la Teletón, Ximena Casarejos, informó de la suspensión del evento.

El propio Baradit entregó sus descargos a este medio y aprovechó de comentar sobre la vigencia del libro en épocas extremadamente tecnológicas.

¿Sientes que hubo un intento de censura por parte de un grupo específico en el evento de la Teletón?

Hubo un grupo coordinado y organizado por la ultraderecha chilena para amedrentar a una institución para que no se realizara un acto cultural de donación de libros. No hay que disfrazarlo de nada más. Esta gente amenazó a la Teletón para que ese acto cultural no se realizara, porque les molesta lo que yo pienso y, entonces, actuaron como acostumbran hacerlo: con violencia. El día lunes en la mañana recibí la llamada de la gente de la Teletón y estaban asustados, incómodos y sorprendidos por la violencia, la virulencia y la grosería de estos ataques.

Una situación así de pronto podría repetirse más seguido…

Como dijo Óscar Contardo, es un piloto de la manera cómo van a empezar a actuar estos grupos: amedrentan, violentan, agreden para imponer lo que ellos piensan. Esto es un ataque a la democracia, a la República, y a mí me encantó que ayer reaccionaran tres candidatos presidenciales, diputados, apoyando no a mí, sino a la situación. Hasta Ximena Ossandón y gente de RN apoyaron, porque entienden que esto es un atentado a la democracia.

Tú ya te habías enfrentado a lo peor del Internet por el tema de los tuits, reales y también fake news, ¿te afectaron?

No me ha afectado. El año pasado, cuando se liberaron tuits de una década atrás, hubo cuatro muy torpes por los que me disculpé. Pero ahora hay tuits demenciales, con las brutalidades que te puedas imaginar, que se han ido acumulando y son parte de una campaña de desprestigio y que termina con un Gonzalo de la Carrera, el hombre de Radio Agricultura, acusando a Camila Vallejo de pederastia. Estos gallos ya no tienen a la DINA para que le vaya a pegar a alguien, los desprestigian públicamente. Yo me disculpé por esos cuatro tuits muy torpes, y estas porquerías que andan circulando no tienen nada que ver conmigo.

¿Hasta qué punto tus detractores tienen el derecho a seguir replicando los tuits a los que te refieres?

Creo que ningún medio de comunicación, y estoy viendo qué hacer con un medio como El Dínamo, que no tiene ningún derecho. No porque haya una ley de derecho intelectual que los proteja, sino porque son acusaciones que no están investigadas ni probadas. Es muy difícil de que los puedan seguir exponiendo así, si no está definido al menos si son reales o no. Hacen mucho daño publicando cosas inventadas. Esa es una falta enorme a la ética.

Entendiendo que la mayor parte de tus lectores son jóvenes, ¿crees que esa generación está más preparada para identificar a las fake news?

Desgraciadamente, la gente solo quiere ver confirmadas sus creencias. Si alguien no le gusta lo que yo pienso, le va a dar lo mismo si estas fake news son eso o no, las van a utilizar igual. Se cruzó hace mucho rato esa línea ética que te hace no repetir un rumor si no lo has confirmado. Si alguien no le gusta lo que yo pienso, va a utilizar estas imágenes y las va a reproducir. Al mismo Gonzalo de la Carrera le inventaron un tuit donde decía que le gustaban las niñitas en uniforme y, desgraciadamente, lo van a seguir retuiteando.

¿Independientemente de la edad?

Los cabros más chicos, por supuesto, saben que estas cuestiones se pueden inventar. Yo todavía me topo en redes con gente que me dice ‘pero esto no se puede inventar a menos que te hackeen el Twitter’. A un tipo le mandé uno que decía “me tiré del edificio” y el tipo estaba sorprendido. Le dije que trate de verificar, a veces el nombre no está bien escrito, las fechas no coinciden. Le dije que tratara de dudar, de tener al menos un minuto de duda crítica ante este tipo de cuestiones sobre todo cuando son tan brutales.

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El fin de semana apareció una breve historia tuya donde confiesas que escribiste a mano tu primer libro. ¿Cuánta vigencia tiene hoy el libro en una época donde muchos escritores ‘sub 30’ quizás no apostarían por este ejercicio?

Ya a principio de los dos mil casi no había gente que escribía mano. Mi decisión fue súper personal, yo necesito escribir la palabra porque hay veces en las que estoy enojado y la caligrafía crece y eso me va potenciando un estado. Me parece muy distinto la palabra horror escrita apretando el lápiz que tipeada. Por el lado del libro, creo que ha probado tener una vigencia mayor a la que se esperaba de él. Hace veinte años atrás se suponía que iba a desparecer en el lapso de una década, y hoy se imprimen y se venden más libros de papel que nunca. Lo que hay que destacar es qué libros son los que se imprimen, los libros de ficción y no ficción siguen imprimiéndose en papel, y los libros técnicos o manuales a veces es mejor tenerlos en digital.

En otras ocasiones has descrito un escenario adverso para los que eligen el oficio de la escritura ¿es constante siempre? O hay alguna manera de que el panorama sea menos hostil para un escritor que recién empieza.

Hay de todo, pero si generalizamos, el arte desde fines del siglo XIX y principios del siglo XX está un poco definido por el dolor, el miedo, las obsesiones, las grandes esperanzas. Esas emociones es más fácil de encontrarlas en escenarios más limítrofes: cuando tienes hambre, cuando estás abandonado. Ese tipo de desgarros te hacen entrar en contacto con lo más propio o básico de ti mismo, te terminas conociendo más que viviendo en un estado de confort y comodidad. Por eso hay una broma que dice que no hay escritores de derecha buenos, pero es un prejuicio. El arte moderno tiene que ver con la búsqueda de la voz y la técnica propia, te exige la obra como una forma de metáfora de ti mismo. Es en esos acantilados donde es más fácil encontrarse y no en la comodidad. 

 

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